Ojos Rojos tenía un terrible dolor de cabeza. Esta era sin duda una señal de Gorko y Morko. Algo iba a suceder. El viejo chamán orco tragó otra seta y observó el fuego, tratando inútilmente de ignorar sus oscuros pensamientos y el temblor de sus sienes.
La seta le supo un poco rara. Probó otra. Sí, realmente rara. Decidió que era mejor probar una más para asegurarse. El montón de setas estaba al otro lado de la tienda, fuera del alcance de sus manos. Extendió una nudosa garra. Las setas saltaron elevándose en el aire y flotaron hacia su palma. Era divertido cómo hacían esto a veces. El pensamiento le hizo reír ruidosamente. Su criado, Ugathi, sacó la cabeza por el borde de la abertura de la tienda.
-¿Algo va mal, jefe?-preguntó Ugathi.
-¡No! ¡Lárgate!-el pequeño goblin desapareció apresuradamente.
Ojos Rojos sintió cómo sus miembros hormigueaban. Extrañas siluetas de colores bailaban en el fuego. Ellas mismas formaron pequeñas miniaturas, pequeños hombres y orcos. Ojos Rojos cogió una ramita y empezó a escarbarse los dientes, acercándose aún más al fuego, tratando de tener una mejor visión de lo que las miniaturas estaban haciendo. Se apartó de golpe, se metió un montón de setas en la boca y las agitó vivamente con la ramita. Su boca estaba tan llena que le era difícil masticar, por lo que se las tragó.
La escena se volvió más clara. Los hombres y los orcos estaban luchando. Los humanos llevaban extrañas y ornamentadas armaduras y estaban vestidos con pieles de pantera. Montaban grandes caballos. Ojos Rojos asintió con satisfacción. Una vez había comido un caballo y le gustó el sabor. Por Gorko, estaba hambriento. Necesitaba más setas rápidamente. Espera, reconoció uno de los orcos. Era el caudillo Ugruk. Ante sus ojos, vio como Ugruk partía en dos a un jinete con un tajo de su hacha. Había sido un buen golpe. Ojos Rojos aulló felicitándole.
-¿Algo va mal, jefe?-preguntó Ugathi-¿Dolor de tripas? ¿Ha vuelto a olvidarze de tomar zu medizina?
-Mira ezo-dijo Ojos Rojos señalando a Ugruk-El Kaudillo eztá dándole a loz apeztozoz humanoz una buena lekzión.
-Ez un fuego, jefe.
-No, mira a Ugruk, un verdadero maeztro kon el hacha.
Ugathi parecía preocupado.
-Ugruk eztá en zu tienda, jefe. Eztá komiendo garrapatoz en gelatina.
Ojos Rojos deseó que el goblin no hubiera mencionado los garrapatos en gelatina. Estaba tan hambriento que hasta el delgado goblin le estaba pareciendo apetitoso. Ugathi notó lo que estaba pensando y empezó a retroceder hasta el exterior de la tienda.
Ojos Rojos vio otro orco; este llevaba una capa de piel de lobo y llevaba su báculo con plumas. El tipo había robado las pertenencias de Ojos Rojos. EL viejo orco notó como si pudiera entrar en el fuego y darle un buen tortazo. Pero había algo extrañamente familiar en la figura. Tenía la misma altura que Ojos Rojos, y la misma complexión. Tenía la misma verruga en la nariz. Incluso sus ojos brillaban con el mismo tono de rojo que cuando el chamán se enfadaba.
Lentamente, el chamán descubrió la verdad.
-Eze zoy yo"
-No, jefe. Ez un fuego. Ez la hora de zu medizina, jefe. La medizina le hará dormir.
Ojos Rojos se vio a sí mismo adelantándose a Ugruk. Se vio a sí mismo levantando las manos e invocando el poderoso pie verde ectoplasmático para aplastar a la caballería. Se sentía feliz, pero aún estaba confuso. ¿Cómo podía encontrarse en el fuego luchando contra los humanos y a la vez encontrarse en la tienda viéndose hacerlo? Nadie puede estar en dos sitios a la vez. Esto no tenía sentido.
-Mire, jefe. Una medizina con muy buen zabor. ¡Ñam! ¡Ñam! ¿Por qué no prueba un poko?
-Largo de akí. Me eztáz hartando.
Ugathi salió corriendo de la tienda. De repente, sonó el cuerno de alarma. Oyó cómo los goblins corrían por el campamento gritando que los humanos estaban llegando en grandes caballos. Oyó a Ugruk dando órdenes y pidiendo su hacha. Ojos Rojos entendió por fin: había tenido una visión. Había visto la lucha que iba a producirse.
Permaneció por un momento indeciso, preguntándose qué hacer. ¿Debería ir a luchar o permanecer allí viéndose a sí mismo luchando? Todo era muy confuso. Ugathi entró en la tienda corriendo.
-¡Jefe, jefe, loz humanoz eztán akí! ¡Le nezezitmoz!
Ojos Rojos se encogió de hombros. Había decidido luchar contra los humanos. Sería más divertoido que sentarse allí toda la noche a mirar la visión. De todas formas, estaba hambriento, y hacía ya mucho tiempo que no probaba la carne de caballo.
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