Dejando a un lado el tema del origen de la tienda, Meyer continuó curioseando los polvorientos libros y las antigüedades exóticas de la tienda. No estaba interesado en las supuestas cabezas de lagarto lustriano ni en los muñecos de dragón catayanos. No, eran los libros lo que le interesaba al erudito de las gafas. Había algunos títulos poco frecuentes en las estanterías, a pesar de ser libros que Meyer había adquirido hacía mucho tiempo.
El erudito encontró al propietario, un anciano con descoloridos tatuajes en las manos, que estaba disecando lo que parecía ser una rata gigante para su exhibición.
- ¡Buenos días mi, joven amigo! - dijo. - ¿En qué puedo ayudarle? - Meyer sacó un trozo de pergamino y se lo entregó al anciano.
- Me preguntaba si tendría alguno de estos títulos en su colección, - preguntó el erudito.
El propietario comprobó la lista y una sonrisa de complicidad asomó a su rostro.
- Acompañeme, - dijo suavemente, guiando a Meyer a través de unas cortinas hacia el cuarto trasero.
El erudito miró las manos del hombre mientras éste hurgaba entre un montón de tomos. Por mucho que se esforzase, era incapaz de percibir los tatuajes con nitidez. ¿Eran runas, o glifos? ¿Tal vez algún símbolo gremial? Meyer no estaba seguro. Pronto el anciano encontró lo que buscaba y puso un raído libro en manos de Meyer. Era una copia de "Sobre la naturaleza del alma" de Tranicus, un clásico desde luego, pero fastidiosamente ordinario.
- Conozco bien el trabajo de Tranicus, - dijo Meyer con un tono de irritación en su voz. - ¿Qué hay de los libros de mi lista? -
- Olvídese de ellos, - dijo. - Creo que esta edición se aproxima más a sus verdaderos intereses. Mire en su interior. Creo que le impresionará la calidad de la traducción. -
Inquieto, Meyer abrió el libro por la primera página. Sus ojos se abrieron como platos cuando la leyó.
- Esto no es de Tranicus, - susurró. - Esto es "El desollado". -
Multitud de pensamientos invadieron la mente de Meyer mientras examinaba el libro. "El desollado" era un legendario tomo sobre nigromancia. Se decía que todas las copias fueron destruidas quinientos años atrás por la Orden de la Llama Purificadora.
El anciano sonrió.
- ¿Desea usted comprar esta estupenda edición de Tranicus? -
El erudito sopesó la pregunta cuidadosamente. No era un nigromante, pero la oportunidad de leer "El desollado" era más que tentadora. Si le pillaban leyendo el tomo prohibido, los cazadores de brujas lo quemarían sin lugar a dudas. Pero leer un texto sobre el que ningún otro intelectual ha depositado sus ojos en quinientos años...
- Me interesa, - dijo Meyer lentamente, - pero un pobre erudito como yo no podría permitirse una edición tan poco común.
- No se preocupe por eso, - dijo el anciano, frotándose sus tatuadas manos. - Seguro que se nos ocurrirá algo. -
miedo me da ese frote de manos...
ResponderEliminarPor algo se empieza...
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