El olor que emanaba la guarida del troll del Caos era repugnante, incluso para las pocas exigencias orcas. Azhag ya se había acostumbrado al olor de carne podrida y vómito de troll, pero el olor que emanaba de un troll del Caos era totalmente diferente. Era nauseabundamente dulce, y el kaudillo orco luchaba por evitar vomitar su última comida.
Azhag y su pequeña tribu se habían visto obligados a internarse en el Territorio Troll, donde habitaban bandas de mutantes del Caos. Aprovechando el refugio que les brindaban las cuevas, habían enviado una partida de exploradores para que examinaran los oscuros túneles que partían desde la entrada principal de la cueva, pero no habían regresado. Esa noche el troll del Caos se había arrastrado cautelosamente hacia la cansada banda orca y los había devorado uno a uno, excepto al propio Azhag, que había probado ser un oponente demasiado duro para la bestia y lo había perseguido de vuelta a su guarida. El troll del Caos se encontraba arrinconado, aunque seguía luchando con resuelta ferocidad.
Azhag retrocedió de un salto justo a tiempo de esquivar las afiladas garras de la enorme criatura negra, que le pasaron a tan sólo unos milímetros de su rostro. La mayoría de sus guerreros habían muerto desgarrados por aquellas mismas mortíferas garras. Mientras el troll intentaba clavarlas en la garganta de Azhag, el fornido orco aprovechó la oportunidad para atacarlo. Balanceó su rebanadora describiendo un amplio arco y la hundió en un brazo del troll.
La criatura emitió un alarido de salvaje dolor, pero la hendidura que había hecho la rebanadora de Azhag comenzó a cerrarse y, al instante, cesó de manar sangre. Encolerizado por la herida, el troll volvió a lanzarse sobre Azhag con sus potentes garras intentando alcanzarle en la cabeza. Azhag levantó el escudo y las afiladas garras traspasaron el metal. Un pensamiento cruzó por la mente de Azhag; quizá se había precipitado un poco al perseguir al troll. Ahora la bestia se encontraba arrinconada y luchaba por su vida y no por la cena. Como si el troll pudiera leer sus pensamientos, aumentó el furor de su ataque. Un golpe tras otro cayó sobre el escudo de Azhag, haciendo cada vez más agujeros en el metal. El kaudillo orco retrocedió un paso en un intento de evitar aquella lluvia de golpes pero, en su precipitación, resbaló y cayó al suelo.
El troll se alzó sobre él con los brazos levantados, preparados para asestar el golpe de gracia sobre el cráneo del orco. Azhag supo que había llegado su fin; había encontrado un digno oponente. Ahora experimentaría el mismo destino que aquellos que habían luchado y caído bajo sus despiadadas manos. Entonces, una voz le susurró suavemente al oído. Era como si la voz le hablase desde el interior de su cabeza. "Él está débil", dijo la voz. "Piensa que tú estás acabado; aprovecha el momento".
Azhag empuñó su rebanadora y hundió la hoja en el pecho del troll que, lentamente, retrocedió del lugar donde se encontraba el orco con la hoja empapada hasta la empuñadura y, con un gran estrépito, se desplomó muerto en el suelo.
Azhag permaneció de pie mirando al troll en el suelo y, a continuación, se dirigió a una esquina de la cueva. La voz le atraía hacia allí. Sobre una pila de huesos roídos y cráneos rotos había una corona incrustada. "Ponme sobre tu cabeza, gobiérname y tuyo será el poder". Los susurros ahora eran más altos, y un pensamiento le hizo apresurarse a recoger la corona y colocársela sobre la cabeza. Mientras lo hacía, la corona parecía apretarse alrededor de sus sienes. "Tuyo es el poder para mandar", continuó hablando la voz que retumbaba en el interior del cráneo del kaudillo orco. Conocimientos arcanos fruto de siglos de estudio y experimentación le asaltaron la memoria. La voz procedente del interior de su cabeza estaba fundiéndose con la suya. Sin entender cómo, Azhag supo que ahora era infinitamente más poderoso. La voz habló de nuevo, y esta vez no le sonó extraña ni desconocida. Era como si siempre hubiese sido parte de Azhag; era la voz de Azhag. "Juntos lucharemos, juntos conquistaremos y juntos reinaremos".
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