Leyendas Warhammer: Aekold Helbrass

"No puede morir, pues su carne es eterna, y el Señor del mutable flujo del Tiempo vela por su integridad. Pero han pasado ya milenios desde que entregó su alma al Arquitecto del Destino, y tampoco puede alcanzar la demonicidad. Atrapado en un cuerpo eterno, en un éxtasis temporal, sin ascender ni descender jamás. Parece una broma del destino. Me reiría, pero hace ya mucho tiempo que las bromas del destino me parecen terriblemente macabras y crueles."
CONDE MORDREK, EL CONDENADO


"Maldito sea, mil veces maldito. No fue Malekith el primero que volvió el rostro y el corazón alejándose del calor del hogar y la familia: el dudoso honor de ser el primer traidor, corresponde al antiguo guardián de la Torre Blanca, aquel a quien Caledor Domadragones confió tantos secretos en tiempos ancestrales. Aekold fue el primero en caer ante las garras seductoras de los Poderes Ruinosos, y permanece desde entonces, atrapado en este mundo por el mismo Señor del Cambio, como un recordatorio constante de que nosotros tampoco somos inmunes a las corruptoras influencias del Caos."
TECLIS, DE LA TORRE BLANCA

"Llegamos ante el Elíseo, el repugnante antro del Caos donde mora el maldito Helbrass. Yo había jurado venganza contra el Paladín del Caos por las tropelías cometidas en Ostland el verano anterior. Perdí allí a muchos buenos hombres luchando contra las monstruosidades del Caos, y recordando cómo Sigmar dejó escapar a Gerreon hace ya tantos años, decidí salir a la caza del Paladín del Caos con mis hombres. Ni siquiera respondió a nuestra presencia: siguió sentado en su trono de cristales brillantes y coloridos, sin hacer ningún movimiento. Hasta que nuestras zwei-hander mordieron su armadura. Se levantó como un torbellino, tomó su enorme espada y cercenó brazos y cabezas a una velocidad sobrehumana. Sus heridas se cerraban apenas la hoja dejaba de tocar su carne, e incluso su armadura se reparaba a sí misma a gran velocidad. Ni el fuego era capaz de detener su habilidad curativa. Viendo lo inútil de nuestra empresa, regresamos al exterior del Elíseo y  montamos de nuevo en nuestros caballos, rumbo al sur."
VALMIR VON RAUKOV, CONDE ELECTOR DE OSTLAND


"Todavía recuerdo a aquel robusto maestro de la espada, siempre tras los pasos de Caledor. Su rostro parecía tallado en mármol, pues no sonreía nunca. Luchó bravamente contra las abominaciones del Caos, protegiendo a Caledor y a sus aprendices de demonios y brujos de los Poderes Ruinosos. Su traición fue más de lo que el viejo Domadragones pudo soportar; creo que fue por ello que se exilió voluntariamente de este mundo. Muchos años después lo estuve buscando, consciente de su valía y de todo lo que podría aprender de él. Pero se negó a venir a Naggaroth. Según su opinión, somos débiles porque no aceptamos el Caos: tan sólo mi madre merecía su respeto."
MALEKITH, REY BRUJO DE NAGGAROTH


"Zi, konozko la hiztoria del orejotaz malvado eze. Dizen ke ez kapaz de zoportar loz mordizkoz de un garrapato gargantúa, y ke zuz heridaz ze zierran, komo pazaba kon el legendario Grom el Panzudo. Ke zu ezpada zuelta llamaz, y ke ez muy rápido, komo todoz loz orejotaz. Algunoz chamanez hablan de él en zuz tranzez de zetaz, y lo llaman "el dragón ke dormita". A mí no ez ke me molezte demaziado: lo ke no me guzta ez ke no huele a zangre y a piedra bruja komo loz otroz kaótikoz: huele a limpio. ¡A limpio! ¡Ke horror! Ez normal ke loz chikoz ze pongan nerviozoz kon eze dezagradable olor a limpio. ¡Azí no ze puede trabajar!"
SKIGGIT, EL GOBLIN NEGRO


"Siento mucho respeto por aquellos tan antiguos, aquellos que ya estaban en el mundo antes de que yo naciese. La edad es un factor a respetar, siempre lo he dicho."
NAGASH, EL GRAN NIGROMANTE