viernes, 28 de septiembre de 2012

Los cómics de Magic: the Gathering. Shandalar



Hoy, otro de los viejos cómics de Magic de Armada. Esta vez, Shandalar, donde veremos en acción a Leshrac y a Tevesh Szat, así como a mi querido nigromante Lim-Dûl. Shandalar es el plano en el que transcurre el antiguo videojuego de Magic del mismo nombre, Os dejo con los cómics para descarga, que tengo pendiente una partida a 5000 puntos ;)

Shandalar 1

Shandalar 2

jueves, 27 de septiembre de 2012

Eltharion (relato clásico, y 5)






Cuando sus habitantes hablaban lo hacían en susurros, y el opresivo silencio absorbía sus palabras. Las atronadoras voces procedentes de las lejanas montañas en erupción eran los únicos ruidos fuertes en la asediada ciudad que lloraba a sus muertos. Los ciudadanos abarrotaban las murallas esperando la llegada de la horda, y cada día que pasaba sin que se produjera ningún ataque, más que hacer disminuir su ansiedad, la incrementaba. Los rumores del espantoso hallazgo del Guardián flotaban sobre la ciudad y aumentaban el miedo. El fin estaba cerca y los ciudadanos de Tor Yvresse lo presentían.

Entonces, cuatro días después de la batalla de la Llanura, llegó el momento decisivo. Los habitantes de la ciudad despertaron con un ejército a sus puertas, y los cráneos corroídos por el fuego de sus muertos siendo arrojados por encima de las murallas por los grandes brazos de las catapultas de los goblins. Esto cesó cuando Grom avanzó montado en su carruaje, deteniéndose fuera del alcance de los lanzavirotes. En entrecortada lengua humana, dijo a los elfos que estaban condenados a menos que se rindieran inmediatamente y le reconocieran como su amo. Aquellos elfos que entendían el lenguaje de los hombres le hicieron burla en el lenguaje común, Grom se encogió de hombros y dio la orden de iniciar el asedio.

Las enormes torres rodaron hacia delante, mientras las catapultas y los arqueros goblin disparaban sus proyectiles hacia las murallas. Los defensores respondieron al fuego, pero no eran suficientes como para silenciar a los atacantes. Cuando las torres llegaron junto a las murallas, los defensores derramaron calderos de plomo derretido mágicamente sobre los goblins, y dispararon flechas con fuego alquímico sobre sus atacantes, pero no pudieron evitar la matanza. Colmillo Negro gesticuló y la tormenta estalló. La lluvia cayó de manera torrencial y extinguió los fuegos. Los relámpagos bailaban entre las almenas como llamas parpadeantes que surgían del infierno. Los defensores fueron abatidos de las almenas, y los goblins inundaron como una marea verde las murallas y la ciudad que había detrás.

La lucha fue despiadada, se luchó en las calles y en los palacios de la ciudad. Los goblins tenían la ventaja de la superioridad numérica, pero los defensores conocían hasta el último escondrijo, grieta y pasaje oculto de su ciudad. Los goblins de ojos amarillos cazaban a los elfos en la tormentosa oscuridad, y a su vez eran cazados. La sangre se mezclaba con la lluvia en las empapadas calles. La intermitente iluminación de los rayos iluminaba escenas de terrible furia y masacre. Una locura asesina se adueñó de todos los combatientes mientras los truenos retumbaban y los terremotos sacudían los edificios. Ambos bandos lucharon con una furia total, primordial, sin dar cuartel ni esperarlo. Las fuerzas de ambos bandos se dividieron en pequeños grupos por el laberinto de tortuosas calles; el curso de la batalla cambiaba constantemente al obtener uno u otro bando una superioridad local.

Cerca de medianoche, la situación parecía desesperada para los elfos. El Guardián de Tor Yvresse y Colmillo Negro se enfrentaron. El chamán dirigió a su serpiente alada hacia la torre del mago elfo, donde se hallaba el menhir principal de la ciudad. Las negras alas de Muerte Alada envolvieron el tejado de la torre. El Guardián salió a su balcón, y él y Colmillo Negro se enfrentaron. Se liberaron terribles energías mágicas. Hechizos de muerte silbaban por el aire y chisporroteaban al ser dispersados por contra-hechizos. Relámpagos encadenados vibraban y rebotaban contra escudos de luz. Dos dioses mortales luchaban en la parte más alta de la ciudad y todos los ojos, tanto los amarillos de los goblins como los azules de los elfos, estaban centrados en la torre.

El chamán hizo un gesto y las llamas envolvieron la torre. El Guardián las extinguió con una palabra. Colmillo Negro habló y su voz fue un trueno. La torre se estremeció y amenazó con desplomarse, el Guardián perdió el equilibrio pero logró agarrarse al balcón. Al perder momentáneamente su concentración, fue presa fácil para Colmillo Negro. El hechizo del chamán arrancó la carne de sus huesos y dejó tan solo un esqueleto en pie. Entonces el montón de huesos cayó a la calle. Colmillo Negro penetró triunfalmente en la torre. Había alcanzado el centro del entramado de energía que había estado destruyendo gradualmente desde que había encontrado por primera vez los menhires. Ahora estaba ante el menhir principal de todo el este de Ulthuan. La energía necesaria para causar la destrucción más completa estaba ahora en sus manos. Podía oír cómo bajo sus pies los guerreros goblins derrumbaban las puertas de entrada a la torre.

De repente, de entre la tormenta llegaron los elfos. La flota de Eltharion surgió desde el turbulento mar y penetró en el puerto. En una proeza de terrible habilidad marinera, los buques de la flota élfica cortaron las olas hacia las tranquilas aguas junto a los muelles. Cientos de endurecidos veteranos elfos desembarcaron. El propio Eltharion levantó el vuelo a lomos de Ala de Tormenta, buscando el asesino de su padre. El rugido de desafío del grifo retumbó por toda la ciudad. El ejército elfo recién desembarcado chocó contra la fatigada y empapada horda goblin y se abrió paso hacia la gran plaza en el centro de la ciudad. Los goblin retrocedieron ante el feroz ataque de los elfos.

Eltharion voló entre el viento y la lluvia. Sintió la presencia de Colmillo Negro y, lleno de terror, se percató de lo que el chamán goblin se proponía hacer. Sintió el gran flujo de energía que fluía por el interior del chamán, y supo que si no le detenía en ese mismo instante, todos morirían. Como para enfatizar la gravedad del momento, el suelo tembló. Palacios de siglos de antiguedad se derrumbaron enterrando tanto a goblins como a elfos entre sus ruinas.

Eltharion descendió del cielo delante de un grupo de élite de sus guerreros. Rápidamente les dijo lo que tenía que hacer y levantó nuevamente el vuelo, dirigiéndose a una muerte segura. De su mano extendida surgió un rayo de pura energía que atravesó las filas de goblins que se encontraban alrededor de la torre del Guardián; se trataba a la vez de un ataque y de un desafío.

Colmillo Negro percibió el nuevo desafío y salió a hacerle frente. Mientras lo hacía, el grueso de la fuerza de Grom se enfrentaba a los elfos en la plaza de la ciudad y las tropas de élite de Eltharion atacaban la torre del Guardián. En lo alto, sobrevolando la ciudad, Eltharion y Colmillo Negro luchaban mientras en la plaza se desataba la locura. Elfos y goblins cargaban y contra-cargaban. A la luz de los rayos de la tormenta, el grifo y la serpiente alada intercambiaban dentelladas y zarpazos. La espada hechizada del elfo chocaba con el báculo del chamán. Descargas de energía parpadeaban y relampagueaban.

Ebrio de poder y enloquecido de dolor, Colmillo Negro golpeaba a su adversario una y otra vez con mortíferos hechizos, cada uno más poderoso que el anterior. Sólo la férrea voluntad de Eltharion le permitió desviar los rayos; únicamente su decidida determinación de vengar la muerte de su padre le permitió soportar la agonía. Sin embargo, poco a poco el poder sobrenatural de Colmillo Negro empezó a superar al elfo. Perlas de sudor se mezclaban con la lluvia en el rostro del príncipe elfo. Sus otrora hermosas facciones estaban contraídas en una mueca de dolor. Tan solo podría resistir un golpe más.

Entonces ocurrió. Los elfos mataron a todos los goblins de la torre y llevaron a cabo el desesperado plan de Eltharion. Entonaron la Evocación del Fin ante el menhir principal.Toda la energía que fluía por él se detuvo momentáneamente. Colmillo Negro se detuvo a mitad de un hechizo, momentáneamente aturdido por la ausencia de energía mágica. Sabiendo que era la única oportunidad de que podría disponer, Eltharion atacó con todas sus fuerzas. Su espada mágica describió medio círculo, más rápida que el vibrar de la lengua de una serpiente. La cabeza de Colmillo Negro salió volando de sus hombros. Su cuerpo salió disparado de su silla de montar.

Más abajo, en la calle, Grom seguía luchando. Su despiadada hacha golpeaba a diestro y siniestro. Donde golpeaba, un guerrero elfo caía. A su alrededor, su guardia personal luchaba valientemente, animados por el valor de su general, confiando aún en la victoria. Lentamente, los elfos fueron expulsados de la plaza. Entonces el cuerpo sin vida de Colmillo Negro cayó a plomo desde el cielo, estrellándose frente al carro de Grom.El caudillo goblin se detuvo, aturdido por la muerte de su viejo amigo. Viendo paralizado a su general y a su invencible chamán muerto, los goblins se detuvieron.

Los elfos cobraron nuevas fuerzas con la llegada de Ala de Tormenta y Eltharion, y cargaron con renovada fuerza contra la horda. Los goblins murieron en masa; los pocos supervivientes fueron en primer lugar obligados a retroceder y, desmoralizados, acabaron huyendo. Ni los aullidos de Grom pudieron detenerles. Reconociendo su derrotam Grom se encogió de hombros y les siguió. Los elfos estaban demasiado exhaustos como para perseguirles.

Nadie sabe qué sucedió después. Eltharion penetró en la torre del Guardián con cuatro de los más valientes guerreros de la batalla. Se dice que pasó toda la noche allí, conteniendo la energía del menhir, tratando de estabilizar el vórtice. Salió por la mañana, con su rostro más sombrío que nunca. Ninguno de sus compañeros fue visto jamás. Habían pagado un precio terrible por la salvación de Ulthuan.

Eltharion salió a un brillante amanecer para agradecer los vítores de los allí reunidos. El sol brillaba; la tormenta había pasado. La luz del nuevo día no alegró a Eltharion. Ni la adoración de la muchedumbre ni las alabanzas de los guerreros pudieron dibujar una sonrisa en sus finos y pálidos labios. El horror por el que tuvo que pasar destrozó el resto de su vida. Hasta el fin de sus días fue conocido como Eltharion el Implacable.

Nadie sabe qué le ocurrió a Grom. Algunos dicen que murió a causa de las heridas causadas por Eltharion cuando se enfrentaron en el fragor del combate. Otros dicen que sobrevivió y que se abrió camino hasta las montañas corrompidas por la magia. Algunas historias cuentan que regresó al Viejo Mundo Montado sobre Muerte Alada. Madie lo sabe con seguridad. Nunca se volvió a saber de él. Eltharion fue nombrado el nuevo Guardián de Tor Yvresse, que ha gobernado justa y sabiamente durante muchos años. Sin embargo, en las noches de tormenta puede vérsele a menudo en los balcones de la torre del Guardián, meditando tristemente y con su cerrado puño hacia el cielo.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Eltharion (relato clásico, 4)

(Ir a la tercera parte)


Colmillo Negro sufrió un cambio. Pasaba más y más tiempo a solas. Dejó de comer y beber. Por la noche sus desquiciantes risotadas sonaban por todo el campamento, y aquellos que las oían se estremecían, aún siendo crueles de corazón y guerreros endurecidos. Aquellos que lo veían entre la oscuridad de la noche veían un extraño halo a su alrededor y notaban que tenía las mejillas hundidas y estaba flaco como un perro de caza. Sus ojos latían con una luz interior. Sus opiniones, nunca fáciles de entender en el mejor de los casos, se volvían aún más enigmáticas. Incluso Grom se preocupó por el estado mental de su viejo compañero de borracheras. Colmillo Negro parecía un enfermo que se hallaba en la última fase de una enfermedad incurable, distanciándose cada vez más de la vida y el mundo.

A la luz de la luna llena, Colmillo Negro miró al interior de un cuenco con sangre, tratando de adivinar el futuro. Mientras lo hacía, vio la ciudad de grandes capiteles de Tor Yvresse, construida sobre nueve columnas; las titánicas torres de sus palacios se comunicaban mediante puentes a cientos de metros sobre el suelo. Vio el ejército que se estaba reuniendo para enfrentarse a los goblins, y supo que pronto encontraría su primer gran reto. Informó de ello a Grom. Si era consciente del daño que le estaba haciendo a la tierra de los elfos al absorber su magia, nunca comunicó tal hecho a Grom.

El comandante del ejército de Tor Yvresse era Ferghal de la Lanza de Hierro. Era un buen guerrero, pero no era un general competente. Su elección para el bando supremo se debió a la influencia de su familia en la complicada y convulsa vida política de Tor Yvresse. Su compromiso honró a su antigua y orgullosa estirpe. Reflejaba claramente las debilidades de la sociedad élfica; su pasión por la intriga, la división del reino en facciones cuyos intereses se anteponían a los del reino en general, y su incapacidad para tomarse en serio a criaturas de vida más corta y poco sofisticadas como los goblins. Todavía se consideraba a la horda como un simple grupo de bárbaros que serían derrotados rápidamente por las armas y tácticas superiores de los elfos.

Designar a Ferghal para enfrentarse a un enemigo tan astuto, salvaje y mortífero como Grom fue como enviar a un niño a enfrentarse con un lobo hambriento. Los ejércitos se encontraban en una llanura a diez leguas de la ciudad. Si los elfos hubieran estado menos confiados en su superioridad habrían permanecido en el interior de sus torres fortificadas y habrían ganado tiempo para que llegaran los refuerzos.

El imparable ejército goblin cayó sobre los elfos. Grom dirigió personalmente a su horda en la carga. Su hacha cercenó la cabeza de Ferghal. Las ruedas con cuchillas de su carruaje segaban a los elfos como si fuesen espigas. Guerrero contra guerrero, los elfos eran superiores a los goblin. Sin embargo, los Altos Elfos estaban ampliamente superados en número, y el ímpetu de la carga Goblin penetró profundamente en las líneas élficas. Con la batalla convertida en un gigantesco combate cuerpo a cuerpo, los pieles verdes rodearon rápidamente los extremos de la formación élfica, y los guerreros elfos fueron atacados por todas partes a la vez.

Las lanzas golpeaban al frente. Los escudos desviaban los golpes de los garrotes. Las cimitarras chocaban contra las brillantes espadas largas. Gritos de batalla y gritos de muerte rasgaban el aire. Los lobos aullaban mientras se daban un banquete con los moribundos. Desde las alturas llegó el sonido del batir de correosas alas. El olor a sangre y ozono llenó el aire. Toda semejanza a una táctica se perdió en un inmenso combate cuerpo a cuerpo. Los combatientes chocaban pecho contra pecho y luchaban jadeando o intentando matar a su adversario cuanto antes. Ningún guerrero podía permanecer mucho tiempo en semejante torbellino de muerte sin caer.

En medio de la locura, Argalen, hijo de Moranion, se enfrentó a Grom. El joven elfo estaba loco de dolor y de furia. La visión de la capa de su padre, salpicada de sangre, apartó de su mente cualquier pensamiento excepto el de cobrarse venganza. La sed de sangre apartó de su mente cualquier intención de utilizar su magia. Se abrió camino a través de los goblins y saltó a la parte trasera del carruaje de Grom. Grom desvió su primer golpe con su hacha. Golpeó el pasamanos de bronce del carro. Entonces el jafe goblin descargó una furiosa tormenta de golpes sobre Argalen. Empuñada por el brazo de hiello de Grom, el hacha se tiñó de sangre élfica. Argalen cayó muerto.

Grom levantó su cadaver por encima de su cabeza y con un fuerte grito lo arrojó en medio de las tropas élficas. El ver caer el cadáver del valiente joven descorazonó tanto a los elfos que estos dieron media vuelta y huyeron. La batalla se convirtió en una desbandada. Los elfos que huían fueron abatidos mientras lanzaban sus escudos, daban la espalda al enemigo y huían. Menos de la mitad del orgulloso ejército élfico que acudió a la llanura de Yvresse sobrevivió. Aquellos que lo lograron fueron perseguidos por los jinetes de lobo hasta las puertas de la ciudad. Cuando vieron regresar a su ejército derrotado, las mujeres élficas que desde las murallas habían esperado para darles una bienvenida de vencedores, dejaron escapar un lamento fúnebre, llorando por sus padres y hermanos muertos.



Tan grande fue el lamento, que se dice que Eltharion pudo oírlo, aunque estaba en el mar a cientos de leguas de distancia. Se dice que en el momento en el que el cuerpo sin vida de su hermano cayó, dejó escapar un aullido de dolor y furia que hizo que todos los que lo oyeron se estremecieran y guardaran silencio. Poca alegría hubo en los barcos de la casa Moranion mientras navegaban de regreso al hogar.

Aquella noche en Tor Yvresse hubo un gran luto. La población se apiño temerosa alrededor del templo de Ladrielle. Negras nubes de tormenta volaban sobre la ciudad, cargadas con la amenaza de una lluvia torrencial. Un gran temblor hizo estremecer la ciudad e hizo que parte de la muralla que daba al océano se derrumbara sobre las olas. Los palacios se derrumbaron y muchos de los monumentos antiguos se desplomaron. Desde la torre más alta de la ciudad, el Guardián miró las estrellas, observó sus cartas astrales y consultó las runas, llegando a una conclusión que lo llenó de terror. Descubrió que el entramado de hechizos que mantenía el vórtice estaba empezando a desmoronarse. En su ignorancia, los invasores habían alterado las energías que podrían destruirlos a todos. Si no eran detenidos pronto, en primer lugar Tor Yvresse y después todas las tierras élficas se hundirían bajo el mar y las corrientes de magia maléfica inundarían el mundo.

Cuando informó de sus conclusiones al consejo de la ciudad, tuvieron lugar grandes discusiones. Algunos querían embarcar y partir antes de que llegara el cataclismo. Otros se negaban a abandonar su hogar ancestral y juraron que si su tierra iba a perecer, ellos perecerían con ella. Y otros se negaron a creer al Guardián, y decidieron efectuar sus propias observaciones.

Durante los tres días siguientes se produjo un breve respiro. Grom reagrupó su ejército y ordenó la preparación de más máquinas de asedio. Los goblins desnudaron a los muertos y quemaron los cadáveres en grandes piras funerarias. Las sucias cenizas de los quemados fueron arrastradas por el viento hacia Tor Yvresse y desmoralizaron aún más a sus escasos defensores. Colmillo Negro se sumergió aún más en su locura, mientras que la energía que fluía en él devoraba su cerebro y consumía su alma. Se sentaba alrededor de las grandes hogueras del campamento vociferando y estremeciéndose alternativamente. Sus continuas profecías de catástrofes inminentes hicieron que un extraño mal humor se apoderara de la horda.

A los goblins no les gustaban los bosques hechizados ni los temblores de tierra. La erupción de las lejanas montañas les puso nerviosos. Notaban vagamente que grandes y terribles sucesos estaban sucediendo, y se vieron poseídos por una absurda creencia en su victoria final. Pero no estaban seguros de que la victoria les fuera a reportar algo. Colmillo Negro aullaba que el mar devoraría la tierra y que los muertos superarían en número a los vivos. Y la gran tormenta que se concentraba sobre Tor Yvresse aún no había estallado.

Solo Grom parecía no estar preocupado mientras recorría las tiendas y las posiciones de los centinelas, con una pierna de ternera en la mano, una jarra de vino en la otra y su gran hacha enfundada en la espalda. Levantaba el espíritu de sus tropas mostrándose insensible al miedo. Pero incluso Grom,en el lugar más recóndito de su corazón, empezaba a sentirse intranquilo. Regaló al chamán la capa de Moranion, como muestra de que todavía tenía confianza en sus profecías, pero en realidad Grom ya estaba empezando a dudar del chamán.

Una vez finalizados los preparativos , Grom ordenó al ejército avanzar sobre la lejana ciudad. Grupos de goblins arrastraban con grandes cuerdas las recientemente construidas máquinas de asedio. Los jinetes de lobo exploradores recorrían el campo ante ellos. La horda marchaba al son de monstruosos tambores y la tierra temblaba bajo sus pies.

En Tor Yvresse, los defensores reunieron todas sus fuerzas. No quedaban muchos guerreros para disparar los enormes lanzavirotes de las murallas de la ciudad. Nunca la gran metrópolis había parecido tan vacía. Durante los últimos años, Tor Yvresse había estado siempre medio desierta. Las pisadas resonaban extrañamente en las estancias de los palacios, en el interior de los cuales la población vivía y soñaba. El número de elfos había descendido en los últimos milenios, y sus ciudades, construídas para albergar a decenas de miles de habitantes antes de la gran Secesión de los Elfos Oscuros, siempre habían parecido silenciosas. Pero esto era algo nuevo, la sombra de la muerte, permanente y terrible, flotaba sobre la ciudad y lanzaba una penumbra más profunda que el cielo nublado.

(mañana continúa)

martes, 25 de septiembre de 2012

Sobran las palabras...

No he podido resistirme...


El niño borracho (música de batalla, 27)


Nunca llegaré a comprender del todo la manera de vivir de los bardos, cuanto menos la de aquellos que han pisado el Niño Borracho, aunque admito que una parte de mí desearía ser como ellos. Llegan a la villa, acuerdan conmigo unos cuantos conciertos para entretener a la gente mientras bebe, y luego beben ellos hasta que me reingresan todo cuanto les he pagado; a veces hasta se dejan un poco más. Sin embargo, aún comprendo menos a los últimos que pisaron los tablones del escenario; llegaron presumiendo ser unos genios de la improvisación, pero lo que hicieron fue ponerse a tocar con una borrachera tal que diría que se atiborraron a propósito de algo muy nocivo. Tocaban como si cada uno tuviese en mente una canción distinta a la que el resto estaba interpretando y una vez terminado el concierto, ya más serenos, volvieron a aprovisionarse de vino, cerveza y los tabacos de Zhufar y Ulthuane y partieron hacia la siguiente aldea. Lo curioso es que reconocí a uno de ellos justo antes de que saliese por la puerta; era el mismo hombre, más flaco y barbudo, que estuvo tocando aquí aquella semana que los pieles verdes mezclaron sus setas con la mía pizza. ¡Já! Con lo estirado que parecía cuando lo conocí...

Mientras tanto, en otra línea temporal de un universo alternativo...

Bueno amigo mío, para mí ya ha acabado la semana en el Muchachuelo Achispado. He decidido sub-arrendar parte de mi negocio a la Corporación Imperial para tratar estabilizar en la facturación de la plusvalía de modo que al fiscalizar el patrimonio de los beneficios y sintetizando la amortización, al mismo tiempo que capitalizo los intereses mercantiles de las previsiones y canalizo los inventarios en función del debe y el haber*, he contratado los servicios de un joven que realizará la parte contratante de la primera parte que será considerada la parte contratante de la primera parte, para que sin abandonar mi lugar de residencia pueda tomar la parte totalitaria de la plusvalía en retribución de los servicios privativos que beneficia con carácter retroactivo-piramidal a la empresa que cede sus instalaciones y materias primas en pos de la parte lectivo-práctica en la formación de ese muchacho. Por cierto amigo, tienes que ver el Phaeton X-R5 último modelo que me he comprado. Te morirás de envidia, te lo aseguro; solo las llantas valen más que el tuyo.




Wah, wah wah, es lo más, tu y yo lo sabíamos ejém* perdón, no sé en qué estaba pensando. Bienvenidos una semana más a esta mini-sección de la Biblioteca. Hoy os hablaré de un grupo un tanto variopinto; Aktuala. Estuvieron activos durante la década de los setenta, tan solo sacaron tres discos y fueron pioneros en en la vertiente conocida como “músicas del mundo”. Yo lo catalogaría de folk progresivo, aunque también podría decirse que se dedican a la improvisación. Utilizan diversas flautas, sitar, djembés y otros instrumentos acústicos de una manera que puede ayudarnos a dar uno tono distinto en una partida en un mundo medieval.

Poco más puedo decir de ellos, salvo recalcar lo poco habitual de este estilo. A diferencia del folk más tradicional, sus integrantes tienden a irse cada uno por su lado y parece que ni siquiera fuesen capaces de tocar la misma canción. Sin embargo he de decir que funcionan bien y el resultado no deja insatisfecho.

Discos: Aktuala, Terra, Tappeto volante

Sabéis que no me agrada la idea de informaros solamente de la existencia de un par de discos. Walter Maioli, fundador de la banda ha creado desde entonces numerosos proyectos como Futuro Antico después de que el resto de integrantes se dispersaran. Grabó dos discos, uno en 1980 y otro en 2005 (no le pidáis regularidad a un músico)He aquí uno de ellos:

Dai primitivi all'elettronica - http://www.youtube.com/watch?v=Xk7OlQ9cM_U


Y parte de un disco suyo titulado “The etruscan flutes”, recogido en un vídeo demostrativo del Museo Nazionale Etrusco en Vitervo (Italia).



*: obviamente yo no he podido crear semejante locura xD


lunes, 24 de septiembre de 2012

Eltharion (relato clásico, 3)

(Ir a la segunda parte)


En su gran sala del trono, Moranion recuperó la consciencia y deseó no haberlo hecho. Sentía un terrible dolor. En el trono del señor elfo se sentaba Grom, sobre cuyos anchos hombros se hallaba la capa de piel de lobo de Moranion. Estaba flanqueado a su izquierda por el malvado viejo chamán, y a su derecha por un jorobado bufón goblin. Cuando intentó hablar, el bufón lo golpeó con una vejiga de orco inflada. Cuando trató de moverse descubrió que sus pies estaban clavados a una tabla de madera. Los goblins creían que esto era muy divertido.

En titubeante lenguaje humano, Grom preguntó cosas y alardeó de su conquista de Tor Yvresse. A través de sus magullados labios, Moranion lanzó una carcajada. Le dijo a Grom que esta no era la ciudad, que tan solo era un puesto avanzado. Durante un segundo hubo silencio, entonces Grom rió también. Estaba contento, hasta ahora había juzgado a los elfos demasiado débiles para dignarse a preocuparse por ellos.

La horda se puso de nuevo en marcha con rapidez. Grom ordenó atar desnudo a Moranion al frente de su carruaje. Al alejarse de la fortaleza, Moranion derramó amargas lágrimas, su hogar ancestral ardía en llamas. En el momento en el que miró por última vez, el tejado se vino abajo. Una estructura que había estado en pie durante dos milenios había sido destruída en un día por una tribu de bárbaros irracionales que no se daban cuenta de lo que acababan de destruir.

Durante todo ese largo día avanzaron a través de una tierra desierta y que estaba siendo arrasada con rapidez. Los exploradores de la horda habían masacrado poblaciones enteras de ciervos y habían talado árboles que habían formado parte del paisaje durante años. Campos de irremplazables hierbas medicinales, los únicos ejemplares de su especie, habían sido pisoteados por pies enfundados en botas de hierro. Los goblins arrancaban las flores y las esparcían, riendo como niños crueles. Siguiendo las instrucciones de Colmillo Negro, todos los menhires encontrados por la horda eran derribados. Al atardecer, el suelo se estremeció por un pequeño temblor. Solo Moranion, de todos los miles de seres presentes, comprendió lo que eso significaba. Sabía que pronto la marea de terribles energías mágicas crecería de nuevo con consecuencias catastróficas sobre Ulthuan y el mundo. Se estremeció al oír las insensatas carcajadas de Colmillo Negro. En la oscuridad pudo ver los ojos del chamán, que brillaban intensamente por la energía recién absorbida.

Al amparo de las sombras, los exploradores elfos supervivientes se deslizaron al interior del campamento entre los durmientes goblins. Encontraron a Moranion todavía atado a la parte delantera del carruaje en el que dormía Grom. Fueron tan silenciosos que ni los lobos se despertaron. Podrían haber conseguido liberar a Moranion, pero Grom era un goblin viejo y no dormía profundamente. Sintió la vibración de su carruaje al ser retirado el peso de Moranion y despertó con un rugido. Dos exploradopres elfos se abalanzaron sobre él. Grom agarró apresuradamente su hacha y los degolló.

Los elfos levantaron a su caudillo y corrieron entre los guerreros que comenzaban a despertar. Grom llamó a los arqueros. Los elfos se dividieron y corrieron en diferentes direcciones. Un grupo de elfos fue rodeado y se dispuso a resistir hasta el inevitable final. Los otros casi alcanzaron el lindero del bosque. En el mismo borde fueron abatidos por disparos de flechas. El propio Moranion cayó con dos flechas clavadas en su espalda. Intentó arrastrarse. Al hacerlo, otra flecha alcanzó su cuerpo y quedó inmóvil.



En ese instante, en el lejano norte de Ulthuan, el hijon de Moranion, Eltharion, yacía al borde de la muerte. Su respiración era superficial; los latidos de su corazón, lenot; y su frente estaba fría. Aun así, sus ojos se abrieron de golpe. Sintió una sombría presencia en la habitación y su padre se apareció ante él. La cara del viejo elfo estaba pálida y demacrada, sus ojos brillaban con una frialdad azulada y flechas de cruda fabricación sobresalían de su pecho. El hijo se estremeció, sabiendo que su padre había muerto.

El fantasma brilló y le habó, diciéndole que debía vengarle y detener a los causantes de todo ese dolor. Para salvar su tierra tendría que matar a quienquiera que llevase la túnica de lobo de su padre. Eltharion se incorporó hacia su padre, pero la mano de su padre se desvaneció antes de que pudiera estrecharla. Al mirar Eltharion hacia abajo, donde había estado el fantasma de su padre, tan solo vio la Espada Colmillo, la antigua reliquia familiar. Se inclinó y recogió la espada; sus nudillos palidecieron al cerrarse alrededor de la negra empuñadura del arma.

Cuando sus guerreros entraron en el pabellón de seda, se sorprendieron al ver a su comandante en pie. Eltharion parecía un muerto. Su mirada era fría, sus mejillas estaban hundidas y cuando habló había un amargo borde cortante en su voz que no tenía antes, y que ya nunca le iba a abandonar.

Montó en su grifo de guerra, Ala de Muerte, y ordenó a sus guerreros embarcar de nuevo en sus navíos. Les dijo que regresaban a casa. Nadie se atrevió a contradecirle. En lo alto y fuera de la vista de sus tropas, Eltharion maldijo a los dioses. El fuerte soplido del aire en sus oídos fue su única respuesta.

A medida que las fuerzas de Grom avanzaban hacia el sur empezaron a encontrar más resistencia. Destacamentos de exploradores de Tor Yvresse lanzaban rápidos ataques al flanco de la columna. Por la noche veían extrañas luces parpadeando entre los bosques, y cuando despertaban por la mañana los centinelas habían desaparecido. La tierra temblaba a veces bajo sus pies como una bestia azotada. Tuvieron algunas bajas, pero la sólida presencia de Grom y su liderazgo los tranquilizó.

(Continúa mañana)

sábado, 22 de septiembre de 2012

Eltharion (relato clásico, 2)



Los exploradores Altos Elfos encontraron la vanguardia del ejército de Grom en el Vado de Peledor. Permanecieron a la espera y lanzaron una lluvia de flechas sobre los Goblin cuando intentaron cruzar. Los goblin sufrieron grandes bajas y los gritos de burla de los Elfos les enfurecieron. Sin embargo, el viejo y astuto Grom había analizado con más calma la situación y envió un grupo de guerreros río arriba con órdenes de cruzar el río a nado y atacar a los defensores elfos por el flanco. Los elfos fueron expulsados del vado.

Recordando su juramento de no poner pie nunca más en un bote, Grom no cruzó el río en ninguna de las balsas construidas apresuradamente. En lugar de eso, ordenó a su guardia personal a meterse en el río con sus escudos sostenidos sobre sus cabezas, y Grom cruzó el Peledor sobre un puente de escudos. Tan solo tres de sus guardias personales murieron tratando de sostener su enorme peso.

En la otra orilla, los goblins descubrieron una gigantesca piedra erguida, uno de los menhires de los elfos. El chamán de Grom, Colmillo negro, examinó el monolito élfico grabado con runas y descubrió para qué servía: se trataba de un nexo conductor de una gran cantidad de energía. Los dioses oscuros sonrieron y el chamán consiguió unir su mente al menhir. La energía fluyó a través de él. Se elevó exultante en el cielo nocturno montado sobre su serpiente alada, Muerte Alada.



Al día siguiente, el ejército goblin llegó a la fortaleza de Tamarha. Contemplando el enorme palacio-fortaleza, Grom decidió que esa debía ser la ciudad de Tor Yvresse. Permaneció alelado durante unos instantes; su belleza le superaba. Como muchas ancestrales construcciones élficas, la torre parecía haber crecido de la roca viva, con sus torres elevándose desde su base de piedra como troncos de árboles petrificados. Ancestrales bajorrelieves ligeramente erosionados por el viento estaban esculpidos en sus muros. Bellas estatuas montaban guardia sobre el lago-foso ante la fortaleza. Sus ojos desprovistos de vida vigilaban el puente de entrada de basalto.

Moranion contempló desde su torre el ejército de criaturas verdes y supo que estaba perdido. El informe de los exploradores no le había preparado para la magnitud real del ejército que se extendía ante sus ojos. Cubría toda la sierra más próxima y fluía como una marea verde a través de la llanura, dirigiéndose hacia su hogar ancestral. Al frente del ejército vio la enorme silueta de Grom, cómodamente instalado en su carruaje de guerra. En lo alto, una poderosa serpiente alada surcaba el cielo con un chamán montado en su lomo. Los hechizos de ilusión que rodeaban Athel Tamarha se habían debilitado y desvanecido el día anterior. Al contemplar al chamán goblin, el viejo noble elfo supo el motivo; una nube de energía flotaba a su alrededor, más brillante que el relámpago, más terrible que cualquier dragón enfurecido.

“No sabe lo que hace”, pensó Moranion con un estremecimiento. Semejante volumen de energía acabaría consumiendo al chamán como una llama consume una rama seca aunque antes causará terribles estragos. El chamán había unido su mente a los conductos de energía mágica que los elfos utilizaban para mantener sus tierras por encima de las aguas.

Los menhires eran el eje de los hechizos que mantenían el Caos apartado del mundo; sus hechizos eran tan poderosos, intrincados y complejos que ningún mago viviente podía aspirar a reproducir. Salvo en momentos de gran necesidad, ningún mago elfo se atrevería a interferir con ellos porque, ¿quién sabe lo que le ocurriría si su equilibrio fuera alterado aún si solo fuera ligeramente? Era una amenaza a todo el continente de Ulthuan, no sólo a Athel Tamarha.

Con un poderoso rugido, los goblins avanzaron hacia el puente de entrada. Mientras lo hacían, la serpiente alada descendió en picado. De la mano de su jinete surgió un colosal rayo de energía. El olor a ozono llenó el aire. Las puertas de la fortaleza de Tamarha estallaron en mil pedazos. Moranion sabía que no tenía ninguna posibilidad de sobrevivir. La fortaleza disponía de pocos guerreros en ese momento; la mayoría eran viejos y jóvenes sin experiencia. No podrían contener a los goblins en la puerta de la fortaleza.

Grom dirigió su carro a través del puente, matando a todo al que se interponía en su camino. Penetró en el patio de armas, donde fue interceptado por Monarion. El viejo elfo llevaba una cota de malla plateada y una capa de piel de lobo blanco. En su mano sostenía una espada cubierta de runas, la Espada Colmillo. El viejo elfo le desafió. Grom bajó de su carruaje y avanzó entre los demás combatientes. Bloqueando con su hacha la espada del eflo, derribó al anciano guerrero con un golpe de su puño enfundado en cota de malla. Entonces se irguió lanzando gritos de triunfo entre sus guerreros, con el inconsciente Alto Elfo agarrado sobre su hombro.

La batalla terminó rápidamente. Los victoriosos goblins recorrieron las estancias del antiguo palacio, envolviéndose en los tapices, corriendo y brincando por los salones, desfigurando obras de arte de valor incalculable y rompiendo los brazos de las exquisitas estatuas. Alrededor de las hogueras avivadas por pergaminos irremplazables, los goblins bebieron los alucinógenos vinos de botellas que eran más viejas que algunos reinos de los hombres, y devoraron vorazmente los frutos de los más resplandecientes huertos.

(Continuará)

viernes, 21 de septiembre de 2012

Eltharion (relato clásico, 1)




Procedentes del este, como traídos por la tormenta, llegaron los Goblins. Cabalgaban sobre las olas en una flota de buques burdamente construidos, cada uno tripulado por cientos de guerreros pieles verdes. Llegaron a la pedregosa playa, con sus barcos maltrechos por el viento y sus velas hechas jirones. La mitad de los guerreros de la poderosísima horda se habían perdido. Habían perecido en el mar, muertos a causa del escorbuto, devorados por los krakens, sus buques habían sido arrojados contra las afiladas rocas y arrecifes, o sus mentes habían enloquecido por las ilusiones sufridas al navegar entre las Islas Cambiantes. Más de la mitad de la horda había desaparecido, pero los guerreros supervivientes no estaban desanimados. Dos veces diez mil vivían todavía, y sus ojos brillaban con una maldad desenfrenada.

Grom era su líder, de gran barriga, complexión fuerte, cruel de corazón y mente astuta. Siguiéndole, la horda había trazado una ruta desde el rocoso corazón de las Montañas del Fin del Mundo a través a través de las marcas del Imperio hasta las orillas del Mar de las Garras. A lo largo de esta ruta habían asaltado los castillos de los hombres y saqueado las tumbas de los reyes enanos. Habían derrotado ejércitos y masacrado incontables miles de personas. Grom podía haber edificado su imperio en el Viejo Mundo. Podría haber destruido los reinos enanos y haber edificado su imperio entre las ruinas, pero decidió no hacerlo, porque Grom tenía una visión. Sabía que su destino estaba al Oeste, en ultramar. Sus dioses habían hablado y le dijeron que él era el azote de los Elfos. Grom era la voz del Waaagh. Tocado por los dioses, era la viva encarnación del espíritu de conquista de su pueblo. De pie en esa maldita playa, había prometido a sus tropas nuevas tierras que conquistar, nuevos enemigos que aniquilar, nuevos tesoros que saquear. Grom había hablado y la horda le creyó, porque Grom verbalizaba los pensamientos que sus dioses habían colocado en todos sus oscuros corazones.

Habían construido inmensos cascarones flotantes y se habían hecho a la mar. Las corrientes les habían arrastrado muy al interior del Océano Occidental, hasta que la tormenta los atrapó en sus garras de hierro. Igual que la mano de un dios maligno, les arrojó a la costa de Ulthuan. El mar embravecido había obligado a regresar a puerto incluso a los transoceánicos buques Élficos, por lo que los guardianes de Ulthuan no sabían nada de la fuerza de invasión que se aproximaba. Los aullantes vientos partieron las nieblas mágicas que durante tanto tiempo habían protegido las Costas Orientales. Fue como si el oscuro destino deseara que esta maldición cayera sobre los Elfos.

Los barcos atracaron en Cairn Lortherl, en el reino que los Elfos llaman Yvresse. Grom mandó desembarcar a sus guerreros y luego ordenó quemar todas las naves. Cuarenta días con sus cuarenta noches en el mar habían acabado con la paciencia de Grom, que juró no volver a poner el pie sobre ningún tipo de barco.

Al son de los enormes tambores, la horda avanzó hacia el Sur, incendiándolo todo a su paso. Cayeron sobre los aislados puestos avanzados de los Elfos como hormigas guerreras puestas en marcha. En el pueblo de Kaselorne, un elfo moribundo reveló la existencia de la ciudad de Tor Yvresse, jurando que el Guardián de la Ciudad acabaría con todos ellos. Grom se rió en la cara del elfo y le dijo que se daría un banquete con el corazón del Guardián. Sin embargo, la historia del elfo de una ciudad de guerreros con cotas de malla de plata agitó el salvaje corazón de Grom, que supo que este era el lugar que debía conquistar. Sería la capital de su nuevo reino.

La noticia de la llegada de la horda llegó a la ciudad de Moranion, Señor de Athel Tamarha. El viejo noble elfo se mostró profundamente preocupado por las noticias. Su hijo mayor y la mayoría de sus tropas estaban en las lejanas tierras del Norte, luchando contra los invasores Elfos Oscuros. Su hijo más joven, Argalen, estaba en Tor Yvresse estudiando magia bajo la tutela del Guardián. El corazón del viejo elfo ya estaba apesadumbrado al llegar la noticia de que su primogénito, Eltharion, yacía en aquel preciso instante ante las puertas de la muerte, con la herida de una daga envenenada de un brujo elfo clavada cerca del corazón. Envió pájaros mensajeros al Guardián con las noticias de la llegada de la horda que se acercaba, y a continuación envió a los pocos exploradores que le quedaban para hacer un reconocimiento de la horda Goblin.

(continuará)

jueves, 20 de septiembre de 2012

Commander: Vampiros



La semana pasada mi fiel escriba skaven os habló de su baraja de Commander, la "Turbo Silvos", como la llamamos por aquí, una de las barajas con las que mis Fragmentados, mis Zombis o mi mazo rojo tienen que jugarse los cuartos habitualmente (por cierto, que pronto os hablaré de los cambios que he realizado en las 3 barajas, que no son pocos). Hoy mi Abogado Samoano va a hablaros de su baraja de vampiros, con la malvada Drana como Commander, una baraja muy dura que da muchos quebraderos de cabeza al oponente. Mi abogado os explica xD




Desde que conocí las Magic me sentí atraído por el color negro, por ello cuando descubrí el formato Commander me decante por un mazo de tal color. Barajando las opciones para hacerme mi primer mazo de éste formato descubrí las numerosas ediciones y cartas que habían salido desde la etapa en que dejé este vicio de la Magic, allá por Embestida. Por suerte, el reencuentro con viejos amigos me hizo retomar mi antigua afición y debo decir que el golpe en un inicio fue brutal, en el buen sentido de la palabra (puedes pasarte muchas horas delante de un ordenador mirando ediciones y ediciones para hacerte un mazo “al gusto” de un formato de juego que desconoces).



En fin, volviendo al objeto de ésta entrada, finalmente me decanté por un mazo de vampiros agro-control con Drana, jefe de sangre Kalastria como commander (al final siempre acabo en el bando de los muertos y en el caso de las magic siempre tengo que tener algo de control). El mazo tiene su base en el control black de toda la vida( corromper, drain life, fango mental, necropotencia, arcas de las Cábala...) pero añadiéndole una buena base de vampiros, ya que en el formato de Commander las criaturas con habilidades valen su peso en oro y los vampiros siempre dan la talla, tienen habilidades variadísimas, desde quitar cartas al oponente( ritualista caparazón sangriento), destruir criaturas( portero de Malakir) o hacer que tus tierras produzcan mayores cantidades de maná( Nirkana Revenant), y además aunque no sean máquinas de matar tampoco son mancos y los vampiros “gordos” vuelan, lo cuál siempre es una ventaja( sobretodo si el vampiro que tienes en la mano tiene sed de sangre).



El modo de encarar una partida con este mazo consiste en buscarte (si no te sale de mano) la necropotencia o la arena phyrexiana, para a partir de hay empezar a bajarte los vampiros, eso sí, intentando siempre mantener tanto el control de la mesa como de la mano del oponente con los diversos quita cartas que hay en el mazo( si le clavas a un mazo monocolor un persecute en el cuarto turno aún siendo la partida a 40 vidas ya tienes más de medio camino hecho, por desgracia para tu oponente). En caso de la mesa esté controlada por el oponente hay cartas como la Damnation, el mutilar, o el disco de nevinyrral que harán que todo vuelva a empezar( dicho sea con todo el respeto al color rojo y a su capacidad de destrucción sin control alguno).
Si logramos introducir a la commander en mesa, el oponente se lo pensará dos veces antes de bajar alguna criatura, y en caso de que tuviera alguna siempre te la puedes beber, su infinita ansia por beber sangre hace que con unas arcas de la Cábala, una lente extraplanar o un guantelete de poder el maná ese que en otras ocasiones puede que no tuvieras en que gastar sea aprovechado, además la ventaja de Drana es que no necesitita tapearse para hacer la habilidad.



Sin más dilación injustificada os dejo con el listado de las cartas que componen la baraja de vampiros, con Drana a la cabeza:

Criaturas:

1 x Mirri the cursed
1 x Parias vampiro
1 x Bruja sangrienta de Malakir
1 x Aristócrata Kalastria
1 x Ascendant Evincar
1 x Portero de Malakir
1 x Peón de Ulamog
1 x Arrogant Bloodlord
1 x Kalitas, jefe de sangre de Ghet
1 x Vampiro de Sengir
1 x Butcher of Malakir
1 x Ritualista caparazón sangriento
1 x Nirkana Revenant
1 x Guardián de la línea de sangre
1 x Halcón nocturno vampiro
1 x Vampiro cautivador
1 x Canciller del Dros
1 x Impostora oscura
1 x Skeletal Vampire
1 x Sangromancer
1 x Anowon, el Sabio de las Ruinas
1 x Sengir Nosferatu
1 x Señor sangriento de Vaasgoth
1 x Nócturnus vampiro
1 x Espanto sangriento


Conjuros:

1 x Edicto de cadenero
1 x Ashes to ashes
1 x Mutilar
1 x Damnation
1 x Demonic Tutor
1 x Implorar a la reina
1 x Tutor diabólico
1 x Festín de sangre
1 x Mind twist
1 x Persecute
1 x Fango mental
1 x Monomanía
1 x Drain Life
1 x Viento Pestilente
1 x Yawgmoth´s Will
1 x Sorin´s Vengeance
1 x Temporal Extortion
1 x Consumir el espíritu
1 x Corromper


Instantáneos:

1 x Ley diabólica
1 x Matanza
1 x Vampiric Tutor
1 x Pulso mortal
1 x Impulso alimenticio
1 x Zarcillos de corrupción
1 x Asesinato
1 x Adivinación esquelética
1 x Desmembrar


Artefactos:

1 x Ivory tower
1 x Guantelete de Poder
1 x Diamante carbonífero
1 x Sol Ring
1 x Nevinyrral´s Disk
1 x Extraplanar Lens
1 x Jet Medallion


Encantamientos:

1 x Necropotencia
1 x Vínculo sangriento
1 x Seal of Doom
1 x Arena phyrexiana
1 x Pestilencia
1 x Ascenso del jefe de sangre
1 x Pacto de las sepulturas


Tierras:

1 x Urborg, Tomb of Yawgmoth
1 x Lago de los difuntos
1 x Arcas de la Cábala
1 x Dust Bowl
1 x Strip Mine
1 x Maze of Ith
26 x Pantanos


Os dejo con un vídeo musical muy adecuado para este mazo vampírico, que seguro que gustará a mi Abogado Samoano xD





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