viernes, 2 de julio de 2021

Warhammer es un juego para disfrutar entre amigos

Vengo a traeros una entrada algo emotiva por mi parte. Hay poco que contar, y ni siquiera voy a contarlo todo pero igualmente quiero hacerlo. Llevo poco más de diez años jugando a Warhammer Fantasy. En todo ese tiempo no solo ha crecido el número de miniaturas que tengo, sino también el número de ejércitos, y todos ellos tienen una historia que merece ser -al menos- resumida.

Empecé a jugar con Skavens, tras la salida de la Isla de Sangre para jugar con mis amigos. Acababa de quedarme sin trabajo por aquel entonces, y decidí invertir -sí, "invertir"- aquel finiquito en un ejército con el que jugar con mis amigos bastante a capricho. Yo solo sabía que quería un ejército divertido, ganase o perdiese. Y os aseguro lo disfruté mucho. Unas veces ganaban ellos y yo casi ganaba otras, creció en número hasta límites que no sospechaba y aprendí a disfrutar de Warhammer con él.

 

Mis 12000 puntos de Skavens contra los 12000 puntos de No Muertos de Yibrael

Le siguieron los Enanos del Caos. Siempre fue un ejército que me llamó la atención, tanto por su estética como por su trágica historia. Porque el hecho de ser un orgulloso lleno de una triste rabia y rencoroso con los quienes los traicionaron y/o abandonaron forma un poco parte de mis mejores defectos -estoy tratando de pulir ese aspecto de mi personalidad-. No estaba pasando una buena racha, y Yibrael hizo el esfuerzo de regalarme el batallón de Mantic, y aprovechando las reglas de La Legión de Azgorh comenzaron mis andaduras enaniles.

La última batalla que he jugado ha sido con ellos, aliado con sucios Druchii

Después vinieron los Orcos. Esto fue bastante fortuito, a la par que inevitable. Todo comenzó con una visita a las jornadas Arkadia en Barakaldo; una excusa tan buena como cualquier otra para visitar a Bairrin y Endakil. Al final y como obsequio regalaron miniaturas a los presentes, y me volví con dos miniaturas de Orcos; uno de los primeros personajes de MOM, y una miniatura de orco que años más tarde averiguaríamos que era un orco del HeroQuest 25º. Ello unido a que de repente me ofrecieron la parte de los orcos de la caja de inicio de sexta a muy buen precio -y por duplicado- hizo que me dejase llevar por el Waaagh!, y actualmente los estoy jugando en una liguilla que tenemos en la asociación con 10 jugadores.

El ejército de la liga a 2999 puntos, con unidad de Orcos Salvajes recién clonada

Quienes seguís este errático blog sabréis que después llegaron los Halflings. No sé por qué, puede que películas como Willow o la trilogía de El Señor de los Anillos me impactasen muchísimo cuando era más chaval. El caso es que desde que tuve la oportunidad de hacer la lista de ejército de la Asamblea para Reforged me obsesioné bastante con el tema. Disfruté muchísimo con ello, y aunque fuese por mis narices tenía que hacer ese ejército. Solo puedo decir que el esfuerzo mereció la pena con creces. Tienen enormes debilidades, pero mis amigos han aprendido a respetarlos y vivo cada partida con la emoción de saber que, si consigo ganar, será una victoria épica.

La última foto de familia que saqué con todo lo pintado, espero actualizarla pronto

Y por último, llegaron los Hobgoblins. Evidentemente, todo comenzó por la necesidad de incluir algunas unidades en mi ejército de Enanos del Caos. Me fijé en los orcos del juego de miniaturas de ESDLA como una alternativa barata para representarlos. Yibrael ya había rescatado a Gorduz de la -bendita y santa- caja de restos y me ha "escracheado" cuatro carros. Yo solo había comprado unas cuantas miniaturas en el puesto de MerKachusta en las Freak Wars '19. A consecuencia de Reforged he conocido a mucha gente, y entre charlas mencioné la idea y hubo un par de personas -a las que ya apreciaba muchísimo, he de decir- que se ofrecieron a regalarme los orcos que tenían, todo a cambio de saber que alguien les iba a dar un uso. Y no podría estar más agradecido por ello.

Llevará trabajo, pero algún día quedará alucinante

No sé si os habéis dado cuenta del patrón que se repite a lo largo de estos ejércitos (o sí, si has leído el título de la entrada). De no ser por mis amigos y por todas las maravillosas personas que he conocido (tanto en internet como en persona) a lo largo de todos estos años, nada de todo esto hubiera sido posible. Nos apoyamos los unos a los otros, entregando nuestro tiempo, esfuerzo y/o dinero y damos lo mejor que tenemos para poder disfrutar de una tarde divertida con aquellos a los que apreciamos.

Pero tampoco quiero que este post se convierta del todo en el típico escaparate de buenrollismo happyflower. Voy a recordar también que una forma que tenemos de agradecer a nuestros oponentes el tiempo que nos dedican jugando partidas es aprender y crecer como jugadores. Yo no le hago a mis amigos aquello que no me gusta que me hagan (un ejemplo, detesto cuando Elric no me desafía en los combates para luego pegarme a mi porta de batalla con su héroe, un oficial y un soldado aleatorio que pasaba por allí), pero no puedo enfadarme cuando me las hacen porque son lícitas. Es lo que conlleva jugar a la guerra.

Además, estar a la altura de nuestro rival no debe ser solo motivo de orgullo propio, sino una muestra de respeto hacia alguien que -probablemente- no solo quiera emplear el tiempo que conlleva preparar una partida para realizar un choque de trenes y tirar un barril de dados en ataques. A fin de cuentas, hay jugadores que pueden cansarse de jugar con alguien que parece no aprender ni presentar un desafío. Ya mencioné otras veces que un jugador de Warhammer puede ser muy diferente de otro. Los hay mejores en táctica, otros haciendo listas, otros que sepan percibir mejor el fluir de la batalla, que sepan aprovechar mejor o peor las debilidades del oponente, más trasfondísticos a la hora de componer sus ejércitos que otros más heterogéneos, o que sean más o menos afilados a la hora de ejecutar sus planes. Y todos convivimos bajo las mismas reglas.

Quizás en una liga o torneo puedas encontrarte sorpresas más o menos desagradables, según tus gustos, pero en los encuentros o jugando entre amigos las cosas podrían solucionarse con un poco de diálogo previo. Y sobre todo aprendiendo tácticas de batalla para tratar de lidiar con lo que sea que nos pongan delante. Si la táctica de tu rival te destroza el ejército, no puedes quejarte de que las reglas de tu ejército son peores. Sin olvidar que también influyen el modo de hacerse las listas y la suerte en los dados, que siempre están ahí. Son muchas las variables que engloba este juego, pero cuando éstas se equilibran dan lugar a una de las experiencias más divertidas y emocionantes que hay. Y no me refiero únicamente a la batalla en sí misma.

Sed buenos, no os peleeis, aprended de vuestros errores y disfrutad de las partidas, porque esa ha sido siempre LA REGLA MÁS IMPORTANTE.

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