La primavera se acercaba. Wulfhir podía notarlo en el aire. Sus pies hormiguearon cuando tocaron la arcilla. La tierra estaba regenerándose. Pronto fluiría la vida, las flores se abrirían. La vida volvería de nuevo después de la tristeza invernal.
El poder de la vegetación surgiría sobre la tierra, el gris se desvanecería de su cabello y su barba, y él sería de nuevo joven y fuerte. Sus huesos serían menos frágiles, sus tendones más fuertes. Su sangre fluiría más rápidamente por sus venas. Se arrebujó más bajo su capa. El mordisco del viento aún era afilado.
Delante suyo se encontraba el círculo de Dunhenge: un enorme anillo de monolitos esculpidos que se erigían fantasmagóricamente entre la niebla. Había viajado muchas millas para visitar el lugar, erigirse sobre la desnuda colina y renovar sus votos.
Se refugió a sotavento de las grandes piedras y resiguió con sus manos el musgo que las cubría. El frío de la roca traspasó sus dedos. Vació su mente y sintió la unión con el pasado, con el fluir de la magia a través de sus intrincados y secretos canales. Bebió en la memoria de las piedras. Ellas le hablaron del pasado, de las épocas oscuras.
Vio antiguas guerras y el advenimiento de los demonios engendrados por el Caos. Vio a las bestias que andaban como los hombres. La corrupción de la tierra a medida que los temidos poderes se extendían como un cáncer por el corazón del mundo.
Vio cómo se corrompía todo lo que era natural por el toque insidioso del Caos. Temibles pesadillas caminaban a la luz del sol y la tierra se sumía en su largo sueño. Los elfos, los hombres y los enanos luchaban contra un enemigo común.
Vio al primero de su orden apresurarse para enfrentarse a la oscuridad, jurando defender la naturaleza de las incursiones de las monstruosidades. Le vio construir el primer círculo de piedras, para canalizar la vida, para detener el cáncer del Caos, haciendo retroceder la oscuridad. Lo vio excavando grandes túmulos para apresar al enemigo antinatural.
Los vio empezando la larga y solitaria guerra en la que sus descendientes aún luchaban hoy en día. Vio los amargos días en que la orden se dividió, cuando los espíritus débiles sucumbieron al Caos y usaron el poder de la naturaleza para sus propios designios maléficos. Los vio rompiendo los sellos de los túmulos y liberar antiguos males. Vio la época de la purificación, cuando los perdidos fueron perseguidos y sus centros de poder purificados. Él mismo se fundió con las energías arcanas que fluían en el círculo y se prometió a sí mismo una vez más que cumpliría con su deber.
Abrió los ojos y tomó un puñado de semillas de su bolsillo. Despreocupadamente, las repartió por el suelo mientras pronunciaba las palabras adecuadas. De las semillas surgieron raíces. Las hojas brotaron rápidamente. Pronto la colina estaba cubierta por un manto de flores. Wulfhir se sintió más fuerte. Lo necesario, porque había oído rumores de guerra en el valle, y sabía que tendría que intervenir.
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