Cuando sus habitantes hablaban lo hacían en susurros, y el opresivo silencio absorbía sus palabras. Las atronadoras voces procedentes de las lejanas montañas en erupción eran los únicos ruidos fuertes en la asediada ciudad que lloraba a sus muertos. Los ciudadanos abarrotaban las murallas esperando la llegada de la horda, y cada día que pasaba sin que se produjera ningún ataque, más que hacer disminuir su ansiedad, la incrementaba. Los rumores del espantoso hallazgo del Guardián flotaban sobre la ciudad y aumentaban el miedo. El fin estaba cerca y los ciudadanos de Tor Yvresse lo presentían.
Entonces, cuatro días después de la batalla de la Llanura, llegó el momento decisivo. Los habitantes de la ciudad despertaron con un ejército a sus puertas, y los cráneos corroídos por el fuego de sus muertos siendo arrojados por encima de las murallas por los grandes brazos de las catapultas de los goblins. Esto cesó cuando Grom avanzó montado en su carruaje, deteniéndose fuera del alcance de los lanzavirotes. En entrecortada lengua humana, dijo a los elfos que estaban condenados a menos que se rindieran inmediatamente y le reconocieran como su amo. Aquellos elfos que entendían el lenguaje de los hombres le hicieron burla en el lenguaje común, Grom se encogió de hombros y dio la orden de iniciar el asedio.
Las enormes torres rodaron hacia delante, mientras las catapultas y los arqueros goblin disparaban sus proyectiles hacia las murallas. Los defensores respondieron al fuego, pero no eran suficientes como para silenciar a los atacantes. Cuando las torres llegaron junto a las murallas, los defensores derramaron calderos de plomo derretido mágicamente sobre los goblins, y dispararon flechas con fuego alquímico sobre sus atacantes, pero no pudieron evitar la matanza. Colmillo Negro gesticuló y la tormenta estalló. La lluvia cayó de manera torrencial y extinguió los fuegos. Los relámpagos bailaban entre las almenas como llamas parpadeantes que surgían del infierno. Los defensores fueron abatidos de las almenas, y los goblins inundaron como una marea verde las murallas y la ciudad que había detrás.
La lucha fue despiadada, se luchó en las calles y en los palacios de la ciudad. Los goblins tenían la ventaja de la superioridad numérica, pero los defensores conocían hasta el último escondrijo, grieta y pasaje oculto de su ciudad. Los goblins de ojos amarillos cazaban a los elfos en la tormentosa oscuridad, y a su vez eran cazados. La sangre se mezclaba con la lluvia en las empapadas calles. La intermitente iluminación de los rayos iluminaba escenas de terrible furia y masacre. Una locura asesina se adueñó de todos los combatientes mientras los truenos retumbaban y los terremotos sacudían los edificios. Ambos bandos lucharon con una furia total, primordial, sin dar cuartel ni esperarlo. Las fuerzas de ambos bandos se dividieron en pequeños grupos por el laberinto de tortuosas calles; el curso de la batalla cambiaba constantemente al obtener uno u otro bando una superioridad local.
Cerca de medianoche, la situación parecía desesperada para los elfos. El Guardián de Tor Yvresse y Colmillo Negro se enfrentaron. El chamán dirigió a su serpiente alada hacia la torre del mago elfo, donde se hallaba el menhir principal de la ciudad. Las negras alas de Muerte Alada envolvieron el tejado de la torre. El Guardián salió a su balcón, y él y Colmillo Negro se enfrentaron. Se liberaron terribles energías mágicas. Hechizos de muerte silbaban por el aire y chisporroteaban al ser dispersados por contra-hechizos. Relámpagos encadenados vibraban y rebotaban contra escudos de luz. Dos dioses mortales luchaban en la parte más alta de la ciudad y todos los ojos, tanto los amarillos de los goblins como los azules de los elfos, estaban centrados en la torre.
El chamán hizo un gesto y las llamas envolvieron la torre. El Guardián las extinguió con una palabra. Colmillo Negro habló y su voz fue un trueno. La torre se estremeció y amenazó con desplomarse, el Guardián perdió el equilibrio pero logró agarrarse al balcón. Al perder momentáneamente su concentración, fue presa fácil para Colmillo Negro. El hechizo del chamán arrancó la carne de sus huesos y dejó tan solo un esqueleto en pie. Entonces el montón de huesos cayó a la calle. Colmillo Negro penetró triunfalmente en la torre. Había alcanzado el centro del entramado de energía que había estado destruyendo gradualmente desde que había encontrado por primera vez los menhires. Ahora estaba ante el menhir principal de todo el este de Ulthuan. La energía necesaria para causar la destrucción más completa estaba ahora en sus manos. Podía oír cómo bajo sus pies los guerreros goblins derrumbaban las puertas de entrada a la torre.
De repente, de entre la tormenta llegaron los elfos. La flota de Eltharion surgió desde el turbulento mar y penetró en el puerto. En una proeza de terrible habilidad marinera, los buques de la flota élfica cortaron las olas hacia las tranquilas aguas junto a los muelles. Cientos de endurecidos veteranos elfos desembarcaron. El propio Eltharion levantó el vuelo a lomos de Ala de Tormenta, buscando el asesino de su padre. El rugido de desafío del grifo retumbó por toda la ciudad. El ejército elfo recién desembarcado chocó contra la fatigada y empapada horda goblin y se abrió paso hacia la gran plaza en el centro de la ciudad. Los goblin retrocedieron ante el feroz ataque de los elfos.
Eltharion voló entre el viento y la lluvia. Sintió la presencia de Colmillo Negro y, lleno de terror, se percató de lo que el chamán goblin se proponía hacer. Sintió el gran flujo de energía que fluía por el interior del chamán, y supo que si no le detenía en ese mismo instante, todos morirían. Como para enfatizar la gravedad del momento, el suelo tembló. Palacios de siglos de antiguedad se derrumbaron enterrando tanto a goblins como a elfos entre sus ruinas.
Eltharion descendió del cielo delante de un grupo de élite de sus guerreros. Rápidamente les dijo lo que tenía que hacer y levantó nuevamente el vuelo, dirigiéndose a una muerte segura. De su mano extendida surgió un rayo de pura energía que atravesó las filas de goblins que se encontraban alrededor de la torre del Guardián; se trataba a la vez de un ataque y de un desafío.
Colmillo Negro percibió el nuevo desafío y salió a hacerle frente. Mientras lo hacía, el grueso de la fuerza de Grom se enfrentaba a los elfos en la plaza de la ciudad y las tropas de élite de Eltharion atacaban la torre del Guardián. En lo alto, sobrevolando la ciudad, Eltharion y Colmillo Negro luchaban mientras en la plaza se desataba la locura. Elfos y goblins cargaban y contra-cargaban. A la luz de los rayos de la tormenta, el grifo y la serpiente alada intercambiaban dentelladas y zarpazos. La espada hechizada del elfo chocaba con el báculo del chamán. Descargas de energía parpadeaban y relampagueaban.
Ebrio de poder y enloquecido de dolor, Colmillo Negro golpeaba a su adversario una y otra vez con mortíferos hechizos, cada uno más poderoso que el anterior. Sólo la férrea voluntad de Eltharion le permitió desviar los rayos; únicamente su decidida determinación de vengar la muerte de su padre le permitió soportar la agonía. Sin embargo, poco a poco el poder sobrenatural de Colmillo Negro empezó a superar al elfo. Perlas de sudor se mezclaban con la lluvia en el rostro del príncipe elfo. Sus otrora hermosas facciones estaban contraídas en una mueca de dolor. Tan solo podría resistir un golpe más.
Entonces ocurrió. Los elfos mataron a todos los goblins de la torre y llevaron a cabo el desesperado plan de Eltharion. Entonaron la Evocación del Fin ante el menhir principal.Toda la energía que fluía por él se detuvo momentáneamente. Colmillo Negro se detuvo a mitad de un hechizo, momentáneamente aturdido por la ausencia de energía mágica. Sabiendo que era la única oportunidad de que podría disponer, Eltharion atacó con todas sus fuerzas. Su espada mágica describió medio círculo, más rápida que el vibrar de la lengua de una serpiente. La cabeza de Colmillo Negro salió volando de sus hombros. Su cuerpo salió disparado de su silla de montar.
Más abajo, en la calle, Grom seguía luchando. Su despiadada hacha golpeaba a diestro y siniestro. Donde golpeaba, un guerrero elfo caía. A su alrededor, su guardia personal luchaba valientemente, animados por el valor de su general, confiando aún en la victoria. Lentamente, los elfos fueron expulsados de la plaza. Entonces el cuerpo sin vida de Colmillo Negro cayó a plomo desde el cielo, estrellándose frente al carro de Grom.El caudillo goblin se detuvo, aturdido por la muerte de su viejo amigo. Viendo paralizado a su general y a su invencible chamán muerto, los goblins se detuvieron.
Los elfos cobraron nuevas fuerzas con la llegada de Ala de Tormenta y Eltharion, y cargaron con renovada fuerza contra la horda. Los goblins murieron en masa; los pocos supervivientes fueron en primer lugar obligados a retroceder y, desmoralizados, acabaron huyendo. Ni los aullidos de Grom pudieron detenerles. Reconociendo su derrotam Grom se encogió de hombros y les siguió. Los elfos estaban demasiado exhaustos como para perseguirles.
Nadie sabe qué sucedió después. Eltharion penetró en la torre del Guardián con cuatro de los más valientes guerreros de la batalla. Se dice que pasó toda la noche allí, conteniendo la energía del menhir, tratando de estabilizar el vórtice. Salió por la mañana, con su rostro más sombrío que nunca. Ninguno de sus compañeros fue visto jamás. Habían pagado un precio terrible por la salvación de Ulthuan.
Eltharion salió a un brillante amanecer para agradecer los vítores de los allí reunidos. El sol brillaba; la tormenta había pasado. La luz del nuevo día no alegró a Eltharion. Ni la adoración de la muchedumbre ni las alabanzas de los guerreros pudieron dibujar una sonrisa en sus finos y pálidos labios. El horror por el que tuvo que pasar destrozó el resto de su vida. Hasta el fin de sus días fue conocido como Eltharion el Implacable.
Nadie sabe qué le ocurrió a Grom. Algunos dicen que murió a causa de las heridas causadas por Eltharion cuando se enfrentaron en el fragor del combate. Otros dicen que sobrevivió y que se abrió camino hasta las montañas corrompidas por la magia. Algunas historias cuentan que regresó al Viejo Mundo Montado sobre Muerte Alada. Madie lo sabe con seguridad. Nunca se volvió a saber de él. Eltharion fue nombrado el nuevo Guardián de Tor Yvresse, que ha gobernado justa y sabiamente durante muchos años. Sin embargo, en las noches de tormenta puede vérsele a menudo en los balcones de la torre del Guardián, meditando tristemente y con su cerrado puño hacia el cielo.
Me parece que te has equivocado de parte, esto son las partes 3 y 4 combinadas, creo
ResponderEliminar¿Pero esto son las partes 3 y 4 no?
ResponderEliminarOooops... fallo mío. Ya está corregido.
ResponderEliminarNunca me ha gustado lo de que Grom sobreviviera pues no creo que pueda hacer mucho además de pasar el resto de su vida en las montañas con lo poco que le queda de ejército
ResponderEliminarPor cierto ¿Colmillo Negro era orco o goblin?