viernes, 19 de enero de 2018

Huyendo del Harmónium

Relato corto del Epítome de campaña de Planescape para la 3.5



Un breve estallido de sonido y un impetuoso viento saludaron a Volund cuando entró en la habitación. La chica tiefling se giró hacia él por un momento, con los ojos muy abiertos de miedo ante el ardiente símbolo de Harmónium en su frente, antes de arrojarse a través del portal abierto. Volund lo observó cerrarse,impasible, y luego se giró bruscamente hacia donde vino. En la sala principal, las cabezas se volvieron, ya fuese hacia una esquina distante o hacia abajo, observando la bazofia que aquí servían como comida, pero todos lo miraban por el rabillo del ojo. El miedo era palpable,pues el zénitre no necesitaba ninguna insignia para que lo reconociesen. Era un miembro del Harmónium, y aunque se encontrase rodeado por una docena de tíos que hubiesen vendido alegremente su cadáver a los Hombres de la Ceniza, su aura de autoridad era indiscutible. Sus camaradas estarían esperando fuera, y aunque no fuese así, la noticia podía acabar llegando a su facción, y entonces tendrían verdaderos problemas. No, pese a cualquier superioridad numérica que pudiesen tener, eran ellos los asustados. 

Volund observó el establecimiento con desdén. Tan acostumbrado a la perfección de Arcadia, el bar del Cadáver Ardiente Ardiente era una fea red de ángulos agudos, sombras parpadeantes y madera marrón grisácea. Afortunadamente, no tendría que permanecer aquí por mucho tiempo y y se abrió paso con confianza hacia el tabernero de los planos inferiores, que estaba haciendo  su mejor esfuerzo para parecer ocupado mientras limpiaba una taza con un trapo sucio. Todo la gente observó con interés, preguntándose si arrastraría a alguien para ocupar el lugar de la tiefling. Volund no les prestó atención y simplemente clavó una severa mirada en la figura patética del tabernero, que finalmente murmuró, apenas por encima de un susurro: “Hice como me dijo el Cabezón, le di la llave. Mandarla donde dijo, lo hice” 

El zénitre se inclinó sobre la barra, deslizando sutilmente un par de monedas hacia el tabernero mientras respondía con voz clara para que toda la gente pudiese escuchar: “No dejes que te pille ayudando a alguien a huir nunca más, Krish, o acabarás ocupando su lugar en los campos.” El tabernero asintió varias veces, pero Volund ya se estaba marchando del bar, contento de que otra criminal hubiese acabado en el plano-prisión de Cárceri, justo donde los suyos debían estar. Había servido al Orden, y la próxima vez, la pequeña ladrona se tomará un minuto para verificar a dónde conduce un portal antes de atravesarlo.

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