Bienvenidos al décimotercer de una serie de artículos de trasfondo sobre Planescape: se trata de la traducción del capítulo 3 del entorno de campaña de Planescape para D&D 3.5 realizado por la gente de Planewalker.es (página ya desaparecida). Comenzamos a analizar cada facción en detalle. Hoy, los Mataplastas.
“¿Dónde está mi pinchada pasta, pequeño cabezacuero? Dijiste que me pagarías en cuanto...”
Un toque en su hombro hizo que Zarn pausase. Se giró para ver un amenazante guerrero tiefling, dando golpecitos con el pie en el suelo y mirándolo a los ojos profundamente.
“Quiero el chico o tu vida. No me hagas tomar ambas.”
El musculoso bariaur pateó el suelo frente a las pezuñas hendidas de Krik, manteniendo con una mano a un aterrorizado muchacho githzerai contra el muro. Krik cerró los ojos y se preparó mentalmente.
“¡Ya no está el maldito Harmónium, ya ni siquiera están los pesados Eutanastas nunca jamás! ¿Qué te hace pensar que puedes decirme que no puedo... cobrarme lo que se me debe de un... amigo mío? ¿Quién eres para andar por ahí diciéndole a la peña lo que puede o no puede hacer?”
Krik sonrió, mostrando los colmillos, desenvainó su espada corta y se lanzó hacia él, todo en un solo movimiento, haciendo un gesto brusco al aterrorizado muchacho githzerai.
“¿Pesados Eutanastas? No... ¡Despiadados Mataplastas!” Dejó caer casualmente un pedazo de papel en el suelo, se volvió y echó a caminar, haciendo señas al chaval para que lo siguiese. El joven cogió el papel del suelo y lo leyó. “Tráelo a casa, sano y salvo, antes de dos horas, para recibir el pago”.
Estaba firmado por su madre.
Los Mataplastas son del parecer de que cualquier problema puede resolverse mediante la fuerza. La fuerza te da la razón. Y como se ven a sí mismos como fuertes, piensan que tienen razón. Los más cínicos de los Eutanastas (o simplemente los más mezquinos) que no pensaban que el camino de los Hijos de la Misericordia fuese a funcionar, dijeron que si Arwyl Swansson iba a resucitar una antigua facción, ellos también podían hacerlo. Esta vez no cometerían el error de compartir las riendas del poder con nadie, y mucho menos con buenazos idealistas como los Hijos de la Misericordia. Ahora, alquilan sus servicios como mercenarios,demostrando que su filosofía funciona. También se han hecho fuertes en Sigil bajo la cobertura del Gremio de Guardaespaldas, esperando hasta que llegue el momento de las facciones regresen al poder: cuando esto ocurra, perseguirán sus objetivos con toda la fuerza de la que puedan disponer, hasta que éstos estén al alcance de su mano.
Filosofía: La fuerza te da la razón.
Apodos: Brutos, Mercenarios.
Cuartel general: Vorkehan, en Acherón. La Torre de la Sierpe, en Sigil.
Principales razas: Afilantes, githyankis, semi-orcos, humanos, khaasta, tieflings.
Principales clases: Guerreros, monjes, exploradores.
Fáctol: Nijul P’iuy (LN hembra aasimar Exploradora10/Justicar5 )
Miembros prominentes: Grubby Garrin (LN macho semi-orco Monje10), Tally el Alto (LM macho osyluth), Nagaro (LM hembra humana Guerrera7/ex-Paladín7), Coirosis (LM hembra dragón de óxido)
Alineamiento: Cualquiera no bueno y no caótico.
Símbolo: Un puño de color óxido rojizo sobre un disco rojo sangre, rodeado por un borde de serpientes verdes.
FILOSOFÍA
La fuerza te da la razón, esas son básicamente las creencias de los Mataplastas. Si hay algo que quieras, tómalo por la fuerza. Si alguien te molesta, zúrrale un poco. Si no te gusta la sonrisa de alguien, ¿para qué perder el tiempo diciéndoselo si puedes darle un puñetazo en la cara? Si un matasietes sigue sonriendo después de eso, probablemente tenga una buena razón para ello. O un defecto físico.
No todos son tan violentos, y la mayoría no son tan indiscriminados en la dirección en la que aplican la fuerza. Lo cierto es que, aunque un buen montón de los reclusos liberados de la Prisión durante la Guerra de las Facciones son ahora miembros, hay aún más miembros que están ahí para que la gente sea castigada por hacer lo que ellos, personalmente, consideran que está mal. Muchos antiguos Eutanastas que ven a los Hijos de la Misericordia como unos blandos se han unido porque pretenden continuar con los principios de los Eutanastas, tal y como ellos los ven. Los Mataplastas son frecuentemente neutrales, no malignos. Y no van por ahí golpeando a todo el mundo por cualquier desliz (o al menos no la mayoría). Eso es demasiado caótico para estos campeones de la justicia. Incluso aquellos Mataplastas que son malignos se ven a sí mismos como defensores de la justicia, tal y como era su ideal antes de la Guerra de las Facciones. Y los criminales que se unieron ala facción son aquellos que fueron convertidos a los ideales de los Eutanastas durante su estancia en la Prisión (bueno, al menos la mayoría de ellos). Sin embargo, la gente buena no suele encontrar un sitio en esta facción, ya que son básicamente una banda mercenaria. Cuando firman un contrato con algún tío importante, lo cumplen, porque los tíos importantes no firmarían contratos con ellos si no supieran que los Mataplastas cumplen sus contratos. La dedicación al bien de los Hijos de la Misericordia les parece algo pervertido y retorcido a la mayoría de los Mataplastas. No se ven a sí mismos como malignos, sólo dedicados a la “verdadera justicia”, que no debería estar sesgada por el mal ni por el bien. Pero ya que todos los Eutanastas de alineamiento bueno se fueron a los Hijos de la Misericordia, los Mataplastas se están convirtiendo cada vez más en una facción dedicada a la justicia personal más que a la justicia real.
La conformidad es un principio fundamental de la facción, y la nueva fáctol de los Mataplastas (y anterior Justicar de los Eutanastas) está tratando de erradicar todos los restos de prejuicios personales en la transición hacia la verdad, la ley y la justicia. Y, la verdad, está teniendo bastante éxito. Los Mataplastas están aceptando a toda la peña que esté dispuesta a alzar un arma por la justicia, con la condición de que no se paren y se pongan a gimotear ante cada caso individual, como los Hijos de la Misericordia. La misericordia es para los débiles, y como todo el mundo sabe, los Mataplastas son los más fuertes.
El mensaje de la facción se está volviendo muy popular y está ganando influencia por tres razones. Una, es simple. No tienes que comerte la cabeza creyendo en nada, o no creyendo en nada (que es, de algún modo, diferente a creer en nada), o creyendo en la ley, el caos, el bien y el mal. Tan sólo tienes que creer que hay justicia, y que debes impartir justicia donde creas que es necesaria. Dos, con el súbito vacío que dejó la marcha del Harmónium y de los Jefes hace un par de años, la gente se dio cuenta de que podían hacer de policía ellos mismos. ¿Y qué mejor forma de hacerlo que uniéndote con otra gente que sólo quiere hacer lo mejor por la justicia? Y tres, los Mataplastas son muy efectivos en lo que hacen, tras la cobertura del Gremio de Mercenarios, y lo han sido desde el primer día. Los Hijos de la Misericordia, por otro lado, tan sólo están aprendiendo a ponerse en pie. Aunque ambos representan la justicia, sólo los Mataplastas parecen operar con un cierto nivel de eficiencia. Simple, justo y efectivo. Sin predicar nada: los resultados que la gente pueda ver y los pagos sólidos atraen a mucha más gente de la que los Mataplastas puedan necesitar. Y todo lo que han de hacer es poner un poco los músculos a trabajar: la prueba de su filosofía en acción. La fuerza te da la razón, dicen los Mataplastas, y parece que hay poca discusión acerca de ello.
BREVE HISTORIA
Cuando ocurrió la Gran Convulsión, hace más de seis siglos, los Mataplastas no eran demasiado populares, y los Hijos de la Misericordia no eran demasiado fuertes. Cuando se combinaron en una facción, aumentaron sus posibilidades de supervivencia. Los Mataplastas abandonaron el trabajo de mercenarios para ir a castigar a los culpables junto con los Hijos de la Misericordia. Ambos grupos comenzaron a ver las cosas bajo una luz diferente: los Mataplastas se dieron cuenta de que simplemente aplastar cabezas, sin un poco de misericordia, no iba a mejorar las cosas; y los Hijos de la Misericordia pronto aprendieron que aplastar unas cuantas cabezas llegaba mejor a aquella gente en la que la misericordia no hubiese tenido resultado. Se convirtieron en los Eutanastas.
A medida que fue pasando el tiempo, los principios de los Eutanastas comenzaron a crecer y distanciarse de los de sus predecesores, y aunque todos los miembros pensaban que los métodos de la facción eran efectivos, algunos empezaron a preguntarse si habían perdido de vista su objetivo original. Finalmente, durante la escalada de la Guerra de las Facciones, los Eutanastas comenzaron a descomponerse, con la fáctol Alisohn Nilesia desaparecida sin dejar rastro, y comenzó una lucha de hermano contra hermano. Arwyl Swansson reagrupó a su alrededor a los miembros de la facción que pensaban como él, y declaró que los Hijos de la Misericordia habían resucitado, dando la espalda con desdén a sus antiguos camaradas. En respuesta, un grupo de unas dos docenas de los guardias personales de Nilesia trabajaron contrarreloj sin apenas tiempo para dormir (algo a lo que estaban acostumbrados, ya que Nilesia dormía muy poco), para reclutar a todos los miembros que pensaban que estarían dispuestos a revivir las viejas prácticas de los Mataplastas. Como se vio después, con las luchas internas y el derramamiento de sangre extendiéndose por todo Sigil, había un buen número de gente interesada en hacer respetar la justicia. La mayoría de los Eutanastas supervivientes se unieron a los Mataplastas, convirtiéndolos en una de las organizaciones más numerosas que quedan en Sigil.
En un lugar en el que los celestiales y los abisales caminan por las mismas calles, la peña se hastía y se vuelve cínica sobre los conceptos del bien y el mal. La justicia siempre es un concepto importante para la gente común, y los Mataplastas ofrecen una forma de justificar las cosas que haces y erradicar aquello que consideras que es incorrecto. Los Hijos de la Misericordia, por otro lado, están liderados por “un sin pistas, un paladín púrpura primario, o lo que sea”, con una visión idealista de “bien unificado y justicia para todos”, y eso no va a ganar muchos simpatizantes entre el endurecido populacho de Sigil.
Las filas de los Mataplastas crecen, y se han instalado en la Torre de la Sierpe. Han comenzado a vender pociones de la verdad a un precio ridículamente bajo para atraer a más clientes, y también para extender un poco la verdad entre el populacho. En su momento, los Hijos de la Misericordia alabaron a los Mataplastas por esa acción, pero una ve que la demanda aumentó, los Mataplastas rápidamente subieron los precios y comenzaron a acumular tantos beneficios como pudieron. Usaron esa pasta para formar el Gremio de Mercenarios, y la facción se volcó en el trabajo mercenario como su principal fuente de ingresos. Actualmente están ganando tanta pasta que podían hacer que un Acaparador se pusiese verde de envidia. Los Mataplastas están ganando más nuevos miembros y más poder cada día, y si (para un Mataplastas, es “cuando”) las facciones regresen al poder en la Jaula, estarán preparados para acumular tanto poder como puedan. Lo más probable es que Sigil sea de nuevo un campo de batalla antes de que las facciones puedan regresar, y lo más probable es que eso acabe siendo culpa de los Mataplastas.
OBJETIVOS
Poco después de formarse, los Mataplastas establecieron un gremio en Sigil llamado el Gremio de Mercenarios, que se encarga de la mayor parte de los negocios y presenta una fachada a la gente que desea alquilar sus servicios como mercenarios. Actúan como cazarrecompensas, y ahora (al contrario que antes de la Guerra de las Facciones) pueden actuar como juez, jurado y verdugo sin tener que preocuparse de los Cabezones o los Jefes molestándoles sobre los procedimientos adecuados. Lo Mataplastas están ocupando rápidamente posiciones de poder en la Jaula, sin esforzarse en tener sutileza o tacto. Hasta el momento, esta visión “sin tonterías” de la política les está granjeando mucho apoyo popular tras el Edicto de la Dama. Aunque todo este negocio “a la fuerza” puede acabar cansando ala gente de Sigil cuando las cosas se acaben calmando, los Mataplastas por el momento disfrutan del poder que ostentan, y no dejan que se les escape nada entre los dedos.
Mientras tanto, en Vorkehan, un ejército renegado de chusma suplicante, mercenarios planares, aquerenas (criaturas pajariformes nativas de Aqueronte) y varias criaturas de óxido atacaron desde abajo, oxidando las raíces de la ciudad desde el interior del cubo. El ejército, liderado por un aquerena llamado Mnarknak y un dragón de óxido anciano llamado Patynara, atacó durante la Guerra de las Facciones en Sigil y logró ganar la ventaja a los Eutanastas que se encontraban allí, que se hallaban enfrentados entre los viejos Eutanastas y los nuevos Mataplastas. Sin embargo, el ataque sólo reforzó la posición de los Mataplastas, ya que la mayoría de los antiguos Eutanastas se apresuraron a firmar y a convertirse en miembros de la nueva facción. Aunque Mnarknak y Patynara escaparon, la zona está ahora firmemente bajo control de los Mataplastas. Además, Coirosis, otro dragón de óxido anciano, se unió a los Mataplastas a las pocas semanas del ataque a Vorkehan, y ahora la facción tiene pleno acceso a las minas de Marsellin, donde un gran botín en máquinas de guerra se encuentra congelado en el hierro. Así, los Mataplastas están tratando de convertir a afilantes y otras criaturas inmunes a los efectos oxidantes del plano a su facción para poder acceder a ese tesoro sin tener que pasar a formar parte de él.
ALIADOS
Actualmente, a nadie le gustan los Mataplastas, salvo a aquellos a los que no les importa que estén metiendo sus manos en todas partes. Los Mataplastas ven a las demás facciones como débiles, estorbos o directamente amenazas para su poder.
ENEMIGOS
Hay mucha gente a la que no le gustan los Mataplastas, pero sus únicos enemigos reales parecen ser sólo los Hijos de la Misericordia y el Harmónium, ya que ambos ven a los Mataplastas como una amenaza para el bien. Los Xaositectos y la Liga Revolucionaria están en contra de la interpretación de la justicia de los Mataplastas, y a ninguna le importa mucho el creciente sistema de refuerzo de los Mataplastas. La resistencia activa aún se encuentra lejana, ya que los Mataplastas operan fundamentalmente en Sigil, pero las hostilidades están comenzando.