Este relato es una adaptación del trasfondo clásico de tres escenarios de 1ª y 2ª edición de Warhammer Fantasy Battles: El Magnífico Sven, El Santuario de Rigg y La leyenda de Kremlo, el Slann. Para ello actualicé su contexto al marco creado por Bill King entre las ediciones 4ª-7ª de WHFB, eliminando conflictos de canon, siguiendo la línea temporal de la Tormenta del Caos y unificando las diversas historias de un trasfondo de las primeras ediciones que todavía estaba por madurar. Espero que os guste y que por supuesto sirva de cariñoso homenaje a la memoria de uno de los primeros diseñadores que tuvo WHFB así como al legado que nos dejó sobre Lustria, Norsca y Amazonas.
LA HISTORIA HASTA EL MOMENTO...
Lustria es un continente inmenso y controlado por la incesante vigilancia de los Hombres Lagarto. Sus Ciudades-Templo son el hogar de esta raza, inmensas construcciones donde su esquematizada civilización continúa prosperando con el fin de llevar a cabo el plan de los Ancestrales, auténticos bastiones que saben defender de cualquier enemigo. Pero fuera de estas ciudades se encuentra la espesura de la jungla, donde pueden encontrarse con otras razas y seres que ansían hacerse con sus riquezas y antiguos conocimientos.
La que en otro tiempo fue parte esencial en la culminación de los planes de los Ancestrales se había visto mancillada por los fracasos previos a la creación de los Hombres Lagarto. La mayor de sus manchas es la de verse obligados a convivir en el mismo territorio que en el resultado de los experimentos de la Ancestral renegada, Rigg: las Amazonas. En la época previa a la Gran Catástrofe, el resto de ancestrales consintieron los experimentos paralelos del la Ancestral y durante aquel período ambas razas mantuvieron una coexistencia cordial. Sin embargo, tras el colapso de los portales y la devastación que supuso para el mundo la llegada del Caos, las Amazonas decidieron refugiarse para resistir el asalto mientras los Hombres Lagarto sufrían el grueso del ataque de los demonios. Desde entonces ambas razas permanecen apartadas la una de la otra, y de este modo el conocimiento de los Ancestrales continúa dividido.
Con el paso de los siglos, los humanos consiguieron encontrar el camino de regreso a Lustria. Si bien algunos lo intentaron y no vivieron para lograrlo, el primero que lo consiguió fue el explorador nórdico Losteriksson. Los humanos consiguieron establecer una colonia a la que llamaron Skeggi en las cercanías de la Ciudad-Templo de Hexoatl. Si bien las intenciones de los colonos eran evidentes para los Hombres Lagarto, inicialmente no les consideraron una amenaza y las gentes Losteriksson parecían conformarse con recoger algunas baratijas de los templos devastados, y cuando algún incauto posaba sus manos en algún objeto verdaderamente preciado para ellos sabían cómo hacerles entender su error. Pero las historias sobre marinos que habían viajado hacia Lustria para regresar inmensamente ricos pesaban más en los corazones que las de los drakkars que partían con cincuenta hombres para regresar con diez, o directamente no hacerlo.
Con el paso de los años otros hombres fueron tomando el lugar de Losteriksson, las historias de riquezas atraían tanto a bárbaros nórdicos de toda índole como a enanos que parecían poseídos por la fiebre del oro. Tras Losteriksson, Skeggi no había tenido un gobernante respetable y los diversos caudillos cobraban peajes a todo aquel que quisiera entrar o salir del continente. La que otrora fuera una colonia próspera pasó a ser famosa a ser infame a los ojos de los hijos de quienes la erigieron. Skeggi se había convertido en la puerta de entrada a Lustria para los bárbaros adoradores del Caos, y aquellos que entendían mejor las señales y enseñanzas de la jungla en Skeggi decidieron partir hacia la espesura con la esperanza de encontrar su lugar más allá de aquellas costas.
Se desconoce por tanto la fecha en la que fue fundada la aldea de Vastervik, aunque se sabe que se encuentra en algún lugar al sur de Skeggi navegando por las aguas del Río Amoco y cercana a las ruinas del Templo Cholulec -el cual fue saqueado por completo tras su llegada. Las costumbres de sus lugareños no distan demasiado de como eran las gentes de Skeggi durante la fundación de la colonia. Además de cosechar cebada de fuerte hidromiel y llevar una vida mayormente apacible, tampoco es raro que realicen expediciones al interior de la selva cuando el ansia de aventura aflora. Sin embargo esto no hace otra cosa que avivar las sagas épicas propias de antiguos héroes del pueblo. El anonimato es el mejor arma que tiene la aldea para sobrevivir. Para muchos, la idea de que haya más de un asentamiento humano en Lustria es descabellada y tienden a pensar en Skeggi siempre que alguien haya querido hablar sobre Vastervik. Esto produce una ausencia total de viajeros ávidos de oro y, por lo tanto, haciendo que los escasos tesoros encontrados por los exploradores queden para la aldea y sean compartidos entre las familias.
De todas formas y a pesar de sus esfuerzos, los Hombres Lagarto siguen resultando una amenaza para estas aldeas. Si bien hay claras diferencias entre unos pueblos y otros, los Hombres Lagarto apenas las encuentran. Los Magos-Sacerdotes Slann tienden a comparar estos asentamientos humanos con un tumor que se reproduce con el único fin de devorarlo todo a su paso. Las pesquisas de los exploradores que se adentran por sendas prohibidas están a la orden del día, y aunque los Hombres Lagarto acostumbran a salir victoriosos de dichas escaramuzas esto no siempre es así.
En algunas ocasiones, son los hombres Lagarto los que salen escarmentados de sus encuentros con los bárbaros nórdicos. De ser así, no es raro que los bárbaros intenten no dejar títere con cabeza. Aunque hay historias que demuestran que los bárbaros tienden a ser descuidados en ese aspecto y puedan quedar supervivientes tras las refriegas. Historias como las de el saurio viejaestirpe Gurggl Estelaverde y el chamán eslizón Kremlo “el Slann”.
El que fuera el hogar de Gurggl Estelaverde fue asaltado por saqueadores venidos del asentamiento de Skeggi. Se trataba de Bárbaros del Caos ansiosos de sangre, oro y gloria. Los bárbaros encontraron el pozo de desove de la ciudad inactivo entre sus ruinas, con los huevos de la que hubiera sido la nueva generación de Hombres Lagarto en letargo a la espera de recibir las señales de una red geomántica ahora desestabilizada. Los bárbaros profanaron la ciudad templo y acabaron con los huevos, ya fuera para comerlos o arrojarlos por diversión. El destino quiso que uno de los huevos quedara oculto e intacto, y que tiempo después fuera recuperado por los de su raza. Gurggl creció consciente de su pasado y llegó a convertirse en un poderoso guerrero y hábil general de huestes que siente un odio inquebrantable sobre los Bárbaros y el caos que intenta destruir el mundo. Pero los Slann habían profetizado para Gurggl un destino mucho más grande, un destino que lo unía a la aldea de Vastervik.
La historia de Kremlo es similar en su inicio a la de Gurggl, aunque se tornó completamente distinta. Sabiendo que el momento de levantar las armas contra los hostiles estaba próximo, los Slann habían ordenado mandar señales a sus acólitos Eslizones enviar señales con la esperanza de que alguna de las Ciudades-templo en ruinas pudieran recibirlos. Y así fue. En la Ciudad-Templo de Zapotec comenzó la eclosión de centenares de huevos. Siendo aún una cría de eslizón recién salida del huevo, las ganas de vivir de Kremlo hicieron que se separase de sus hermanos para explorar el mundo que lo rodeaba poco antes de que los bárbaros arrasasen con todo. Kremlo huyó a la jungla, y sin duda sobrevivió por llevar en sus pálidas escamas azuladas la marca de los Ancestrales. Pero algo ocurrió al margen de los planes de los Slann. Desvalido y a punto de desfallecer, Kremlo fue encontrado por el líder bárbaro Harold Stoutback, quien era un buen hombre y antecesor de Haarld Havangatt como jefe de la aldea de Vastervik muchos años atrás. En lugar de abatir a la criatura como hubieran hecho muchos otros, Harold acogió al eslizón y resultó ser un padre adoptivo excepcional, lo trataba exactamente como a uno de sus propios hijos. Aunque no está claro por qué hizo esto, se intuye que tuviera la esperanza con ese gesto de demostrarles a los Hombres Lagarto que sus razas podrían coexistir.
Pasaron varias décadas en las que Kremlo parecía integrado en la tribu, a pesar de tener una pronunciación tosca y que sus instintos lo hicieran reaccionar en ocasiones de forma distinta a como lo hiciera cualquier otro. No todos veían con buenos ojos la presencia de un Eslizón en la aldea, pero confiaban en su jefe y su amparo lo protegía de ser tratado diferente a cualquier otro, lo cual aprovecharon para apodarlo de manera jocosa “el Slann”. Sin embargo, el momento había llegado para Kremlo sin que éste lo supiera. Harold había salido a cazar por las montañas con un grupo de hombres y para cuando anocheció aún no habían regresado. Al día siguiente, Kremlo partió siguiendo el rastro de su padre adoptivo y nunca más volvieron a saber de él, pero lo que sí conoció Kremlo fue la triste verdad de su ser.
En un claro de la selva se encontró con Gurggl, y junto a él el cadáver de Harold. Kremlo mantuvo la sangre fría como era de esperar en alguien de su raza mientras Gurggl se le acercaba con paso lento y firme, al tiempo que le tendía una extraña placa de oro con runas grabadas. El instinto de Kremlo no percibió amenaza alguna en los movimientos del Viejaestirpe y consiguió vencer sus contrariados sentimientos, aunque le llevó un largo momento aceptar la tablilla. Al sentir el suave tacto del metal, su mente se vio invadida por los recuerdos de otra vida, tal vez de la vida que hubiera tenido de no haberse encontrado con Harold e insultando así a su raza al educar a un eslizón como a un bárbaro humano, o puede que incluso fuese otra vida que tuviera en algún momento anterior a ese. Kremlo había dado el primer paso para restaurar el ancestral poder de los Hombres Lagarto, pero aún le llevaría tiempo asimilar del todo su auténtica personalidad, aceptar su destino en el mundo y desarrollar el poder innato que poseía. Kremlo y Gurggl se adentraron en la jungla, soñando con el propósito de tener una nueva vida y ver cumplidos sus sinos...
UNA AVENTURA COMIENZA...
Había transcurrido más o menos una década desde la llegada de Sven Hasselfriesian a la localidad nórdica de Iquitos, sobre las riberas del río Amoco. Sven había huido a Lustria buscando una nueva vida tras el accidente en el Gremio de Ingenieros que le costó el brazo a su -por aquel entonces- amigo Burlok Damminson. Se había trasladado brevemente a Barak-Varr donde concluyó la construcción de la Voltsvagn, su preciado navío con motor de alcohol. Una invención tan revolucionaria atrajo las miradas del Clan Cragbrow, que vio su monopolio de barcos amenazado. Ello unido al accidente sufrido en Karaz-a-Karak favoreció su expulsión del gremio y sufrir la ya famosa bajada de calzones.
Sven partió en el Voltsvagn y atracó en Marienburgo, donde se quedó un tiempo para modificar su barco y añadir unos cuantos artilugios. Durante este tiempo, Sven conoció al director Arkat Fooger, y los dos entablaron de inmediato una amistad y relación de negocios. Fooger conseguiría talleres y materiales para Sven a cambio de derechos exclusivos sobre la venta de los inventos del Ingeniero renegado.
Con los beneficios de este acuerdo, Sven decidió realizar una expedición a Lustria en el 2355 CI. Fooger costeó muchos de los gastos de la expedición a cambio de un porcentaje de cualquier cosa de valor obtenida por Sven y su tripulación. Allí reclutaría a Juggo Jorikson -un matador enano nórdico- como su primer oficial y guardaespaldas personal y con su ayuda reunió una tripulación de enanos y bárbaros norses. La expedición alcanzó la Costa de la Tarántula de Lustria tras muchas batallas con las criaturas de las profundidades. Sven y sus compañeros chocaron repetidas veces con los Hombres Lagarto en las ruinas de Cholulec. Pasaron años antes de que "el Magnífico Sven" regresase con el barco cargado de tesoros y demostrando así la astucia de Fooger, cuya fortuna se vio reforzada por su éxito.
Tras haber saldado cualquier deuda que le pudiera quedar para con su interesado mecenas, Sven decidió regresar a Lustria con los ahorros que le quedaban y montar un taller en el que trabajar en sus inventos. No le fue difícil forjarse un nombre como artesano del metal en Iquitos, sobre todo teniendo en cuenta que los destellos y explosiones que se escuchan desde su destilería iluminan y perturban la tranquilidad del cielo nocturno de la aldea en numerosas ocasiones. Pero el espíritu ingenioso e inventivo de Sven se siente carente de propósito si no da rienda suelta al potencial de sus invenciones.
La fama de su navío le precede en Iquitos, y todos aquellos que han buscado atravesar las traicioneras corrientes del río Amoco han encontrado en Sven y en su tripulación a los mejores aliados. Ya fuese acompañando a cazadores de tesoros o nobles ricachones con ansias de realizar un safari, de vez en cuando conocía alguien que parecía compartir con Sven una sincera pasión por la aventura, y por el oro. Con el tiempo y conforme más trabajos aceptaba, Sven fue conociendo diversos individuos a los que recurriría siempre que la suma de dinero mereciera la pena el riesgo.
Juggo Jorikson es el compañero más antiguo de Sven, y su segundo de a bordo. Fue el primer enano que conoció en la Posada del Paquete -llamada así por usarse como centro de envío y recepción de mensajería en la zona portuaria de Iquitos-. Juggo llegó a Lustria hace pocos años por el mismo motivo que todos los demás, y a los pocos días se unió a la tripulación de un tal Erisch “Cabezamartillo” Hamstringsonn. En una de sus primeras misiones encontraron numerosos tesoros que los hubieran enriquecido lo bastante como para retirarse a vivir a Kraka Drak de haberlo deseado. Sin embargo, Juggo y sus compañeros fueron asaltados por al menos quinientos eslizones... aunque Sven sabe que Juggo tiende a exagerar por cinco el número de eslizones cada vez que cuenta esa historia. Lo que Juggo no cuenta a menudo es que trató de huir del ataque de los eslizones, pero fue alcanzado por decenas de aguijones de cerbatana y aunque pudo morir solo quedó inconsciente. Tras despertar, donó a los familiares de sus compañeros los tesoros que había amasado, se embarcó en una borrachera épica que duraría año y medio. Al despertar se había hecho matador y la gente ya lo apodaba “el inconsciente”.
Karl Ustracutter es uno de los muchos aventureros humanos nórdicos que Sven ha conocido durante su estancia en Lustria. Ustracutter es originario de Norsca pero acudió a Lustria junto a tantos otros bárbaros tras oír los rumores de fabulosas riquezas. Pese a tener unas costumbres propias de su región y tras numerosas batallas, Ustracutter adquirió grandes conocimientos tácticos y sus dotes de mando lo convirtieron en uno de los generales mercenarios más ricos y conocidos en las tierras de Lustria. Su última aventura, sin embargo, fue desastrosa. Los soldados de Ustracutter fueron emboscados y capturados por las tribus locales de pigmeos caníbales. El general nórdico y un puñado de guerreros sobrevivieron, pero fueron capturados y devorados uno por uno. Ustracutter sin embargo se ganó el respeto de los pigmeos tras intentar escapar una docena de veces, y le perdonaron la vida aunque a cambio solamente le comieron una pierna. Tras ello se dedicó a realizar otro tipo de expediciones menos peligrosas bajo contrato.
Aygar Mistletaine es, por contra, originario de los asentamientos nórdicos de Iquitos y el mago nórdico más viejo de todo Iquitos. Ha sido compañero de Ustracutter en los últimos años, quien ha hecho un esfuerzo mayor por lograr sacarlo de su torre que por mantenerlo a salvo en sus expediciones. En su juventud participó e incluso dirigió numerosas incursiones, pequeñas y grandes. Un día, él y un grupo de compañeros penetraron en la antigua tumba de un Slann y Aygar quedó atrapado entre inmensas losas de piedra, en un espacio tan pequeño que apenas podía moverse. Estuvo encerrado durante más de dos años. Se mantuvo con vida a base de recoger agua que goteaba del techo y usar un hechizo de “sacar peces del sombrero” que había aprendido de un pescadero de Iquitos, aunque su salud mental se deterioró y se encerró en su torre a estudiar libros de hechizos durante décadas.
Riolta Nieve es una de las compañeras de Sven más
inusuales, pues a diferencia del resto del grupo Riolta ya es
inmensamente rica. Su familia pertenece a la nobleza de Cracia, y
conoció a Sven cuando Riolta lo contrató para que lo acompañase de caza
por Lustria y para utilizar su navío como transporte de sus trofeos. Su
familia está bastante obcecada en lograr que ingrese en los Leones
Blancos, aunque Riolta está más interesada en disfrutar de sus
vacaciones viviendo aventuras. En sus viajes por Lustria ha contemplado
maravillas ocultas como el Santuario de Rigg y ha experimentado la
realidad de las tribus amazonas, algo del todo inusual para ser alguien
de fuera de estas tierras.
La última compañera del grupo es Karra
Lakota, una amazona cuya corta vida ha sido un relato de rebelión,
intransigencia y pereza. Su madre la obligó a marcharse de casa y unirse
a las Devotas de Kalim. Las Devotas sirven a la todopoderosa Hermandad
Amazónica. La vida entre las Kalim era ardua, extenuante e implacable.
Karra se sentía miserable, entró en conflicto con sus superioras una vez
tras otra y fue castigada con aún más trabajo y horarios de servicio
aún más largos. Al final fue contactada por una subversiva facción
oculta de kalimistas. Su oposición a la autoridad le gustó, y se hizo
miembro. Karra estaba sirviendo en el Santuario de Rigg cuando se
involucró en una ambiciosa conspiración. Cuando Karra descubrió las
verdaderas intenciones de la facción, delató a las conspiradoras y huyó a
la jungla llevándose una poderosa reliquia antigua. Acabó en Iquitos,
un lugar que odia porque no soporta a los norses ni su actitud
chovinista.
Tras huir de sus perseguidoras, Karra fue descubierta
por Riolta y ella pudo cuanto menos atestiguar que su historia podía
ser cierta. Ya no había forma de adentrarse de nuevo en la jungla sin
arriesgarse a ser encontradas por aquellas fanáticas, de modo que
decidió esconderse en el barco de Sven durante un tiempo sirviendo de
vigilante. Aunque la mayoría de las veces se la encuentra dormida entre
sacos de arpillera, Sven se propuso que aprendiera a ser útil a bordo de
la Voltsvagn y le enseñó a utilizar la artillería del navío.
Sven
y Juggo recibieron una inesperada visita de madrugada, después de una
de tantas noches en las que Sven se había quedado de borrachera junto a
Juggo en la Posada del Paquete. Ya se habían quedado sin dinero otra vez
y el tabernero estaba harto de financiar borracheras que tendían a ser
olvidadas más tarde. La puerta de la posada se abrió dejando entrar la
luz del alba y arrastrando las sombras de un anciano aquejado de
lumbalgia y un joven acompañante. Se trataba de Haarld Havangatt, y
decía ser jefe de la aldea nórdica de Vastervik, a orillas del Río
Ljunger. Sven trató de mantenerse discretamente en el anonimato,
esperando que el anciano no resultase ser un antiguo acreedor. Sin
embargo, Haarld comenzó a relatar su historia. Al parecer, su aldea
había tenido un desarrollo próspero hasta que hace unos meses los
Hombres Lagarto comenzaron a realizar incursiones en la aldea y capturan
a los aldeanos que se arriesgan a cuidar de las zonas de cultivo más
alejadas.
Si Sven aceptó el trabajo no fue por las ciento treinta
monedas y las dos jarras de cerveza que Haarld le pudo ofrecer a él y a
Juggo. Sven sabía que las amazonas tenían un templo cercano a aquella
región de la jungla, pues Karra procedía de aquel territorio. También
era consciente de los enormes problemas territoriales que tienen las
amazonas con los saurios de la zona, y sabían por Karra que en ocasiones
las amazonas se han desprendido de parte de sus riquezas a cambio de la
ayuda que pudieran necesitar. Sin duda, la posibilidad de ser
recompensados por las Amazonas resultaba más apetecible que arriesgarse a
arrebatarles a los Hombres Lagarto aquello que considerasen suyo, y es
una idea que Juggo también compartía. Sven apuró la jarra de cerveza y
así aceptó el trato.
Con una resaca galopante y un puñado de promesas de oro y gloria, Sven recorrió Iquitos en busca de guerreros ansiosos de ganar fortuna. Por suerte para Sven, en Iquitos se encontraban cada poco tiempo oleadas de guerreros que llegaban a Lustria engañados bajo esa misma clase de promesas. Reunió un grupo de bárbaros y de enanos nórdicos capaces ansiosos de conocer los tesoros que ofrecía el continente y evitó responder a las preguntas más incómodas para que lo siguieran. Y así comenzaría la gran aventura de Sven el Magnífico.
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Si has llegado hasta aquí, intuyo que te ha gustado este relato -y me alegro mucho-. Si quieres profundizar un poco más en esta historia, debes saber que tiene dos desenlaces distintos pues sirve de hilo conductor a la campaña narrativa presentada en el suplemento “Escenarios y campañas 2022” de Warhammer Reforged. Lo encontrarás en la sección de descargas del blog de Warhammer Reforged.