Sir Gilbert azuzó a su fatigada montura para internarse en la lúgubre aldea. Los caminos estaban en terrible estado; le costó creer que aquella era la ruta de Nuln. Sin embargo, los barqueros halflings habían insistido bastante en que aquel era el camino correcto. Si el inútil de su escudero no se hubiera dejado matar en Wisenburgo, Gilbert no tendría que haberles dirigido la palabra a esos halflings de sonrisa burlona. ¡Leer mapas y estimar rutas no era labor para un caballero bretoniano!
Al fin llegó a lo que parecía una posada. Había burdos emblemas pintados en la puerta. "Típica superstición campesina", pensó Gilbert. El caballero aporreó la puerta con su enguantado puño. Nadie respondió. Continuó golpeando hasta que finalmente respondió una voz.
-¡Marcháos!-gritó la voz.
-Abrid esta puerta de inmediato-dijo el bretoniano-. Soy sir Gilbert de Arnaud, caballero andante de su piadosa majestad el rey Louen Leoncoeur, y solicito una habitación y comida para esta noche. ¡Abrid!
-Ni aunque fuérais el mismísimo Gran Teogonista -contestó la voz-. No podéis entrar -Gilbert oyó otras voces en el interior. ¿Acaso estaban burlándose de él?
-Escuchadme, miserables campesinos. ¡Abrid esa puerta ahora mismo o cuando llegue a Nuln me aseguraré de que la condesa Emmanuelle borre esta aldea del mapa!
Esta vez no hubo error posible. La muchedumbre del interior de la posada estaba riéndose a carcajadas. Cuando se callaron, la voz dijo:
-Id y contádselo a la condesa. Ella no tiene poder aquí. Esto es Silvania, escudero.
-¡No soy escudero!-gritó encolerizado Gilbert. Decidido a enseñar a esos campesinos a respetar a sus superiores, el caballero asió el pomo de la puerta. En ese momento, se rompió la quietud de la noche. El bretoniano pudo oír fuertes pisadas camino abajo. Era un paso firme, como una marcha militar. Gilbert se animó. Tal vez fuera un regimiento de soldados imperiales. A buen seguro que un caballero andante podía contar con su hospitalidad.
Sir Gilbert caminó hasta el centro de la aldea para saludar a los soldados. Pronto pudo ver las apretadas filas de guerreros en formación. Se acercaban perfectamente ordenados, con las armas al hombro. Gilbert quedó impresionado por la disciplina de la tropa, y estaba a punto de decir algo cuando las palabras murieron en sus labios. A la luz de la luna sir Gilbert pudo ver que no se trataba de soldados imperiales, sino de criaturas de ultratumba. La carne colgaba de sus esqueléticos rostros, en cuyas cuencas vacías ardían rojos orbes. Las palabras del campesino resonaron en su mente.
"Esto es Silvania, escudero..."
Sir Gilbert de Arnaud, caballero andante de Bretonia, desenvainó su espada y se preparó para vender cara su vida. Dentro de la posada ya nadie se reía.
Muy buen relato, a que libro pertenece al libro de ejercito o al libro de black library de bretonia que solo esta en ingleS?
ResponderEliminarEs del "Herederos de Sigmar", de Warhammer Rol 2ª edición.
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