lunes, 29 de abril de 2013
Los bonitos recuerdos del Gran Nigromante: Empezando con las Magic
Hoy me siento nostálgico: he estado recordando mis inicios en esto del Magic, hace casi ya 20 años, y me apetecía hablar de ello. Me estoy volviendo un viejo nostálgico que atesora sus recuerdos ante las terribles vicisitudes de la vida: cada vez me parezco más al Hermano-Capitán Karslen de los Mil Hijos.
Mi entrada en el mundo de las Magic se produjo como resultado de un trato, un negocio. Yo era un chaval de 14 años que acababa de empezar al instituto, y hacía poco que era socio del club de rol local, donde iba a echar alguna partida a Warhammer (¡la cuarta edición!). Yo apenas conocía las magic de aquella, ya que en el club de rol se jugaba fundamentalmente al juego de cartas del Señor de los Anillos y a Super Gol, un juego de cartas de la liga de fútbol (¡sí, en el club de rol! Otro día hablaré acerca del club de rol y el fútbol, que tiene su miga xD).
Un día, en el instituto, se me acercó un chaval de mi edad (al que llamaré Mr. Hellblaster para preservar su anonimato xD) y me dijo que me había visto en el club de rol jugar a Warhammer, y que le gustaría aprender. De modo que quedamos en el club para echar una partida, y yo llevé mi ejército del Caos y el pequeño ejército Imperial que venía en el Battle Masters. El juego le encantó, así como el ejército Imperial, y me ofreció un trato: él me enseñaba a jugar a Magic y me hacía una baraja, y a cambio yo le daba los imperiales del Battle Masters. ¡Trato hecho!
Y así, Mr. Hellblaster me hizo una baraja y me enseñó a jugar. Mi primera baraja llevaba rojo, azul y verde, y tenía sus Lightning, sus Incinerate, sus Giant Growth e incluso algunos Power Sink y Spell Blast. Las dos cartas más potentes (y caras) que tenía eran un Juggernaut y un Shivan Dragon. Corrían los tiempos de Revised. Fue un aprendizaje muy duro: mi barajilla contra su pentacolor con veinte tierras dobles, Serras, Vampiros y demás. Pero el juego me enganchó, y empecé a hacer proselitismo. Muchos de mis amigos empezaron a jugar, y poco a poco fui cambiando el azul y el verde de mi baraja por negro (¡lo que podía encontrar, incluso Zombis dañinos! xD)
Unos meses después compré mi primer sobre, de la nueva expansión Ice Age, y me salió una carta que todavía conservo con cariño: una Necropotencia. Con esto quedó sellado mi destino, y supe que mis colores serían por siempre el rojo y el negro.
El año siguiente en el instituto fue de Magic total: varios compañeros empezaron a jugar también, y nos pasamos la mayor parte de los recreos echando partidas y partidas de Magic. He de reconocer que también nos saltamos muchas clases para ir a jugar a las Magic a la cafetería o al parque xD
Mi baraja fue mejorando a medida que iba añadiendo cartas nuevas conseguidas fundamentalmente cambiando: me hice con un Fork, un Demonic Tutor, una Wheel of Fortune, Sedge Trolls, Vampiros de Sengir, Hypnotic specter, otro Shivan Dragon..,. recuerdo aquella baraja: era muy potente (¿o me lo parecía a mí? xD) pero era casi imposible vencer a Mr. Hellblaster y sus Counter (¡ahí empezó mi odio al color azul! xD).
Recuerdo que acabé vendiendo la baraja, cuando la afición decayó, y me compré miniaturas (no recuerdo cuáles). Pensaba que sería la última vez con las Magic, pero me equivocaba (obviamente...). Tiempo después regresé a las Magic, cuando salió Éxodo, y me hice una baraja de Fragmentados, pero eso ya es otra historia...
Desde aquella temporada, las Magic me han acompañado esporádicamente durante muchas temporadas de mi vida. He comprado muchas cartas, y he vendido muchas cartas, pero al final he vuelto de una manera o de otra. Parece una maldición Vistaní...
Por cierto, Mr. Hellblaster: si lees esto, que sepas que tengo el que fue tu Fork original... jejeje...
jueves, 25 de abril de 2013
Nuevos altos elfos
Ya hace unos días que han aparecido en la red las fotos de la nueva White Dwarf con las novedades de altos elfos; no las había puesto aún porque no había tenido tiempo (véase la entrada anterior), así que, por si alguien no se había enterado, pongo aquí las imágenes (sacadas de ¡Cargad!). En cuanto me haga con una copia de seguridad del libro de ejército, lo analizaré.
Los nuevos Fénix: el de fuego y el hielo. Parece que podrán usarse como monstruos sueltos o como montura para un "Ungido" o para Caradryan.
El Carro volador tirado por un águila gigante. Vendrá con opción de lanzavirotes y de montura para personaje.
Los nuevos sombríos, aventuro que al mismo precio que los Malditos del Caos (10 por 40 euros)
La nueva unidad de arqueros con arcos mágicos... Últimamente a los de GW les encanta esculpir llamas o cosas ardiendo.
Nuevo mago de batalla, con una especie de medusa en la mano y una pose bastante chunga...
Alarielle, la Reina Eterna, regresa con nueva miniatura.
Por último, la Doncella de la reina. parece que no será una caja de regimiento, sino una nueva personaje especial. veremos qué sucede al final...
martes, 23 de abril de 2013
El fin de una Era
Recogiendo, recogiendo... |
Se acabó: nos han echado del local. Sucedió el martes pasado, y nos dieron una semana para llevarnos nuestras cosas; por eso no he publicado nada desde entonces (he estado muy ocupado embalando mis trastos y llevándolos a casa en sucesivos viajes).
Qué cantidad de trastos... |
Atrás quedan tres años en los que hemos disfrutado al máximo de la cueva del Niño Borracho: tres años en los que hemos echado miles de partidas, en los que hemos compartido mucho todos los que estábamos allí. Tres años de Warhammer, de Magic, de rol y de muchos otros juegos y proyectos, algunos de los cuales quedarán (por lo pronto) inconclusos. Tres años en los que nuestro grupo de juego se ha triplicado en número. Tres años en los que nos hemos hecho más viejos, pero que hemos disfrutado como cuando éramos chavales.
El mapa de la campaña, que de momento queda inconclusa. |
Ahora toca encarar el mundo de una forma diferente, sin nuestra guarida, nuestro refugio. Quizá echar alguna partida a Warhammer en casa de Ragnor, o Magic donde podamos. Trataremos de encontrar un lugar en el que continuar, al menos, la partida de Ravenloft con la que llevamos casi un año.
Tzeentch, Arquitecto del Destino, nos enseña que el cambio es bueno, es deseable. Quizá sea así, y todo esto venga para mejor. Quizá encontremos un lugar como el local, pero no puedo evitar sentir pena y nostalgia. Ahora sólo queda avanzar.
martes, 16 de abril de 2013
Una Liga Arena muy especial...
Hace años unos amigos y yo echamos una Liga Arena usando las cartas de "la caja de la morralla": a cada jugador se le daban 60 cartas al azar (podía elegir el color), y con eso y tierras básicas se tenía que hacer una baraja y jugar con ella contra los demás. Jugábamos con apuesta inicial (como en los viejos tiempos, aunque sea una práctica prohibida por Wizards xD), y cada ronda se daban cartas nuevas, con lo que las barajas iban mejorando. Tengo grandes recuerdos de aquella liguilla, y aún pienso a veces en la Giant Oyster de un colega, que causó sensación. Así que cuando hace una semana llegó un colega con su caja preparada para echar una Animalada, me animé y comencé a preparar una lista de cartas.
No quería que todo fuese morralla; más bien lo contrario, así que me puse edición por edición a seleccionar cartas desde Unlimited hasta Vientoligero, hasta que llegué a unas 250 por color, más doradas, artefactos y tierras no básicas. De la mayoría habría 4 copias, pero de algunas muy potentes incluiría menos (incluso sólo una, como el Mind Twist, el Time Walk, el Regrowth, la Balance, los moxes...)
Gracias a la magnífica impresora a color del Niño Borracho, sacamos las cartas con la opción de imprimir proxies de MagicCards, y preparamos los tacos por colores. En un principio, fuimos el Niño Borracho, el Abogado Samoano, Ertai y yo mismo, y decidimos hacer monocolores. Me quedé con el rojo, mientras que el Abogado Samoano se decantó por el negro (su color favorito, aunque haya sido corrompido por los malvados counters xD), el Niño Borracho por el verde (nadie dudaba :P) y Ertai... por el azul.
Y comenzó la liga. De inicio, obtuve la impresionante cantidad de 4 Granite Gargoyle, algunos Uthden Troll y una pequeña selección de chispas... Qué lejos quedan ya esos inicios...
Tras una semana echando partidas y partidas, nuestras barajas han mejorado sensiblemente. Las Granite han pasado definitivamente al banquillo, donde esperan con 2 Shivan Dreagon y 4 Balduvian Horde para una nueva baraja. Tres Ball Lightning y 3 Viashino Sandstalker, acompañados de un par de Gorilla Chaman, son ahora las únicas criaturas de mi baraja, acompañadas de 2 Lightning Bolt, 2 Incinerate, 2 Chain Lightning, 2 Fireblast, 4 Thunderbolt y 4 Pyrokinesis. Dos Howling Mine y una Wheel of Fortune me dan de robar.
La baraja del Niño Borracho tiene un par de Erhnam Djinn, cuatro elfillos de maná, cuatro centauros de Jolrael, una fuerza de la naturaleza, un Lhurgoyf y un Berserk: es bastante rápida (y su mox verde ayuda bastante en eso xD).
Ertai está jugando con los malditos Time Elemental y Stasis, y mata con Serendib Efreet o de aburrimiento. Obtuvo de inicio un Ancestral recall y un Timetwister, y también tiene el mox blanco (que le cambié por un Nevinyrral Disc).
Finalmente, el Abogado Samoano ha obtenido las mejores cartas: ya tiene 4 Hypnotic Specter y 4 Juzam Djinn, además de 3 Dark Ritual, la Necropotence, el Demonic Tutor y muchas otras maravillas, incluyendo un Mirror Universe y el Black Lotus (maná, loto, Juzam, vas).
Ya estamos pensando en introducir cartas nuevas, y las siguientes serán de Tempestad hasta Destino de Urza. Ya empezamos a acumular cartas para una segunda baraja, así que veremos qué trae la Tempestad...
lunes, 15 de abril de 2013
¡Nominado a los cuartos premios Wargamemanía!
Anoche, al llegar a casa y encender el ordenador, me encontré con un comentario de Homerleonidas informándome de que estoy nominado a la cuarta edición de los premios Wargamemanía, en la categoría de Mejor Blog del Año.
¿Qué decir...? Ante todo, muchas gracias a los chicos de El Quinto Destino por tenerme en cuenta un año más para el premio al Mejor Blog del Año, y por haberme puesto en una lista tan selecta con blogs geniales como ¡Cargad! o El descanso del Escriba, que sigo a diario (y creo que merecen el premio mucho más que la Biblioteca).
Os dejo el enlace a la página de Wargamemanía.
¿Qué decir...? Ante todo, muchas gracias a los chicos de El Quinto Destino por tenerme en cuenta un año más para el premio al Mejor Blog del Año, y por haberme puesto en una lista tan selecta con blogs geniales como ¡Cargad! o El descanso del Escriba, que sigo a diario (y creo que merecen el premio mucho más que la Biblioteca).
Os dejo el enlace a la página de Wargamemanía.
sábado, 13 de abril de 2013
Flaman: la serie. ¿Los Primarcas?
Hace ya un par de meses que Canal Sur ha comenzado a emitir la nueva serie de la productora Diffferent (creadora de la fantástica serie Malviviendo). Se trata de Flaman, una serie que me ha enganchado desde el primer capítulo. Y hoy quería hablar un poco de ella.
Flaman es la historia de Ezekiel, "El Zeki", un joven de 20 años que se va a vivir con su madre a Sevilla para estudiar informática. Y descubre que tiene superpoderes. Pronto, el friki de su clase se da cuenta y trata de enseñarle (junto a sus tres amigos tan frikis como él) a usar sus superpoderes utilizando todo lo que sabe de cómics. Pero Zeki es un cani, y tiene amigos canis, y el choque entre las costumbres de estos y de los frikis será hilarante. La trama se va complicando, y a partir de aquí hago un poco de spoiler.
Flaman, con su traje, y los cuatro frikis |
Resulta que el Zeki es hijo de un superhombre, igual que él. Y nieto de un superhéroe. Ese primer superhéroe ("Pepe Power" xD) fue el progenitor de veinte superhombres, veinte hermanos, cada uno con su personalidad y sus poderes... ¿Os suena?
La serie está plagada de referencias frikis: desde la obvia (y exageradísima) partida de rol hasta pósters frikísimos por las paredes, miniaturas del 40K o cartas de Magic tiradas por la mesa. Tiene tantas referencias frikis que he llegado a ver varias veces cada capítulo, y cada vez encuentro detalles nuevos. Y creo firmemente que David Sainz, director y guionista de Flaman ("el negro" xD), ha pensado en los primarcas al incluir los 20 hermanos con superpoderes...
Flaman, con Alfredo y con Ben, uno de los "Primarcas" xD |
Por lo pronto, ya se han emitido 10 capítulos de los 14 de la primera temporada; todos los martes por la noche en Canal Sur (o en Youtube, que es donde yo lo veo;)). Veremos si mi corazonada es acertada xD
viernes, 12 de abril de 2013
Milenio Siniestro (relato clásico de 40K, y parte 3)
(Ir a la segunda parte)
El gobernador era un hombre alto, de complexión fuerte. En su día había sido un guerrero, y sólo ahora había empezado a engordar. Se frotaba su cuidadosamente arreglada barba de chivo con sus regordetes dedos y ladeó su cabeza con un gesto de curiosidad, como si el que cinco mortíferos marines espaciales exterminadores se teleportaran a su sala de audiencias fuese algo habitual. Leyendo su aura, Stern podía ver que estaba más que loco. Estaba poseído.
Los hombres de la guardia del Gobernador, cuyos rostros de facciones endurecidas daban testimonio de los muchos horrores que habían presenciado, encañonaron a los Caballeros Grises. Murieron casi instantáneamente, barridos por el fuego de los bolter de asalto de las empuñaduras de las armas psíquicas. Los proyectiles caían como la lluvia sobre la tenue aura que rodeaba al gobernador. El poseído rió, y el sonido de su salvaje hilaridad resonó en la ricamente ornamentada sala.
"Seguro que puedes hacerlo mejor, Hermano Capitán Stern" dijo. Stern no dejaba de preguntarse cómo podía saber su nombre. Sin embargo, hacía mucho que se había acostumbrado a los poderes y conocimientos de estas poderosas criaturas, capaces de poseer a cualquier mortal. En vez de eso, inició el Exorcismo, recurriendo a toda la fuerza de su poderosa voluntad para enfrentarse a la criatura.
Mientras entonaba las primeras palabras del ritual, el Gobernador empezó a contorsionarse. Los músculos de su cuello se tensaron como las gruesas amarras de un barco. Parecía como si serpientes gigantescas estuvieran retorciéndose bajo su piel, deformando la silueta de su cuerpo. De repente, el hombre estalló, lanzando fragmentos de carne por doquier. La sangre salpicó la armadura de Stern. A continuación, ocurrió lo peor.
El esqueleto del hombre todavía se tenía en pie. Todos sus órganos internos estaban a la vista, revelando su pulsante horror. lenta pero constantemente empezó a regenerarse. Los músculos se desenredaron y las venas se desataron. A continuación toda la carne empezó a recombinarse para formar una nueva y horrenda figura. De algún lugar apareció masa adicional.
El monstruo era muy alto; tenía un largo cuello de serpiente rematado con un horripilante cráneo de bestia de presa y unas alas enormes que enviaban el apestoso olor corporal de la criatura contra los Caballeros grises. Una aureola de luz multicolor rodeaba su carne. Era un Señor de la Transformación. Y lo que era peor: era un Señor de la Transformación que Stern ya había visto anteriormente.
"M'Kachen" susurró Stern.
"Te dije que volveríamos a vernos, querido capitán" dijo el demonio con una voz extrañamente suave y seductora.
"Te expulsé una vez y volveré a hacerlo."
"¡Oh, capitán, me decepcionas! ¿No te das cuenta de que sólo estaba jugando contigo?"
"¡En nombre del Emperador, desaparece!" gritó Stern, lanzando un rayo de pura energía psíquica. El demonio trastabilló hacia atrás por el impacto, difuminándose su silueta. Por un instante parecía a punto de desvanecerse, pero logró resistir y su silueta se estabilizó.
"Si eso es todo lo que sabes hacer, capitán, encomienda tu alma al Caos." dijo el demonio sonriendo.
"¡Hermanos, fuego a discreción!" fue la única respuesta de Stern.
El gobernador era un hombre alto, de complexión fuerte. En su día había sido un guerrero, y sólo ahora había empezado a engordar. Se frotaba su cuidadosamente arreglada barba de chivo con sus regordetes dedos y ladeó su cabeza con un gesto de curiosidad, como si el que cinco mortíferos marines espaciales exterminadores se teleportaran a su sala de audiencias fuese algo habitual. Leyendo su aura, Stern podía ver que estaba más que loco. Estaba poseído.
Los hombres de la guardia del Gobernador, cuyos rostros de facciones endurecidas daban testimonio de los muchos horrores que habían presenciado, encañonaron a los Caballeros Grises. Murieron casi instantáneamente, barridos por el fuego de los bolter de asalto de las empuñaduras de las armas psíquicas. Los proyectiles caían como la lluvia sobre la tenue aura que rodeaba al gobernador. El poseído rió, y el sonido de su salvaje hilaridad resonó en la ricamente ornamentada sala.
"Seguro que puedes hacerlo mejor, Hermano Capitán Stern" dijo. Stern no dejaba de preguntarse cómo podía saber su nombre. Sin embargo, hacía mucho que se había acostumbrado a los poderes y conocimientos de estas poderosas criaturas, capaces de poseer a cualquier mortal. En vez de eso, inició el Exorcismo, recurriendo a toda la fuerza de su poderosa voluntad para enfrentarse a la criatura.
Mientras entonaba las primeras palabras del ritual, el Gobernador empezó a contorsionarse. Los músculos de su cuello se tensaron como las gruesas amarras de un barco. Parecía como si serpientes gigantescas estuvieran retorciéndose bajo su piel, deformando la silueta de su cuerpo. De repente, el hombre estalló, lanzando fragmentos de carne por doquier. La sangre salpicó la armadura de Stern. A continuación, ocurrió lo peor.
El esqueleto del hombre todavía se tenía en pie. Todos sus órganos internos estaban a la vista, revelando su pulsante horror. lenta pero constantemente empezó a regenerarse. Los músculos se desenredaron y las venas se desataron. A continuación toda la carne empezó a recombinarse para formar una nueva y horrenda figura. De algún lugar apareció masa adicional.
El monstruo era muy alto; tenía un largo cuello de serpiente rematado con un horripilante cráneo de bestia de presa y unas alas enormes que enviaban el apestoso olor corporal de la criatura contra los Caballeros grises. Una aureola de luz multicolor rodeaba su carne. Era un Señor de la Transformación. Y lo que era peor: era un Señor de la Transformación que Stern ya había visto anteriormente.
"M'Kachen" susurró Stern.
"Te dije que volveríamos a vernos, querido capitán" dijo el demonio con una voz extrañamente suave y seductora.
"Te expulsé una vez y volveré a hacerlo."
"¡Oh, capitán, me decepcionas! ¿No te das cuenta de que sólo estaba jugando contigo?"
"¡En nombre del Emperador, desaparece!" gritó Stern, lanzando un rayo de pura energía psíquica. El demonio trastabilló hacia atrás por el impacto, difuminándose su silueta. Por un instante parecía a punto de desvanecerse, pero logró resistir y su silueta se estabilizó.
"Si eso es todo lo que sabes hacer, capitán, encomienda tu alma al Caos." dijo el demonio sonriendo.
"¡Hermanos, fuego a discreción!" fue la única respuesta de Stern.
miércoles, 10 de abril de 2013
Milenio Siniestro (relato clásico de 40K, parte 2)
(Ir a la primera parte)
Su puño se crispó alrededor de su arma psíquica Némesis. La había purificado ritualmente él mismo; había sido bendecida en la capilla de la astronave y cubierta con los ungüentos adversos a los demonios de la disformidad. Con esta arma Stern había enviado a innumerables enemigos del Emperador a sus merecidos cementerios. Con ella había enviado a docenas de perdidos y condenados de regreso a sus hogares en la disformidad.
Observó una vez más a sus hombres, seguro de que su fe era más fuerte que el acero y más resistente que la maldad de los demonios.
Siendo niños habían sido seleccionados de entre las razas guerreras más feroces del Imperio y llevados a la fortaleza-monasterio de Titán, la mayor de las lunas de Saturno. Se les habían implantado las estructuras genéticas de su capítulo y habían sido transformados en robustos superhombres, capaces de resistir lo peor que el universo pudiera enviar contra ellos.
Habían superado un entrenamiento que habría matado a cualquier hombre inferior, y que solamente era el inicio de las pruebas. Cada uno de los presentes había resistido las seiscientas sesenta y seis pruebas, y había sobrevivido no sólo con su cordura intacta, sino reforzada. Formaban la élite del Imperio, lo mejor de lo mejor; los mejores guerreros con los que nunca había contado la humanidad.
Ninguno de ellos conocía su mundo de origen. Ninguno de ellos tenía lealtad alguna salvo para con su Capítulo y el Emperador. Estaban informados de todos los secretos de pesadilla que la humanidad había descubierto durante su larga expansión por la galaxia. Conocían todo lo que los humanos habían descubierto sobre los demonios del Caos y la disformidad que los contenía. Vivían con unos conocimientos que habrían acabado con la cordura de un hombre normal, y habían resistido. La pesada carga de hacer frente a las criaturas del Caos en cualquier lugar en que aparecieran para amenazar a los ciudadanos del Imperio eran su única razón de existir.
Las chispas aumentaron en intensidad una vez más, y por un instante la realidad comenzó a resquebrajarse. El aire brilló ténuemente y la temperatura descendió. Una fría niebla apareció en un área que instantes antes era cálida. Laski posó su mano sobre el panel y pronunció unas palabras místicas. Los amuletos protectores que llevaba brillaron saturados de energía. Una arruga de concentración cruzó la cara del tecnosacerdote mientras trataba de mantener las gigantescas energías del teleportador bajo control.
Stern se preguntó por un instante si alguna energía demoníaca estaba interfiriendo con el antiguo mecanismo del teleportador. La astronave estaba tan bien protegida como podía esperarse, pero Stern sabía como nadie que ninguna protección era infalible. De todas formas, si era cierto que los poderes del Caos estaban interfiriendo con su nave, no se podía hacer nada excepto rezar y tener fe en el Emperador.
De repente, Laski sonrió e hizo el gesto del Gran Reactor sobre su pecho. El aire brilló ténuemente una vez más. Unas llamas fosforescentes bailaron alrededor de las líneas del pentagrama. Por un instante el frío del espacio atravesó a Stern hasta los huesos. Oyó las balbuceantes voces de los demonios y el legamoso tacto de sus tentáculos. Trató de desecharlos como invenciones de su imaginación, pero una parte de su ser sabía que eran horriblemente reales.
La sensación duró sólo unos instantes, y a continuación se desvaneció lentamente como si se hubiera tratado de un sueño. Stern se encontraba en la sala del trono del palacio del gobernador rebelde. Mirando al hombre que se sentaba en el enorme trono de bronce, sabía que los peores temores de aquellos que habían informado de la revuelta estaban justificados.
(Ir a la tercera parte)
Su puño se crispó alrededor de su arma psíquica Némesis. La había purificado ritualmente él mismo; había sido bendecida en la capilla de la astronave y cubierta con los ungüentos adversos a los demonios de la disformidad. Con esta arma Stern había enviado a innumerables enemigos del Emperador a sus merecidos cementerios. Con ella había enviado a docenas de perdidos y condenados de regreso a sus hogares en la disformidad.
Observó una vez más a sus hombres, seguro de que su fe era más fuerte que el acero y más resistente que la maldad de los demonios.
Siendo niños habían sido seleccionados de entre las razas guerreras más feroces del Imperio y llevados a la fortaleza-monasterio de Titán, la mayor de las lunas de Saturno. Se les habían implantado las estructuras genéticas de su capítulo y habían sido transformados en robustos superhombres, capaces de resistir lo peor que el universo pudiera enviar contra ellos.
Habían superado un entrenamiento que habría matado a cualquier hombre inferior, y que solamente era el inicio de las pruebas. Cada uno de los presentes había resistido las seiscientas sesenta y seis pruebas, y había sobrevivido no sólo con su cordura intacta, sino reforzada. Formaban la élite del Imperio, lo mejor de lo mejor; los mejores guerreros con los que nunca había contado la humanidad.
Ninguno de ellos conocía su mundo de origen. Ninguno de ellos tenía lealtad alguna salvo para con su Capítulo y el Emperador. Estaban informados de todos los secretos de pesadilla que la humanidad había descubierto durante su larga expansión por la galaxia. Conocían todo lo que los humanos habían descubierto sobre los demonios del Caos y la disformidad que los contenía. Vivían con unos conocimientos que habrían acabado con la cordura de un hombre normal, y habían resistido. La pesada carga de hacer frente a las criaturas del Caos en cualquier lugar en que aparecieran para amenazar a los ciudadanos del Imperio eran su única razón de existir.
Las chispas aumentaron en intensidad una vez más, y por un instante la realidad comenzó a resquebrajarse. El aire brilló ténuemente y la temperatura descendió. Una fría niebla apareció en un área que instantes antes era cálida. Laski posó su mano sobre el panel y pronunció unas palabras místicas. Los amuletos protectores que llevaba brillaron saturados de energía. Una arruga de concentración cruzó la cara del tecnosacerdote mientras trataba de mantener las gigantescas energías del teleportador bajo control.
Stern se preguntó por un instante si alguna energía demoníaca estaba interfiriendo con el antiguo mecanismo del teleportador. La astronave estaba tan bien protegida como podía esperarse, pero Stern sabía como nadie que ninguna protección era infalible. De todas formas, si era cierto que los poderes del Caos estaban interfiriendo con su nave, no se podía hacer nada excepto rezar y tener fe en el Emperador.
De repente, Laski sonrió e hizo el gesto del Gran Reactor sobre su pecho. El aire brilló ténuemente una vez más. Unas llamas fosforescentes bailaron alrededor de las líneas del pentagrama. Por un instante el frío del espacio atravesó a Stern hasta los huesos. Oyó las balbuceantes voces de los demonios y el legamoso tacto de sus tentáculos. Trató de desecharlos como invenciones de su imaginación, pero una parte de su ser sabía que eran horriblemente reales.
La sensación duró sólo unos instantes, y a continuación se desvaneció lentamente como si se hubiera tratado de un sueño. Stern se encontraba en la sala del trono del palacio del gobernador rebelde. Mirando al hombre que se sentaba en el enorme trono de bronce, sabía que los peores temores de aquellos que habían informado de la revuelta estaban justificados.
(Ir a la tercera parte)
martes, 9 de abril de 2013
Milenio Siniestro (relato clásico de 40K, parte 1)
El Hermano-Capitán Stern estaba de pie justo en el centro del pentagrama de teleportación. Miró a su alrededor, observando a sus compañeros Caballeros Grises. Su penetrante mirada parecía examinar directamente el alma de cada hombre y buscar en ella algún defecto. Sus hermanos de batalla le devolvieron la mirada sin pestañear. Stern estaba convencido de que la fe que profesaban en el Emperador era inquebrantable, y que ningún pensamiento impío podía agrietar su armadura espiritual.
Los tecnosacerdotes vestidos con las túnicas ceremoniales se movían alrededor de los bordes del pentagrama con gran cuidado de no cruzar ninguna de las líneas plateadas y perturbar las fuerzas que pronto enviarían a los exterminadores a través de la disformidad al lugar en que podían enfrentarse al enemigo.
Los encapuchados aspirantes hacían oscilar sus incensarios automáticos. El olor del incienso purificador llenaba el aire. Cada joven entonaba los cantos llanos de su orden en consonancia con el medido sonido monótono de los gigantescos generadores. Sobre sus cabezas, unas grandes descargas eléctricas saltaban entre dos grandes esferas de vidrio, y por un momento el olor acre del ozono luchó con el dulzón de la Espantademonios y la Raíz Bruja.
Ante su panel de control, el Tecnosacerdote Jefe Jeronimus Laski efectuó los últimos ajustes en sus instrumentos. Las fosforescentes runas que cubrían el panel iluminaban su cara y le daban un aspecto extremadamente siniestro. Laski elevó una garra mecánica sobre su cabeza y los tecnosacerdores quedaron en silencio. El aire vibraba con la fuerza de las apenas contenidas energías de la ancestral maquinaria mientras se preparaban para cumplir la función para la que habían sido diseñadas.
Stern respiró profundamente y cerró los ojos. Comprobó sus bloques mentales y las pantallas de sus pensamientos, y, una a una, recitó las seis últimas de las seiscientas sesenta y seis palabras secretas. La tensión creció en la boca de su estómago. Intentó expulsarla.
Siempre le pasaba lo mismo antes de entrar en acción. No le gustaba la teleportación. Odiaba la repentina sensación de desintegración y el enorme frío, y el momentáneo roce de tentáculos de pesadilla mientras su cuerpo se hallaba de repente en otro lugar. Se recordaba a sí mismo que era su obligación acostumbrarse a estas cosas, y que había cosas mucho peores a las que enfrentarse en el transcurso de cada misión. Había cosas como los enemigos a los que pronto tendría que hacer frente.
Sintió un orgullo justificado por su capacidad para derrotar a los enviados del Caos. reprimió tal sentimiento de inmediato. El orgullo era uno de los seiscientos sesenta y seis pecados que permitían a los hijos de la disformidad poseer a sus peones mortales. ¿No había sucumbido a su orgullo el propio Señor de la Guerra, el mayor de los Primarcas elegidos por el Emperador? Había sido la locura de Horus la que le había hecho pensar que podía dominar al Caos en vez de ser su esclavo. Stern sabía que era una auténtica locura. Los demonios del caos no reconocían amo alguno excepto los cuatro propios Grandes Poderes. ¿Y qué eran estos sino demonios cuyo poder había aumentado hasta más allá de lo posible?
Stern sabía que tenía que estar aún mucho más en guardia, ya que era un psíquico, y los psíquicos eran especialmente vulnerables a las malignas influencias del Caos. Los psíquicos extraían su poder de la propia disformidad. ¿Y qué era la disformidad sino el océano inmaterial en el que nadaban los demonios? Stern sabía que tenía que estar en guardia contra la terrible atracción del Caos. Los demonios devoraban las almas de los psíquicos incautos, y se adueñaban de las cáscaras vacías de sus cuerpos para cometer innombrables actos de maldad entre los hombres mortales. Lo sabía porque había pasado toda su vida adulta cazando a esas criaturas.
(Ir a la segunda parte)
Los tecnosacerdotes vestidos con las túnicas ceremoniales se movían alrededor de los bordes del pentagrama con gran cuidado de no cruzar ninguna de las líneas plateadas y perturbar las fuerzas que pronto enviarían a los exterminadores a través de la disformidad al lugar en que podían enfrentarse al enemigo.
Los encapuchados aspirantes hacían oscilar sus incensarios automáticos. El olor del incienso purificador llenaba el aire. Cada joven entonaba los cantos llanos de su orden en consonancia con el medido sonido monótono de los gigantescos generadores. Sobre sus cabezas, unas grandes descargas eléctricas saltaban entre dos grandes esferas de vidrio, y por un momento el olor acre del ozono luchó con el dulzón de la Espantademonios y la Raíz Bruja.
Ante su panel de control, el Tecnosacerdote Jefe Jeronimus Laski efectuó los últimos ajustes en sus instrumentos. Las fosforescentes runas que cubrían el panel iluminaban su cara y le daban un aspecto extremadamente siniestro. Laski elevó una garra mecánica sobre su cabeza y los tecnosacerdores quedaron en silencio. El aire vibraba con la fuerza de las apenas contenidas energías de la ancestral maquinaria mientras se preparaban para cumplir la función para la que habían sido diseñadas.
Stern respiró profundamente y cerró los ojos. Comprobó sus bloques mentales y las pantallas de sus pensamientos, y, una a una, recitó las seis últimas de las seiscientas sesenta y seis palabras secretas. La tensión creció en la boca de su estómago. Intentó expulsarla.
Siempre le pasaba lo mismo antes de entrar en acción. No le gustaba la teleportación. Odiaba la repentina sensación de desintegración y el enorme frío, y el momentáneo roce de tentáculos de pesadilla mientras su cuerpo se hallaba de repente en otro lugar. Se recordaba a sí mismo que era su obligación acostumbrarse a estas cosas, y que había cosas mucho peores a las que enfrentarse en el transcurso de cada misión. Había cosas como los enemigos a los que pronto tendría que hacer frente.
Sintió un orgullo justificado por su capacidad para derrotar a los enviados del Caos. reprimió tal sentimiento de inmediato. El orgullo era uno de los seiscientos sesenta y seis pecados que permitían a los hijos de la disformidad poseer a sus peones mortales. ¿No había sucumbido a su orgullo el propio Señor de la Guerra, el mayor de los Primarcas elegidos por el Emperador? Había sido la locura de Horus la que le había hecho pensar que podía dominar al Caos en vez de ser su esclavo. Stern sabía que era una auténtica locura. Los demonios del caos no reconocían amo alguno excepto los cuatro propios Grandes Poderes. ¿Y qué eran estos sino demonios cuyo poder había aumentado hasta más allá de lo posible?
Stern sabía que tenía que estar aún mucho más en guardia, ya que era un psíquico, y los psíquicos eran especialmente vulnerables a las malignas influencias del Caos. Los psíquicos extraían su poder de la propia disformidad. ¿Y qué era la disformidad sino el océano inmaterial en el que nadaban los demonios? Stern sabía que tenía que estar en guardia contra la terrible atracción del Caos. Los demonios devoraban las almas de los psíquicos incautos, y se adueñaban de las cáscaras vacías de sus cuerpos para cometer innombrables actos de maldad entre los hombres mortales. Lo sabía porque había pasado toda su vida adulta cazando a esas criaturas.
(Ir a la segunda parte)
jueves, 4 de abril de 2013
¿El Heraldo de Mordheim...?
miércoles, 3 de abril de 2013
Altos elfos
Confirmado: el próximo ejército en ser renovado serán los detestables altos elfos. Ya hace un par de días que rondan las imágenes por ahí, pero entre unas cosas y otras no había tenido tiempo de ponerlas, así que, por si alguien no se ha enterado, aquí van (pinchar sobre las imágenes y abrir en una pestaña nueva para ver en tamaño grande):
Aquí podéis ver a Articuno y Moltres, los dos nuevos pokémon de los elfos.
Y aquí, el dibujo de lo que será, probablemente, portada del libro de ejército de los odiosos altos elfos...
Se va la regla de Siempre ataca primero (puede que quede sólo para los maestros de la espada), se va el estandarte del Dragón, y el Libro de Hoeth, desaparece o cambia a peor... Veremos qué sucede al final cuando salga el libro...,
lunes, 1 de abril de 2013
¡Cargad! nº 35
Después de un fin de semana un poco ajetreado, llego y me encuentro con que los chicos de ¡Cargad! ya han sacado el número 35 de su fantástico fanzine on-line.
Podéis descargarlo AQUÍ, en su página. Yo ya estoy haciendo lo propio, y a leer al Sr. Nehek...
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