martes, 15 de marzo de 2011

Trasfondo de Celtos (4: la tercera Fundación)

Recién traducido, el cuarto capítulo del trasfondo del Celtos.

LA TERCERA FUNDACIÓN

Tras la derrota de los Fir Bolg, los Aes Sidhe usaron su magia elemental para alzar imponentes fortalezas amuralladas, de un tipo nunca antes visto en Goria. En especial les gustaban los altos picos de roca donde la tierra se encontraba con el océano. En las costas occidentales de Goria los Sidhe levantaron sus ciudades más importantes. En el lejano norte, los Ía-Sidhe, súbditos de Branwyn, princesa del hielo, construyeron la ciudad de Findias. Al sur de Findias, los Carnac-Sidhe, siervos de Bran, alzaron la ciudad de Gorias, nombrada así por la tierra de la que los Sidhe habían brotado. Gorias se convirtió en la más importante de las ciudades Sidhe. Más al suroeste, unida sólo a Goria por un delgado istmo de tierra y alzándose en medio del embravecido océano, los Tairnach-Sidhe, súbditos de Avellin, alzaron la ciudad de Falias. Al sur de Falias y Gorias, los Aith-Sidhe, siervos de Gwydion, levantaron la ciudad de Murias. De este modo, la coste oeste de Goria se convirtió en una poderosa y continua fortificación desde el norte hasta el sur. Los Sidhe levantaron muchas torres además de sus grandes ciudades, y construyeron magníficas embarcaciones que navegaban en el viento, y no sólo en el agua. En muy poco tiempo, los Sidhe dominaban todo Goria.

Aunque los Fir Bolg habían sido expulsados de la tierra, poseían las formas de regresar. Las puertas del infierno podían ser abiertas tanto desde Goria como desde Anwyn, y la tierra nunca estaría en paz de nuevo. Los Fir Bolg cambiaron en Anwyn, y cuanto más tiempo pasaban allí, más sombríos y siniestros se volvían. Pese a estar muertos, muchos de ellos ansiaban la carne y la sangre de los vivos. Alímentándose de los seres vivientes evitaban desvanecerse permanentemente en las sombras.

También necesitaban sacrificios para su oscuro Dios Gusano, que ardían ante sus siniestras efigies. Esta carne y sangre, y estos sacrificios, eran tomados de los Sidhe. En noches oscuras, cuando la luna y las estrellas estaban en alineamientos funestos, los muertos regresaban para llevarse a los Sidhe a Anwyn. El conocimiento de los Fir Bolg de la magia de la muerte permitía a estos caminar temporalmente por Goria vinculando sus cuerpos a los huesos de guerreros caídos en otros tiempos. Una y otra vez los Sidhe rechazaron a los Fir Bolg con su magia, a veces invocando serpientes más antiguas que no habían despertado con el Gran Ritual de Unificación de Cernunnos. Finalmente los Sidhe perturbaron cosas tan profundas que los cimientos de la tierra se quebraron, y el mundo inferior comenzó a filtrarse.

El reino bajo Goria se llamaba Lochlann. Lochlann era un interminable sistema de oscuras cavernas; plagado de túneles medio inundados y traicioneras corrientes subterráneas. Había suficiente agua en Lochlann para llenar un océano. Y, lo que es mas, quedaría agua para llenar otro océano, dejando aún más agua restante. Profundo más allá del entendimiento. Las aguas de Lochlann se filtraron a Goria como el musgo verde en una turbera.

Con las oscuras aguas llegó la gente de Lochlann. Eran conocidos como Fomorianos, y eran terriblemente feos. Incluso más terrorífico que su apariencia era su temperamento. Eran los hijos del Caos y la Larga Noche, y odiaban a todos los seres vivientes, incluso a sí mismos. Beligerantes y brutales, cayeron sobre los Sidhe como una gran marea. La parte media de Goria era fundamentalmente plana, y debido a la filtración de Lochlann se había encharcado con pantanos y ciénagas, y otras extensiones de agua estancada. Fue desde esos lugares desde donde los Fomorianos atacaron. Hordas de demonios apestosos cubiertos de limo y escamas, retorcidos y deformados, se alzaron de las aguas y saquearon los asentamientos tierra adentro de los Sidhe. Muchos de los Fomorianos parecían más bestias que hombres, y en medio de sus filas había terribles criaturas de las aguas abisales. Algunos de estos demonios eran monstruos gigantescos, mientras que otros, los Destripadores, actuaban como monturas. Otros parecían encantadores y ultraterrenos, y ofrecían a los guerreros Sidhe la promesa de un cálido abrazo y más. Estas se llamaban Sirenas, y su reina era Domnu. Pero no eran lo que esperaban los hechizados guerreros Sidhe, y los fríos y húmedos brazos de las sirenas daban sólo muerte.

Excepto por las astutas sirenas, las tácticas habituales de los Fomorianos eran la ferocidad y una abrumadora superioridad numérica. Estaban felices de saquear la fértil tierra de Goria, matando a los Sidhe indiscriminadamente para apoderarse de sus reservas de alimentos y bestias. Entonces, arrasaban los asentamientos Sidhe, sólo por diversión. Con los Fomorianos llegó el denso y húmedo aire de Lochlann. Nieblas saladas oscurecieron la tierra con su llegada. El aire se hizo más pesado, y la lluvia llegaba poco después. Los Sidhe eran adversarios terribles, pero el precio de su inmortalidad era que no nacían niños entre ellos. Al principio las cosas iban mal para los Fomorianos; el poder que había desterrado a los Fir Bolg se volvía contra ellos desatado. Pero los Fomorianos criaron incontables hordas de bestias en la oscuridad, multiplicándose como sapos. Finalmente los Sidhe se convirtieron en una fuerza menor en Goria, y los restos de su pueblo se vieron forzados a abandonar el centro a los Fomorianos. Se retiraron a los altos picos de sus fortalezas costeras, donde las criaturas de Lochlann no pudiesen alcanzarlos. Allí los Aes Sidhe continuaron viviendo sus vidas inmortales, soñando con pasadas glorias y raramente aventurándose fuera de sus fortalezas. 

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