Gilles
de Brionne, el más famoso constructor de castillos del reino, estaba
examinando sus planos y observando el viejo portón del castillo
mientras negaba con la cabeza. El Barón le había ordenado remodelar
el castillo siguiendo las últimas tendencias, pero estaba empezando
a replanteárselo, pues el coste estimado por Gilles era muy superior
a lo que esperaba.
-No
sé qué problema veis con el viejo baluarte-se quejaba el Barón.
-Es
demasiado pequeño, mi señor, como puede comprobarse con este
sistema infalible para calcular las dimensiones exactas que debe
tener el baluarte.
-Me
lo tendréis que explicar mejor-dijo el Barón.
-Vos
deseáis que una columna de caballeros montados pueda atravesar las
puertas en fila de a dos y con las lanzas levantadas,
¿cierto?-preguntó Gilles.
-Así
es-replicó el Barón-¡Hemos de ser capaces de efectuar una salida
por ese portón con las tropas montadas!
-Es
bien sabido, señor, que un caballero montado con la lanza vertical
tiene una altura de una vez y media la longitud de la lanza. Por
tanto, el arco de la puerta debe tener una altura de al menos una
lanza y media. El puente levadizo debe cubrir totalmente la puerta
una vez levantado, por lo que también debe tener una longitud de una
lanza y media. Por tanto, el foso debe ampliarse hasta que tenga una
lanza y media de anchura. Y lo que es más importante: el rastrillo
debe levantarse completamente para no impedir el paso, por lo que en
total, el baluarte debe tener el doble de altura que el arco de la
puerta. Todo ello nos da una altura de tres lanzas para el baluarte,
y los bastiones que lo flanqueen deben tener al menos una lanza más
de altura. En consecuencia, el nuevo baluarte debe tener el doble de
altura que el viejo.
-Entiendo-dijo
el Barón-¿Y cual será el coste total?
-Lo
he estimado en veinte barcazas de piedra y doscientos días de
trabajo, divididos entre cinco albañiles, lo que al precio actual
hacen un total de quinientas coronas de oro. Eso, evidentemente,
sin
incluir mis propios honorarios, que todavía debemos acordar.
-¡Que
venga el Comendador!-ordenó el Barón. Unos instantes después llegó
el Comendador.
-¿Me
habéis llamado, mi señor?
-Sí.-dijo
el Barón-Doblad los diezmos para este año, Gastón. ¡Y suspended
el torneo!
-¡Pero
mi señor, este año la cosecha ha sido muy mala, y el torneo ya ha
sido pagado!-se lamentó el Comendador.
-Entonces-gritó
el barón-¡Llamad al Castellano!-el Castellano se apresuró a
acudir- Alain, tengo una misión muy importante para vos-sonrió el
Barón dándole unos golpecitos en la espalda- Tenéis que acortar
las lanzas.
El relato parece sacado de la misma película que la foto, jeje
ResponderEliminarJajaja que comicos son estos Bretonianos, tiene una locura amable que se refleja en su dia a dia.
ResponderEliminarGracias por el relato Yibrael.
Hay que reconocer que los nobles bretonianos saben adaptarse a cualquier situación. xD
ResponderEliminarMuy buen relato, si señor.
Los bretonianos siempre dan mucho juego, tan medievales ellos xD
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