Como casi todos los lunes, los skaven se vuelven a colar en la Biblioteca para hablarnos de música de batalla. Esta vez, parece que el clan Skryre está enfadado de verdad con ciertos "bardos"...
¡Habrase visto mayor descaro! ¿Como te atreves a insultar a los maestros robando la música de los pueblos y diciendo que es tuya, embustero? ¡Si algunas de las canciones que tocas tienen más de cien años en la mía tierra! Si al menos tuvieras la decencia de tocar bien... pero ni eso puedes tras el atracón que te has dado de vaya Sigmar a saber qué. ¡Largo de aquí, no quiero volver a verte engañando a ninguno de mis clientes!
Hoy... me he levantado con el pié torcido y voy a hablaros de una de mis experiencias en el campo de la música que me llevó a reflexionar largo y tendido. Quisiera darle un serio repaso a uno de los grupos que más me influenció en mi edad del pavo, me inició en la larga senda del Metal, me abrió las puertas a un nuevo modo de ver la música y que finalmente me aplastó la cara contra la cruda realidad. Me estoy refiriendo a los Mägo de Hez Oz.
Corría el año 2002 y me acababan de regalar mi primer ordenador, un Pentium 2 con 1,8 gigas de disco duro que a mis ojos era un misil a cuerda. Irónicamente sorprendido de que pudiera reproducir cd's decidí que ya era hora de empezar una colección de música. Estaba fisgoneando en la tienda de discos de un amigo cuando me llamó la atención el recién salido Fölktergeist. Seducido por la putilla no muertamuchacha desgarbada de piel verdosa del cementerio de la portada decidí darles una oportunidad.
Tras observar con desprecio el ridículo cambio en euros que me habían devuelto de las tres mil pesetas que pagué, escuché el disco. Me pareció un directo genial. De lo mejor y más creativo que había escuchado en la vida, que tampoco era mucho por aquel entonces. Escuché por primera vez flautas, violines y guitarras dando una caña sin par, una voz potente como pocas, unas canciones geniales y unas letras que hablaban de levantar el puño en contra de la tiranía y el clero. Me convertí en un fan y decidí que tenía que conocer más de ellos. Tras deleitarme con La Leyenda de la Mancha y Finisterra junto con la historia del libreto me sentía entusiasmado con esta fusión de estilos hasta que... ¿esa canción no era de Simon y Garfunkle, de uno de los discos de mi padre?
No, Scarborough Fair no era siquiera de ellos, es una canción tradicional según venía en el libreto. Comencé a fijarme y comprobé que no era el único caso. Les daba el margen de la duda, pues acreditaban que la música de algunas canciones era tradicional o de algún otro autor, pero me defraudaron del todo al conseguir el single Resacosix en Hispania. Ni una sola acreditación en el cartón y un solo plagio formado por dos grandes temas: Nelly the Elephant, un tema infantil británico que conocí gracias a la versión de Toy Dolls, y un tema de Johan Sebastian Bach, juntos en versión celtic-metal. Mis canciones favoritas fueron cayendo a medida que mi conocimiento sobre grupos antiguos aumentaba y en mi memoria aparecían por doquier melodías similares a las que ellos tocaban. ¡Hasta los sonidos de las gaitas, flechas y gritos del intro de la Leyenda de la Mancha estaban tomados de una escena de Braveheart!
Tiempo después y tras hacerse más fácil el acceso a internet, me alegré de saber que no era yo que estaba loco, sino que realmente había un montón de gente que se había percatado de su falsedad, de que no se merecían toda la fama que tenían, que no eran tan buenos músicos como aparentaban y de que muchos de sus temas, no eran suyos como afirmaban. El mito terminó de romperse en pedazos tras presenciarlos dos veces en directo. El primero fue una mierda, literalmente, ya que donde vivo acostumbraban a hacer los conciertos locales en un sitio donde el resto de la semana se comercia con ganado y el sitio solo es adecuado para la acústica del mugir de las vacas. En el segundo, durante unas fiestas al aire libre pude ver al batería recoger los pies mientras sonaba el doble bombo y a un tío encaramado en lo alto del escenario alargándole los agudos al cantante, que andaba con un constipado de narices (el que quiera entender, que entienda) y se terminó de romper la garganta en la sexta canción. Así pude dar lo bueno del concierto por terminado.
Más tarde encontré en el eMule este archivo que terminó de rellenar los huecos de mi ignorancia musical sobre casi todos los plagios concernientes a este grupo. Si bien ya había descubierto varios, aluciné con la realidad. He de recalcar que actualmente han surgido nuevos temas que han sido sustraídos de otros autores aparte de los que aparecen en el documento.
No os mentiré, no he dejado de escucharlos de forma radical. La Leyenda de la Mancha y Finisterra son dos de los mejores discos de metal en español que más me han gustado hasta la fecha, pero me he dado cuenta de que dieron lo mejor que podían ofrecer hace ya mucho tiempo. Y sobre todo, que nadie merece nuestra completa devoción ni que nos convirtamos en sus seguidores fanáticos. Lo más divertido de todo es que alguien puede coger una canción de otro, añadirle una letra ñoña, quitarle un solo de guitarra muy complejo y ganar millones con ella, véase el caso Satriani vs. Coldplay.
En palabras de Jevo Jevardo: -Vomito en la gente de estricta moral, que encierra, censura, que no deja hablar. Vomito en Enrique, vomito en Chayane. Vomito en OT, que puto asco me dan. Vomito en Melendi, vomito en Paulina, vomito si escucho “musica” latina. Vomito en la gente que no es de verdad. Vomita a esa gente que va de cantante. Me suda la polla ser intransigente, vomito en la SGAE, que cobra y no da.-En definitiva, la música genérica e insulsa que ofrece la MTV y similares está diseñada para gente igual de genérica e insulsa que necesita que una voz digitalizada le exprese de mil maneras distintas “oh estrellita mía, quiero arar en tu huerto”. Lamento decirlo y ofender a quien ofenda, pero aburre un huevo. Es asquerosamente relamida y si os fijáis, gran parte de la música que ponen hoy en día en la televisión o en la radio solo habla de eso, de querer mojar el churro o de lamentarse por no poder hacerlo.
Por supuesto no digo que toda la música popular me parezca mala. Por ejemplo, el estilo del Pop extranjero de los 80’ tiene personalidad. Puedo admitir que el “Usar y Tirar” de M-Clan me mola, e incluso que el “Pájaros en la Cabeza” de Amaral también me parece un buen disco, no se me caen los anillos por reconocer tal cosa. Pero bueno, prefiero mil veces el poco armonioso sonido de Mamá Ladilla y que Juan Abarca me haga sentir un horrible proyecto de ser humano con sus ingeniosas letras que cualquier petardo de canción pegadiza del verano o género que la gente se atreva a llamar música por definición (prrr, papu pa prrr, papu pa prrr, papu pa pa-pa-pa-pa-pa-pa y repetir). Pero ya estoy desvariando...
En resumen, lo importante de la música es disfrutar de ella y aprender de lo que nos inspire, por supuesto, pero no me gusta que quienes la “crean” y la venden me engañen para sacarme los cuartos. Si realmente disfrutáis de la música seguid ampliando vuestros horizontes pues es un mundo enorme, y si podéis asistid a algún concierto de aquellos artistas o grupos que consideréis merecen la pena ya que es de las actuaciones de lo que de verdad viven la inmensa mayoría.
Todo cuanto he dicho en este post está expresado desde mi propia experiencia y mi punto de vista personal de modo que cualquiera tiene derecho a replicarme si tiene un punto de vista distinto al mío. Además, a quienes seguís habitualmente el Niño Borracho espero haberos mostrado a estas alturas que a veces la música habla mejor sin letra y que tiene todas las interpretaciones que vuestra mente quiera darle. Por cierto, sí os recomendaría que escuchaseis algo de aquellos a quienes Jesús Hernandez Gil (A.K.A. Txus Di Fellatio) ha copiado a lo largo de estos casi veinticinco años. En fin, por algo les copiaría, ¿no? ;)
¡Gracias por leer!