viernes, 1 de noviembre de 2013

El Niño Borracho (música de batalla, 43)


Casildo Ramirez era un hombre de relativa importancia dentro de las filas del cuartel de soldados de Zaraguz. Debido a su posición de jefe de la unidad de poceros y basureros de la ciudad, era el centro de las burlas y mofas de los soldados más incautos y novatos. No obstante, los más veteranos sabían que era un hombre con un poder mayor del que aparentaba, dado que estaba al tanto de todas aquellas cosas que la gente quería deshacerse sin levantar sospechas. Dada su experiencia, las pocas cosas que aún pudieran sorprenderle a esas alturas estaba más allá de su imaginación. Hasta aquella mañana.

Mientras avanzaba por los pasillos del cuartel en dirección a su despacho junto a las letrinas, el sonido de un murmullo intenso aumentaba a cada paso que daba. Tras dar el último giro pudo observar a sus hombres. Unos cuantos discutían bastante alarmados y el resto se encontraban agolpados en torno a un hombre que estaba tendido en un improvisado camastro. Fue en ese momento cuando de entre el grupo se fue abriendo paso el joven tirador de Argigil que había incluido recientemente entre sus filas. Aquel muchacho le crispaba los nervios; no solo por lo engreído que le resultaba cuando le daba por hablar de las muchas aventuras que había vivido más allá del Golfo de Bidouce, sino porque en más de una ocasión parecía saber de lo que estaba hablando. Por si no fuera poco, era tan desagradablemente feo que el mirarle a la cara hacía que dudara de los propósitos que tenía la diosa Myrmidia sobre sus fieles.

- ¡Jefe Ramirez, venga, rápido! - dijo el joven mientras hacía un gesto de impaciencia con el brazo.

- Vamo' a ve', ¿qué heh lo que ha susedio ehta ve' mushashoh? - preguntó Ramirez mientras avanzaba sin forzar la marcha lo más mínimo.

- Ya se lo había dicho yo y no me creyó. Hay skavens, hombres rata que habitan las alcantarillas de la ciudad. Ahora la cuadrilla está conmigo, y este hombre de aquí es la prueba.

Casildo avanzó unos pasos más y posó la mirada sobre el hombre tendido en el colchón de paja. Se trataba de un hombre que tendría algo más de cuarenta años, ya calvo y un tanto regordete. Su cara estaba petrificada en una mueca llena de horror y tristeza. Tenía un brazo tras la espalda y una de sus piernas le colgaba hasta el suelo, pero el hombre no hizo el menor movimiento para ponerse en una postura más cómoda. Su ropa estaba hecha jirones y había perdido varias uñas de las manos. Pocas veces había visto un estado tan lamentable en un ser humano, pero cuanto menos aún respiraba.

- No e' que tenga musha pinta de rata, Ernehto. ¿Ze pué' saber 'ónde lo hah encontrao? - dijo Casildo mientras se ajustaba el pantalón del uniforme.

- Lo encontramos en el desemboque de las cloacas, - dijo el joven mientras se rascaba la nuca. - Lo descubrimos mientras agonizaba, agarrado al cadáver de una de esas criaturas. Los chicos lo apartaron de sus brazos y se deshicieron del cuerpo. - El joven volvió la mirada con pesar al hombre catatónico.

Casildo lo examinó con la mirada, para finalmente volverse de nuevo al tirador. - ¿Ha disho argo?¿Le habei' regihtrao? -

El joven y poco agraciado tirador se puso a rebuscar en su saca mientras sacaba la lengua y miraba al techo, a la par que se concentraba en reconocer los objetos con la palma de la mano. Durante la breve espera, Casildo miró a un lado, suspirando con cara de circunstancia. Finalmente el joven tirador sacó un trozo de tela hecho una bola. Al desplegarlo, varias orejas disecadas y trozos de incisivos de roedor de un tamaño desmesurado cayeron al suelo, junto con un trozo de papel. Por otro lado, el trozo de tela se trataba de un delantal que aún ostentaba las siglas "N.B.".
Casildo inclinó la rodilla y recogió del suelo el trozo de papel, no sin antes poner cara de asco al contemplar los "trofeos" que había guardado el hombre. Ramirez comprobó que en el papel había una lista de ciudades y pueblos, la mayoría ya tachados. La lista comenzaba en el Imperio, y Zaraguz era el primero de los nombres que no lo estaba, así como Gualcazar, Solsona... y así hasta llegar a Tilea.

- Ha soltado muy poquita prenda, y lo poco que ha murmurado lo ha hecho en tileano, de lo cual, yo no entiendo ni papa. Creo que su nombre es Demio, o cuanto menos es lo que más tiende a repetir una y otra vez... -

Casildo continuó estudiando el papel que tenía entre manos. Aún estaba absorto con los trozos de roedor que el hombre portaba consigo. Era cierto que en sus años de pocero nunca había visto unos dientes tan grandes como aquellos, y una gota de sudor frío le bajó por la patilla. El joven interrumpió con tono burlón la meditación del veterano jefe. - ¿Recuerda cuando le dije que los skaven son reales? - Por la mente de Ramirez pasaron las numerosas ocasiones en las que el joven había mencionado tales cosas. - ¿Lo ve? ¡Se lo dije! -

Casildo arrugó con saña el trozo de papel entre sus manos. - ¿Tú te creeh mu' lihtillo, verdah? Poh mu' bien, shavalote. Ya que "Don recomendasión der Rey Fennando er Bienaventurao" zabe tanto de la ratillah, te v'ia nombráh encargao der comité de dessinfeción de alimañah, formao por tí y la bendita mare que t'a parío. ¡Y ahora, largo to's de aquí, 'enga ya! -


Mientras tanto, en otra línea temporal de un universo alternativo...


El sonido del complicado circuito de presión neumática de la fábrica clandestina de Cybertronic la colmaba de un ensordecedor aunque estructurado ruido sordo. Centenares de brazos mecánicos unían, ensamblaban, atornillaban, soldaban y pintaban las distintas piezas que allí se producían. La gigantesca factoría subterránea era atravesada de un ala a otra por una pasarela metálica colgada del techo. Un grupo de científicos recién incorporados a la empresa avanzaba de un sector a otro, examinando los procesos y los resultados de los experimentos.

Junto a ellos se encontraba Maximilian Ulianov, antiguo científico de la arcaica Bauhaus y ahora encargado de la División RDM (Research, Development and Manufacturing). Pese a haber llegado tan alto dentro de la megacorporación, seguía albergando un cierto interés por ser él quien hiciera las veces de guía por la fábrica junto con las jóvenes promesas. No solo le hacía sentirse importante al mostrar sus logros a los novatos, sino que también podría empezar a condicionarles para que hicieran siempre las cosas a su manera. Tras comprobar los sistemas automatizados en todos los sectores, llegaron a la parte que mayor placer le proporcionaba a Maximilian.

-... y esto de aquí, caballeros, es la Sala de Espera. - Maximilian y el grupo de científicos entraron en la cámara frigorífica. Dado que todo miembro de Cybertronic era poseedor de los implantes que potenciaban las capacidades físicas y erradicaban ciertas debilidades, ninguno de ellos sintió el menor frío. La sala estaba compuesta por una serie de pasillos, delimitados por enormes cámaras frigoríficas de varios metros de alto.

Maximilian prosiguió su discurso. - Aquí es donde los futuros aspirantes aguardan para que sus cuerpos sean compatibles con las nuevas actualizaciones que desarrolla la compañía. La mayoría de ellos ya poseen un implante o dos, pero no por ello podemos arriesgarnos a que no sean capaces de asimilar ciertos injertos. Como el caso de este hombre, - dijo mientras se aproximaba a una de las cámaras. Alargó la mano y tomó al azar una tablilla de diagnósticos que estaba sujeta a la puerta.

- Gerrold Drougan Jr. Corporación madre: Imperial. Edad: 37 años. Propietario del Muchachuelo Achispado... - el tono de su voz fue disminuyendo hasta que concluyó la lectura, y tras cerrar la carpeta, prosiguió su discurso.

- Hace año y medio el señor Drougan acudió a nuestra corporación para una conversión de ciertas partes de su cerebro, infectadas por un cancer en fase terminal. Lo curioso del caso es que debido a una intoxicación provocada al mezclar el Tiker con un alcohol de fabricación casera se le averiaron los circuitos del raciocinio y el pensamiento crítico. Dado que los abogados de la AEM (Administration, Economics and Managemente Division) no redactaron previamente en el contrato una cláusula tan inverosímil, la corporación se ha visto comprometida legalmente y está obligada a reparar los desperfectos que provoca la incompetencia. Esto no solo implica que nos tengamos que hacer cargo de los "efectos personales" del señor Drougan. Se envió un "equipo de limpieza" al negocio del señor Drougan para simular su muerte y evitarle así toda relación con nuestras actividades. Ahora estamos obligados a darle una nueva identidad cuando consigamos cargar el backup de sus memorias en su nuevo cerebro positrónico. He ahí el por qué de la importancia de nuestra labor. Es deber de ustedes detectar, investigar y resolver cualquier anomalía que surja en nuestra tecnología, y lograr así que los nuevos modelos sean más eficientes que sus antecesores. Bien, síganme caballeros... -



Y hasta aquí han llegado las vivencias de mis taberneros del Niño Borracho. Ignoro si han servido realmente para amenizaros las entradas de Música de Batalla, pero a mi cuanto menos me ha encantado volverme loco escribiéndolas. Ahora, vamos con lo que nos atañe.

Dado que hace ya meses que no hago un Niño Borracho, voy a daros un dos por uno. Dead Can Dance es un grupo de música medieval/étnica que no ralla con melodías excesivamente pegadizas. Poseen un sonido muy atmosférico y hacen uso de una gran variedad de instrumentos, así como voces masculinas y femeninas en tonos muy suaves que no le quitan protagonismo al resto de instrumentos.



Entre los miembros del grupo, la cantante Lisa Gerrard es quien ha logrado una carrera dentro de las bandas sonoras para películas de cine de aventuras. Ha llegado a colaborar con compositores de la talla de Hans Zimmer o la petarda de Tarja Turunen. Tiene una gran variedad de discos, tanto en colaboraciones como en solitario y bien es cierto que hace un poco de todo . Mientras que en sus bandas sonoras es capaz de ceñirse fielmente al estilo de las películas a las que acompaña, en sus discos en solitario ha desarrollado un sonido más oscuro que en el resto, rozando el estilo Dark.


Videos de Youtube:


2 comentarios:

  1. muy gyapo el dead can dance... aver si te lleevo el pendrive paa que me metas musica, que perdi todo lo qu eme habias pasao

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