Los rompehierros formaron
un muro viviente a lo largo del corredor, sus espaldas contra el
último portón que protegía el interior de la fortaleza. Durante
días los goblins nocturnos habían intentado abrir brecha en ese
túnel, pero los enanos habían aguantado con firmeza, sus
prácticamente impenetrables armaduras de gromril resistiendo los
ataques y embates de los pielesverdes, al tiempo que sus hachas y
martillos reclamaban las vidas de innumerables goblins. Los enanos
estaban cansados, pero se negaban a retroceder ni un paso. Habían
luchado contra los goblins nocturnos el tiempo suficiente como para
no subestimarlos, pues siempre guardaban algún truco sucio oculto
bajo la manga.
Del otro lado de la pila
de cadáveres goblinoides que bloqueaban el túnel empezaron a oírse
una serie de extraños sonidos, y de pronto asomaron por allí dos
inmensos garrapatos de aspecto terriblemente amenazador. Las
criaturas rugieron de rabia mientras los goblins nocturnos las
pinchaban y azuzaban para que se lanzasen al combate. En cuanto los
garrapatos notaron el olor de los enanos no hizo falta más acicate,
y se lanzaron contra ellos a gran velocidad.
Las dos bestias,
encadenadas entre sí, tropezaban y chocaban constantemente contra
las estrechas paredes del corredor, pero no sólo no perdían
velocidad si no que cada vez aceleraban más, mientras seguían
girando la una sobre la otra hasta que todo lo que los enanos
pudieron ver fue una amalgama de dientes, cadenas y restos
ensangrentados de algunos de los goblins nocturnos que también
estaban encadenados a los garrapatos.
Los enanos tuvieron
tiempo de alzar sus escudos contra aquel torbellino viviente de
destrucción, pero no sirvió de nada: los garrapatos los segaron
como si fueran trigo y atravesaron el portón con un atronador
estrépito y una lluvia de roca, madera y metal. Aunque algunos de
los brazos y las piernas cercenadas aún se seguían moviendo por
reflejo, no había quedado un solo enano vivo. El camino hacia la
fortaleza enana estaba despejado, y los goblins nocturnos iniciaron
su asalto final.
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