Hoy, en este último día, no dejo de preguntarme… ¿Es la vida un sueño? ¿Cuándo morimos, despertamos en un mundo mejor, mucho más civilizado? ¿Tendrán los demás pensamientos como yo? Más que nada en el mundo, llevo pensando en estos temas durante los últimos días, y, pese a que sé que no hay respuesta a mis preguntas, no por ello dejaré de razonar. Porque alguien tendrá que hacerlo en este nuevo mundo lleno de caos y horror.
Mientras escribo estas palabras, mis compañeros, los últimos humanos que quedamos en este mundo de locos, esperamos a que llegue el fin.
Esto, pues, es un testamento, dado que soy el único de todos los humanos que hay que aún sabe leer y escribir con soltura. Si alguien está leyendo estas palabras, témome que este será el último manuscrito que jamás escriba la humanidad.
Si están leyendo estos fragmentos de mi ahora desquiciada mente, supondré que en un futuro el orden triunfará, y una nueva utopía habrá barrido a los poderes del Caos. Así, pues, tal vez deba empezar este aciago testamento describiendo la serie de acontecimientos que me han llevado a escribir estas palabras.
Todo empezó en Middenheim. Si mal no recuerdo, yo era uno de los muchos escribas que se refugiaban en la fortaleza. Era joven, solitario, y parco en palabras. No lamento mi vida anterior: no habría cambiado nada si me hubiese dedicado a ser un estúpido alborotador, o un bravo guerrero del Imperio. Nadie se esperaba lo que estaba por venir. Es cierto que todos mirábamos con bastante temor a la nueva horda del Caos, pero en el fondo teníamos confianza, y no era para menos: la reencarnación de Sigmar, realzada por el pobre Luthor Huss, se hallaba entre nosotros, los enanos nos iban a ayudar, y muchos creíamos de veras que el enemigo no conseguiría avanzar más que en la pasada Guerra del Caos. Teníamos motivos de sobra para creer en la victoria.
Cuan equivocados estábamos.
Vinieron como el fuego quemando la cosecha. Lo arrasaron todo a su paso. Una a una, fuimos perdiendo todas y cada una de las batallas que se libraron frente al enemigo, e incluso Volkmar pereció en combate. Las hordas del Caos avanzaban, imparables, ayudados por repelentes criaturas que ahora llamamos skavens, y apoyados por muchas hordas de burdos orcos.
Tras cuarenta y siete días de avance imparable, las hordas del Caos rápidamente sitiaron Middenheim, y a continuación se produjo un terrible asedio donde los mejores guerreros del Imperio y de Kislev, ayudados por los enanos, resistieron con estoicidad todas y cada una de las embestidas del Caos. Entonces, llegaron los refuerzos, y tuvo lugar una batalla terrible que duró varios días. Muchos fueron los acontecimientos que tuvieron lugar en Middenheim, pero, al final, todo se redujo a un único momento de gloria y matanza.
Tras dos semanas de arduas peleas con las fuerzas del orden, se produjo el encuentro: el Señor del Fin de los Tiempos se encontró cara a cara con Valten, el heredero de Sigmar, portador de Ghal Maraz. En aquel momento se produjo una titánica batalla: el martillo sagrado contra la espada demoníaca, ferocidad imperturbable contra una voluntad inquebrantable, en definitiva, la lucha entre el bien y el mal.
Ganó el mal.
Valten fue derrotado por el líder del Caos. El símbolo del cometa de la doble cola fue borrado con sangre humana, y acto seguido el maligno señor incuso tuvo tiempo de asesinar al protector de Valten de por aquel entonces, Luthor Huss. Con las dos principales cabezas del a fe imperial postradas a sus pies, los combatientes de las fuerzas del Orden supieron entonces que sus días estaban contados: la gran esperanza de la Humanidad había sido derrotada.
Pero aún hubo más aquel fatídico día. El líder de los pieles verdes, al parecer ansioso por demostrar su fuerza, corrió para intentar encontrar al Señor del Fin de los Tiempos. Atravesó las filas imperiales, pero encontró su final a manos de las Espadas del Caos. Los escoltas, mucho más experimentados que los orcos de Grimgor, vencieron sin esfuerzos a las debilitadas fuerzas del caudillo verde, y mataron sin compasión al líder rebelde. Ni siquiera Grimgor Piel Hierro había conseguido triunfar…
Pletórico por la victoria, el Señor del Fin de los Tiempos aulló al cielo un grito desgarrador que penetró los oídos de todos los presentes en aquel día, incluyéndome a mí, que tuve que recoger la información de distintos testigos mucho más próximos a la batalla de verdad. Las fuerzas del Caos, victoriosas, se retiraron, dejando tras de sí un gran rastro de destrucción que otros podrían tildar de “advertencia”. No había sido una victoria, pero si una demostración de poder, y lo peor estaba aún por llegar.
Llegaron cuando aún los defensores se lamían las heridas. Silenciosos portadores de la muerte, los no muertos atacaron sin piedad por el vencido, y los guerreros, sin tiempo para descansar, tuvieron que levantarse una vez más para defender el destino del mundo. Larga y triste fue la batalla, una guerra de desgaste contra las innumerables hordas del conde vampiro Mannfred Von Carstein, pero, al final, sin que nadie lo esperase, el propio Emperador, Karl Franz, sacrificó heroicamente su vida para terminar con Mannfred y acabar con su legado de muerte.
Finalmente, cuando la guerra acabó, las consecuencias fueron desastrosas para todos: moralmente, Valten, Huss, y Volkmar habían muerto presentando batalla al Caos. Y, en cuanto a política, otra guerra se produjo en el seno del Imperio cuando los Duques Electores se pelearon por suceder en el trono a Karl Franz. Fue un acto políticamente estúpido, que, como ya supe en aquel momento, nos iba a llevar irremediablemente a la destrucción.
Las hordas del Caos se reunieron de nuevo. Tanto las legiones de los cuatro dioses, como los guerreros y los bárbaros, pasando por los incontables hombres bestia, otra horda del Caos, rejuvenecida, y con ganas de conquista, se reunió de nuevo, lista para conquistar el mundo bajo el liderazgo del Señor del Fin de los Tiempos.
Y, una vez más, las fuerzas del orden se unieron contra la adversidad. Los enanos, asediados por todas partes, pudieron aún así enviar un pequeño contingente de barbudos barbaslargas y matadores de Karak-Kadrin. Los altos elfos, asediados por todos los frentes, enviaron una hueste proveniente de las verdes llanuras de Hoeth. Y Kislev, bajo el mando de la Zarina, presentó lanzas frente al enemigo. Los bretonianos enviaron a tiempo los mejores caballeros al servicio del Rey Loeuncouer. Incluso, según la leyenda, el mismísimo Gotrek en persona acudió a la defensa de Praag, el principal núcleo de resistencia, ya que los muros de Middenheim no habían sido reparados ni satisfactoriamente ni a tiempo. Por otra parte, ni los guerreros de Catay ni los de Nippon aportaron sus fuerzas, ya que habían establecido una nueva alianza con el Mal, y tampoco aportó fuerzas el Imperio, profundamente sumido en una guerra civil en la que un servidor estuvo a punto de morir.
Esta vez, pese a las menores fuerzas disponibles, creo que los luchadores sabían muy bien a qué atenerse después de la anterior Tormenta del Caos. Muchos de los supervivientes de la batalla de Middenheim volvían a estar ahí, dispuestos a defender el reino de la estúpida humanidad de las hordas del mal y sin duda mucho más avezados en las técnicas bélicas del Caos.
Una vez más, la sombra del error hizo su aparición, y una vez más se subestimó al enemigo. Por última vez.
No traían nuevas técnicas. No traían nuevos monstruos. Ni siquiera traían nuevos aliados. Pero, aún así, gracias a los testigos que sobrevivieron a la “Batalla Final”, pude saber con certeza que las hordas que esta vez traía el enemigo eran de un tamaño inconmensurable. El Señor del Fin de los Tiempos había reunido de nuevo a sus ejércitos, y, probablemente tras el éxito obtenido en Middenheim, ahora disponía del completo favor de sus malignos dioses, y de enormes fuerzas del mal cuyo poder solo rivalizaba con su villanía.
Las fuerzas del orden, en una situación bastante peliaguda, apretaron los dientes, se aferraron a sus armas, y se prepararon para lo que probablemente iba a ser la batalla final contra el Caos, un Caos tan fuerte que jamás podría ser parado, un Caos suficientemente fuerte como para convertir lo que en un principio iba a ser una batalla igualada en una masacre sin precedente alguno en la historia que aún nos queda.
No hubo héroes aquel día, porque, si los hubiera habido, no estaríamos en esta situación. Miles de caballeros rindieron sus pendones antes de rendirse en la muerte. Las banderas de muchas naciones ondearon al viento, orgullosas, antes de quemarse ante el fragor de las llamas. Ni siquiera los magos altos elfos, con su gran poder, o los enanos, con su gran inventiva, pudieron hacer frente de tu a tu al nuevo poder.
Hubo hazañas, por supuesto. Miles de héroes anónimos sacrificaron sus tristes vidas por ganar algo de tiempo, o posiblemente para salvar las vidas de inocentes niños inmiscuidos sin querer en la guerra. No fueron pocas las bajas del enemigo, y no fue una sola batalla la que se libró en aquel funesto año, pero, por encima de todas estas heroicidades sin nombre, una brilló por momentos, como un cometa o una estrella fugaz. Probablemente, para transcribir el triste final de Gotrek Gurnisson, el último héroe de nuestros días, pueda recurrir a mi ingeniosa prosa, sin embargo, dadas las condiciones, me veo obligado a transcribir letra por letra las palabras del célebre cronista Félix Jaeger.
Hoy es un día triste
Hoy es un día de lágrimas
Hoy ha muerto Gotrek Gurnisson.
Gran héroe de nuestros tiempos
Tuve el honor
De pelear junto a él
En la Gran Batalla contra el Caos
No había nadie que pusiese más empeño en matar que él
El enemigo temía el filo de su hacha
Y yo tuve el honor de ser su fiel compañero en ese día
Más llegó el fin
En medio de la batalla
Él desafío al matador
Era Él todopoderoso
Un ser cuya brutalidad carecía de límites
Y cuyo talento para el asesinato no tenía parangón en los cuatro puntos cardinales
Trabaron combate en medio de la Batalla
Fue la suya una grandiosa pelea
Gotrek Gurnisson se había pasado muchísimos años buscando la muerte
Buscando un rival invencible entre los villanos del Viejo Mundo
(Yo mismo pude ver algunas de estas batallas)
Creo que, entonces, en sus últimos momentos de vida, el enano comprendió
Comprendió que estaba frente a un adversario digno del final que quería
Comprendió que además formaba parte de algo mucho más grande
Y que no podía perder bajo ningún concepto
Sin duda aquel día sus mandobles redoblaron en fuerza
Y le plantó cara a la adversidad dignamente, mucho más de lo que se podría decir de otros
Hoy sé que puedo sentirme orgulloso de haber luchado junto al mayor héroe de nuestro tiempo
Hoy Gotrek Gurnisson se ha encomendado a sus dioses, ya que nunca rechazó la meurte
Hoy todos sabemos que Gotrek Gurnisson murió, y con él sus pecados.
Loado sea Sigmar
A partir de aquel día, el Caos se esparció por todo el mundo como una plaga, extendiendo sus largos zarcillos a lo largo y ancho de todo el Viejo Mundo. Rápidamente centenares de peublso y ciudades fueron borrados de la faz del mapa, y muchos humanos fueron esclavizados o asesinados salvajemente durante aquellos días. Las fuerzas del Caos campaban a sus anchas a lo largo de las praderas, los señores del Caos celebraron fiestas interminables en torno a lso cráneos de los Condes Electores que se les opusieron, y Altdorf ardió en unas llamas cuyo humo llegó incluso a cubrir el cielo. La desgracia y la miseria se expandieron por doquier.
Hubo aún algunos destellos de luz en medio de aquella turbulenta oscuridad. Los últimos enanos, seguramente resignados a su funesto destino, plantaron cara a la Tormenta del Caos desde su gran fortaleza en Karaz-a-Karak. Según oí en su momento, el asedio duró bastante tiempo, y de hecho no me extrañaría que siguiese hoy en día. La última vez que escuché algo de la ciudad enana, de boca de un pobre hombre sin cordura, acabé escuchando una historia tan deleznable que yo mismo maté al pobre hombre, apiadándome de su febril estado.
Se acercan, y en estos momentos, en medio de todo este caos destructivo, no puedo evitar añorar los paisajes que antaño que recorrí en mis viajes como escriba imperial. Echo de menos mi Estalia natal, con sus agradables y bondadosas gentes, ahora probablemente decapitadas en algún altar blasfemo, o Margritta, cuya caída y derrumbamiento aún hoy sigo llorando.
Incluso en estos momentos de tensión echo de menos a los habitantes de Arabia, con cuyos mercaderes nunca acabé de congeniar. ¿Es la condena de la libertad un crimen tan grave como para someter a millones de personas a un genocidio en masa? Nadie merece esto. Si es que no es un sueño.
Ya no sé que es real o no. Parece que viva en una pesadilla, pero, en cambio, no dejó de recordar y añorar unas épocas mejores que ahora me parecen un sueño. No sé cuánto tiempo debo de llevar viviendo en este estado, ni si siquiera esto que escribo es un sueño. Si lo es ¿Qué sentido tiene todo esto? ¿Qué es el sueño? ¿Por qué escribo?
No hallo respuesta a mis preguntas, y el fin se acerca inexorablemente. Oigo a mis compañeros, los últimos seres humanos ¿libres? Gritar desesperadamente. Las llamas me rodean. Se acerca.
No sé si esto es un sueño.
No sé si es una pesadilla.
Dejo este legado para alguna futura civilización mucho más prudente y cauta, porque si hay algo que sé en medio de este despropósito llamado vida, es que hay una certeza por encima de todas, una certeza que nos ha llevado a todos a la destrucción más absoluta.
Se acerca.
Ya viene.
Archaón…
-¡Lord Archaón!
-Ugh… ¿Qué pasa?
-¿Me permite preguntar qué estaba haciendo?
Archaón le devolvió la mirada al guerrero del Caos, y le clavó a través del Yelmo del Destino unos ojos amenazadores que prometían muerte y desesperanza a partes iguales:
-No te lo permito
Acobardado, el guerrero de la armadura se fue, y otra vez quedó Archaón de nuevo a solas con sus pensamientos.
Miró al cielo, y lo prometió.
Sus sueños se harían realidad
Algún día arrasaría todas las civilizaciones del mundo.
Algún día cumpliría la voluntad de los Dioses.
Algún día… dejaría de ser…
… El Señor de la Torre de Latón…
Qué bueno, mis felicitaciones al autor.
ResponderEliminarMe encantan los Fics de Warhammer, es lo que más escribo y lo que mejor se me da, quizá algún día mande alguno si es posible.
Un relato muy completo con la mayoría de grandes personajes de Warhammer, pero Gotrek no puede morir, es algo para lo que aún no estoy preparado xDD.
Muy bien recreada la atmósfera oscura y apocalíptica.
Un saludo!
Parece que Gotrek tiene un destino mayor que cumplir... ¡Morir a manos de Thanquol! xD
EliminarMola bastante, y a conseguido que me ria al final,molaria que hicieran una serie comica de los descabellados planes de archaon para dominar el mundo, que te parecio el mini-relato que te envie, aun lo tengo que retocar...
ResponderEliminarAcabo de verlo, hotmail me lo había filtrado como "no deseado" (por el archivo adjunto, imagino)
Eliminarjaja increíble el final! Muy bueno, bastante mejor que la bazofia a la que llaman trasfondo que saca últimamente GW
ResponderEliminarGuaaaaaa, muchisimas gracias Yibrael! La verdad, para mi es todo un honro que aceptaras subir el relato el blog, solo espero que la lectura os haya gustado! ^^ (Ah, y bueno, lo siento por las faltas XD)
ResponderEliminarEn fin, muchisimas gracias Yibrael! ¡Que los vientos de Tz'arka te sean siempre benévolos! (bueno, tenía que hacer una alusión al comic)
Un saludazo!
Garrac Garrak
Gracias a ti por escribirlo ^^
EliminarGran relato, ya podrían los de GW haber hecho algo parecido, que la manera ede la que la Tormenta del Caos terminó fue patética, cuando tenía muy buena pinta en cuanto a un cambio global de trasfondo
ResponderEliminarPues sí... además de que parece que nunca ocurrió... La dimensión temporal del mundo de Warhammer hace cosas raras; se pliega ante los ejecutivos :P
EliminarMe ha gustado mucho,la verdad. Es casi tal cual me imaginaba lo que tendría que haber pasado con la tormenta del Caos.
ResponderEliminarEs la primera campaña que hicieron cuando yo me metí en este mundillo y aunque aún no tenía ejército para jugarla, me compré el libro emocionadisimo xD
El caso es que ya, después me enteré de como acabó y de como lo han intentado ignorar de forma lamentable y como han congelado el mundo de Warhammer y además metiendo cosas estúpidas como el tormenta de magia cuando en realidad, tirando del hilo podría haber sido imprsionante en cuanto a trasfondo y haber vendido lo mismo. Me explico:
Imaginaos por un segundo que la horda de Archaón hubiera completado su misión como la del relato. Que hubiera derribado los muros de Middenheim y asesinado a los mas grandes héroes del Imperio.
Los hombres, los Enanos y los Elfos no pueden hacer nada para detenerla ¿Quién podría?
Nagash
Lo conozco poco, la verdad. Lo que conozco de el lo conozco por tu (genial) ;) blog pero me lo imagino en las sombras de su guarida maquinando en sueños cual Cthulhu durmiente la ruina y la destrucción del mundo y de repente ¿un advenedizo mortal quiere arrebatarle su premio? ¿El mundo que una vez fue suyo y que le pertenece por derecho de conquista? No, no me imagino a Nagash rehuyendo una afrenta semejante.
Eso terminaría en un giro de los acontecimientos para la tormenta del caos que nos hubiera dejado a todos con el culo torcido y hubieran resucitado a uno de los mejores personajes antiguos enfrentándolo a uno de los personajes nuevos.
Esto podría desembocar en un nuevo trasfondo en el que aparece un Imperio echo pedazos y que intenta recuperar su antigua gloria y esplendor (podrían sacar dos libros de ejército de Imperio: pre-tormenta y post-tormenta xD) Un Caos que realmente ha invadido y se ha replegado, como nos cuentan siempre en los libros de Caos.
El ejército de Nagash (creo que es el condes vampiro ¿no? nunca me aclaro con eso)
Naturalmente, el resto de ejércitos tambien se verían afectados, algunos mas, otros menos pero todos tendrían alguna historia rara cuando los Muertos se enfrentaron al Caos y se destruyeron los unos a los otros (o no).
Realmente, tomar Tormenta del Caos como un punto de inflexión muy importante en el mundo de Warhammer es algo que podrían haber echo los de GW y si alguien se atreve fan-made, tiene todo mi apoyo y si quiere usar esto, adelante.
Para la guorchop, hubiera sido un puntazo creo yo, porque el mundo de warhammer desde tormenta de magia ha tomado un cariz en el que, dando un paseo por el campo, de cada dos árboles,tres te arrancaban la cabeza de un mordisco y después de la intensas energías mágicas desatadas por los hechiceros de Archaón en la lucha contra Nagash podría haber pasado cualquier cosa.
Por ejemplo, los fulcros arcanos, en vez de ser una cosa natural del mundo (peor argumento no he visto) podría haber sido parte del plan de Nagash o un hechizo lanzado por el para derrotar las hordas de Archaón mientras devastaban el Viejo mundo... Y de ahí, en vez de la patochada de trasfondo que tenía Tormenta de Magia, podrían haber sacado lo mismo pero con un buen trasfondo
Bueno, y poco mas gente, si he escrito alguna barbaridad trasfondística referente a Nagash o a cualquier historia, lo siento. Si no, espero que os guste y si alguien quiere coger esta idea y llevarla a cabo,que me avise que me gustaría verla.
Un saludo gente ^^