martes, 27 de noviembre de 2012

Los Kurgan (y 2)

 (Ir a la primera parte)



UNA CULTURA DE GUERREROS

Aunque existen diferencias entre cada una de las tribus (siendo la más destacable el Dios al que veneran), todas ellas valoran la fuerza más que ninguna otra virtud. Son un pueblo de guerreros curtidos: sus rasgos más estimados son el coraje, la habilidad y la fuerza de sus músculos. El guerrero más poderoso de la tribu recibe el título de Zar (que, en su idioma, significa "jefe tribal"). Este cargo se mantiene mediante el poder, el favor de su divino maestro y la lealtad de sus guerreros, que debe ganarse concediendo regalos a cambio de su servicio. La escarificación facial es el símbolo más evidente de la capacidad de un Zar, y una vez ganada una batalla, el chamán (un hechicero del Caos) practica una incisión en la mejilla del líder.

Por debajo del Zar están sus audaces y salvajes guerreros, que viven para combatir. Después de cada batalla, el zar reparte el botín entre sus guerreros, y quienes cuentan con su favor reciben las mejores partes. El oro, la plata y demás metales preciosos se funden para fabricar brazaletes. Aquel que tiene mayor número de brazaletes es quien ha logrado más victorias, y el resto de la tribu le profesa respeto y admiración.

Cuando no están luchando, los guerreros abastecen a la tribu en calidad de cazadores. Cabalgan por las estepas para abatir algún antílope o res con la que alimentar a la tribu. Esta es también una oportunidad para que los guerreros muestren su valía ante sus congéneres, y a menudo llevan engendros del Caos y otras criaturas para celebrar suntuosos festines. de esta forma no sólo alimentan a la tribu, sino que se mantienen en forma para cuando sean llamados a la batalla.


ESCLAVOS

Los Kurgan son también notorios esclavistas. Como parte del botín de guerra. capturan a los supervivientes y les tatúan la cara con la marca de un Zar concreto. La tinta usada para estos tatuajes suele contener cierta cantidad de piedra de disformidad, para comenzar el proceso de la mutación y destruir con ella toda lealtad previa del esclavo.

Un esclavo se considera una inversión. El Zar debe alimentar y vestir a sus esclavos, y mantenerlos lo bastante sanos y robustos como para que le puedan servir. A cambio de sus atenciones, los esclavos están obligados a luchar por él. Las tribus rivales enfrentan a sus esclavos en arenas de combate. Como capturan esclavos de los mismos lugares, es muy común que viejos camaradas se vean obligados a luchar entre sí en sangrientos duelos a muerte. Los que ganan estos combates consiguen mayor libertad y posición, y quienes se alzan victoriosos en repetidas ocasiones pueden incluso quedar libres de la esclavitud y convertirse en miembros de pleno derecho de la tribu.


CHAMANES

Como los Dioses están muy presentes en las vidas del pueblo Kurgan, sus servidores ejercen una influencia enorme sobre la tribu. Los chamanes se vinculan a los caudillos que han obtenido grandes victorias en combate; en cierto sentido, se casan con un Zar. Disponer del servicio de uno de estos hechiceros es considerado un símbolo del favor de los Dioses. Los chamanes llevan a cabo rituales, lanzan hechizos y emplean malignas brujerías para ayudar a sus huestes de guerra en sus incursiones contra el odiado Imperio. Las tribus Kurgan que veneran a Chron, el Rey de los Cráneos, no tienen interés alguno en la magia, por lo que matan a estos hechiceros allá donde los encuentran.


MUJERES

Las mujeres ocupan un extraño lugar en las tribus Kurgan. Como pueblo, carecen del concepto de matrimonio; tan sólo el de reproducción. Una mujer escoge a sus compañeros en función de su fama y su superioridad en el campo de batalla. Las mujeres que engendran hijos de grandes guerreros ocupan un lugar especial en la tribu, mientras que las que se conforman con guerreros débiles y sin éxito son tratadas con desprecio hasta que sus hijos pueden demostrar lo que valen.

Aunque los hombres proporcionan gran parte de la comida, las mujeres también recolectan alimentos en las estepas. Pasan todo el día cosechando cereales para molerlos y elaborar harina, y también recogen otros alimentos vegetales en su recorrido por la región. Al final del día, las mujeres reparten semillas para reabastecer lo que han cogido de cara a la próxima vez que pasen por el mismo lugar.



RELIGIÓN

"Son un pueblo vil, pues se postran ante el enemigo de la humanidad."
Reiholt von Rishoff, Lancero Imperial

Los Kurgan veneran a los poderes Ruinosos. Consideran a estos Dioses aspectos del mundo natural. Si cae un rayo, puede deberse a la voluntad de Tchar, el que Cambia las Cosas; mientras que una epidemia podría ser una bendición de Nieglen, el Padre de las Plagas. Cada piedra, cada planta, incluso las mismas nubes que flotan en el cielo, encierran los secretos de los Dioses.

Ninguno de los Dioses oscuros ejerce más influencia que los demás. Una tribu concreta podría ser partidaria de un único Dios, o de un par de ellos. Muchas tribus adoran a los cuatro, y hasta incluyen alguno mas. En términos generales, los Kurgan conocen a los Dioses del caos por los nombres de Chron (Khorne), Nieglen (Nurgle), Loesh (Slaanesh) y Tchar (Tzeentch).


LOS KURGAN Y LA GUERRA

Los Kurgan creen que librar guerras es su deber, pues la guerra es la portadora del mayor cambio de todos: la muerte. tales incursiones se aprovechan para saquear y mejorar el estatus dentro de la tribu, o incluso para obtener el favor de los Dioses. Más al oeste, los Kul, Dolgans y Hastlings acosan regularmente Kislev, enviando incursores a través del paso elevado para atacar despiadadamente a los stanista dispersos entre las sombras de las montañas. Las demás tribus luchan entre sí casi constantemente, robándose mutuamente las mujeres y las provisiones hasta que otra tribu les devuelve el favor. Aún siendo las incursiones una parte importante de la vida de los Kurgan, muchos las realizan en los desiertos del Caos, donde cazan para conseguir carne o para demostrar su fuerza a sus amos infernales.

Al llevar una vida de batallas continuadas, este pueblo es especialmente duro y peligroso. La guerra esa una piedra angular de sus creencias, y consideran que la muerte en combate es la expresión definitiva de la gloria divina. Cuando los ejércitos del Caos se congregan en el norte, las tribus Kurgan responden a la llamada. Abandonan los pastizales y toman las armas junto a las ingentes hordas de demonios y mutantes en su cruzada para arrasar el Viejo Mundo. Esta disposición no sólo se debe a su sentido del deber para con los Dioses Oscuros, sino también al hecho de que estas guerras les son muy provechosas. La destrucción de toda una ciudad enemiga proporciona a los Kurgan acceso a más recursos y contribuye a regular su propia población. Y cuando la guerra toca a su fin, los Kurgan abandonan la horda y colonizan el nuevo territorio tan rápidamente como se unieron a ella.

Si hay algo que se puede decir de los Kurgan es que son muy meticulosos a la hora de masacrar a un enemigo. Despedazan a cualquiera que crea poder enfrentarse a ellos, y persiguen a los fugitivos hasta el fin del mundo. Los supervivientes (los que no mueren a causa de las heridas) son condenados a una vida de esclavitud y penurias.

Al final de cada batalla, los Kurgan reparten el botín de guerra y amontonan a sus víctimas en grandes hogueras que arden durante días. Una vez que se extinguen las llamas, utilizan a sus esclavos para que saquen los cráneos y ellos mismos los apilan en montículos. El Kurgan que tenga más cráneos y más rápidamente los apile recibe un gran honor: una cicatriz ritual en la mejilla para señalar su victoria.

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