domingo, 28 de agosto de 2011

Bestiario del Viejo Mundo: Introducción




¡Saludos, buscadores! Tiene usted en su mano el trabajo de toda una vida. Para compilar esta obra he viajado miles de millas, aprendido docenas de lenguajes, luchado para salvar mi vida y mi alma, perdido mi mano izquierda ¡y casi mi lengua! Aunque la edad nubla ahora mis ojos, puedo ir contento al reino de Morr, sabiendo que todavía no ha sido publicado ningún escrito mejor sobre los monstruos del Viejo Mundo.

La mayor ironía de todas es que no tenía intención de escribir un libro como este cuando al principio me convertí en un hombre de letras. Cuando era joven, me acababa de graduar en la Universidad de Altdorf cuando tuve mi primer encuentro con un monstruo de verdad. Estaba cabalgando a Wurtbad para ver a mi familia cuando llegué hasta una dantesca escena de carnicería en el bosque. Una partida de guerra de hombres bestia había atacado a un grupo de peregrinos y los había matado a todos. Era una visión terrible, más aún debido a que un único hombre bestia se había quedado rezagado para alimentarse del cuerpo bastante grande de un fabricante de quesos. Cuando llegué hasta la escena, la criatura levantó la vista de su comida. Aún puedo ver su cabeza de carnero y los cuernos y la apariencia bestial de sus facciones. Puedo ver el modo en el que su boca ensangrentada echó espuma cuando comprendió que había carne más fresca de camino. Pude ver las oscuras profundidades de sus ojos y las crueles púas en su espada. Me ahogué en esa escena, aturdido, mientras el hombre bestia saltaba sobre los cadáveres y corría hacia mi caballo. Después de años e la universidad estaba tan acostumbrado a estudiar las cosas objetivamente que me hicieron falta unos segundos preciosos para comprender que no era el momento de ser indiferente. Esta criatura quería matarme, y necesitaba hacer algo al respecto antes de que el hombre bestia usara mis fluidos para tragar al fabricante de quesos.

Conseguí sacar, amartillar y disparar mi pistola justo a tiempo. El hombre bestia estaba en mitad de un salto. La bala de mi pistola le dio en el pecho y acabó con su vida. Mientras yacía y se moría, la criatura habló, o así me pareció que hacía. Sin embargo, no era un lenguaje que hubiera oído antes. Fascinado, desmonté y me aproximé al hombre bestia moribundo. Me miró con esos ojos y pareció maldecirme mientras moría. Me quedé allí un largo tiempo, contemplando el cadáver. Estaba claro que el hombre bestia era un monstruo, pero ¿qué más sabíamos de esas criaturas? Estaba claro que tenían un lenguaje, y parecían tener una especie de sociedad. Me pregunté qué era lo que les hacía ser monstruos. ¿Qué podría aprender la humanidad de tales criaturas para salvaguardarse de mayores depredaciones? Descubrir tales verdades y expandir el conocimiento de nuestro glorioso Imperio... decidí que tal cosa sería una valiosa empresa.

Y así es como comencé. Mi curiosidad floreció en una serie de viajes, cada uno más peligroso que el anterior. Cincuenta años pasé en el camino, reuniendo toda la información que pude encontrar. Debería haber muerto más de cien veces, pero el Destino era mi guía. Perseveré y, con el transcurso de los años, el libro tomó forma. El resultado de esas décadas es Bestias peligrosas: Un estudio de criaturas bellas y terribles.

Sin duda notaréis, gentiles lectores, que gran parte de este libro consiste en anotaciones o testimonios transcritos de testigos, expertos y hasta algún tonto. Era mi intención mostrar una variedad de opiniones e ideas de esas criaturas, con palabras de hasta el más ignorante de los campesinos o el más eminente estudioso. También he añadido mis propios pensamientos, basados en mi investigación, entrevistas y descubrimientos. Si Shallya me otorgara más años de vida aún podría escribir sobre mis propias aventuras compilando este libro, pero tales detalles no son relevantes para este trabajo, y mi orgullo no es tal que deba convertir este libro en mi historia.

Comencé este tomo como una búsqueda de la verdad, y aunque estoy seguro de que la verdad se encuentra en estas páginas, aún así no puedo discernir dónde se halla realmente. He querido iluminar las amenazas a las que se enfrenta el Viejo Mundo, pero sólo Sigmar puede protegernos de las maquinaciones del mal y el enemigo interior. Que él nos guíe y vele por todos nosotros.

ODRIC DE WURTBAD, AUTOR DEL BESTIARIO DEL VIAJO MUNDO

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