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viernes, 10 de agosto de 2018

Facciones en Planescape: (III) Los Athar

Bienvenidos al tercero de una serie de artículos de trasfondo sobre Planescape: se trata de la traducción del capítulo 3 del entorno de campaña de Planescape para D&D 3.5 realizado por la gente de Planewalker.es (página ya desaparecida). Comenzamos a analizar cada facción en detalle. Hoy, los Athar.


Jaya abrazó a Hobard, que se retorció con incomodidad. “Cuídate y mantente en contacto”, dijo ella, sosteniendo la llave del portal. Un zumbido bajo llenó el aire mientras un brillante campo de energía azul emanaba de la entrada.  
El arrugado githzerai resopló, una mezcla de diversión y disgusto. “¿Y cómo se supone que voy a hacerlo, con vosotros acurrucados en la base de la Espira?” Jaya se metió un pelo suelto detrás de una oreja y miró directamente a los ojos de Hobard. Podía ver su compasión y su determinación, igual que la veía en Terrance. 
Llegará un día en que los Perdidos puedan regresar a Sigil, Hobard, pero nuestros hermanos están confundidos y asustados, y necesitan un lugar en el que sentirse seguros. Puedo entender tus razones para no venir con nosotros: por favor, entiende por qué nos tenemos que ir”. Con una sonrisa y un guiño, desapareció por el portal.  
Hobard retrocedió por el callejón y se detuvo a mirar el lugar donde antes destacaba el Templo Destrozado. Enjambres de trabajadores arrastraban materiales de construcción de un lado a otro, el edificio estaba casi lista para albergar el nuevo templo. Los ojos del githzerai se entrecerraron, y crepitantes rayos de energía bailaron entre sus dedos mientras apretaba los puños. 
Veremos lo lejos que llega ese fraile gordo con su templo...  

Los Athar creen que los Dioses son fraudes, indignos de recibir adoración, no importa lo poderosos que puedan ser. Aunque posean un poder asombroso y recursos casi ilimitados, los Poderes no son los omniscientes y todopoderosos creadores del Multiverso -son seres que cometen errores, y que pueden ser destruidos. La falsa jerarquía entre un adorador y su deidad sólo sirve para reforzar el ego del Poder y perpetuar la inferioridad del adorador. No, los dioses deben estar más allá del alcance y la comprensión de los mortales, si es que realmente existen. Lo que existe actualmente no es más que una elaborada y compleja estafa que mantiene a los adoradores en su estado de sumisión. Hay suficientes dificultades en la vida de una persona sin la necesidad de atender a los caprichos de un Poder, y los Athar creemos que es nuestro deber informar a todo el mundo de que no tienen por qué doblegarse ante los Poderes. 
Filosofía: Todos los dioses son fraudes.  
Apodos: Insolentes, Perdidos  
Cuartel general: La base de la Espira. 
Principales razas: Bariaurs, caósidos, semi-elfos, humanos, tieflings, zenythri.  
Principales clases: Ex-clérigos, monjes, ex-paladines, exploradores, druidas.  
Fáctol: Jaya Forlorn (NB hembra humana ex-Clrérigo7/Guerrera2/Insolente5).  
Miembros prominentes: Caylean (CB macho tiefling Pícaro6), Hobard (CN macho githzerai Hechicero11/Puño de la divinidad2).  
Alineamiento: Cualquiera, con tendencias caóticas  
Símbolo: Perfil de la Espira coronada por un toroide negro. 

FILOSOFÍA 
Los dioses son fraudes; no porque no sean poderosos -lo son, nadie niega eso- si no porque se presentan a sí mismos como los seres más importantes del Multiverso. Exigen adoración y obediencia, pero sólo conceden una mínima fracción de poder a unos pocos de sus seguidores, principalmente clérigos, a cambio de una vida entera de devoción y servicio. La mayoría de la población no obtiene reconocimiento, no digamos ya beneficio, a cambio de su piedad. La mayoría de los seres viven y mueren sin saber realmente si su deidad existe. Este engaño es inconcebible e inexcusable, y debe cesar. 
La creencia de los Athar es sencilla: los Poderes no son auténticas deidades. Una verdadera deidad debería estar por encima de la necesidad de adoración por parte de los mortales, debe estar por encima de los errores cometidos por los Poderes y, sobre todo, debe estar por encima de su propia muerte. Si sufren estos defectos, si su poder es así de limitado, ¿cómo podrían ser las fuerzas absolutas que han creado y guían el Multiverso? Simplemente no puede ser cierto. Los Poderes que moran en los Planos Exteriores (y aquellos otros que habitan en otros lugares) no son realmente dioses. Por supuesto, los Athar no son ciegos, sordos o imbéciles: son perfectamente conscientes de la fuerza y habilidad de los Poderes. Simplemente creen que ninguna criatura que no sea una auténtica deidad es merecedora de adoración, y se niegan a participar en actos que perpetúen esa mentira.  
Hay amplia evidencia de que los dioses son fraudes. Druidas, paladines y exploradores pueden replicar las habilidades divinas de los clérigos sin necesidad de jurar lealtad a un Poder, y cada vez surgen más y más clérigos cuyos hechizos provienen de ideales, filosofías y otras fuentes intangibles. En efecto, los Athar tienen clérigos entre sus filas, que extraen su poder del Gran Desconocido, una fuerza que se encuentra más allá del alcance de los mortales y los dioses.  
En los Planos Exteriores, las diferencias entre un mortal y un dios están aún menos definidas, ya que cualquiera con suficiente creencia puede alterar la realidad para acomodarse a sus expectativas. Por supuesto que no pueden hacerlo con poder bruto, de la misma forma que los Poderes, pero el proceso es el mismo.  
¿Por qué, entonces, es tan difícil hacer llegar el mensaje a la gente? Los Planos Exteriores son el hogar de los Poderes, y a nadie le gusta que le llamen mentiroso en su cara. Aunque los Athar hacen lo posible por no provocar directamente a los Poderes (después de todo, no son suicidas), algunas veces no hay un modo fácil de hacer llegar la verdad, y el mensaje sufre por ello. Este es el estado actual de los Athar, y una gran preocupación para los Perdidos. ¿Cómo se puede arrojar luz sobre lo oscuro de los Poderes, cuando los Poderes mismos quieren que permanezca en secreto?  
Antes de los tumultuosos eventos de la Guerra de las Facciones, los Athar usaban la propia naturaleza de Sigil como una barrera entre ellos mismos y los Poderes a los que menosprecian. Las runas susurrantes (hojas de papel parlantes que hacían llegar el mensaje de los Athar a los iletrados) fueron una de las principales armas del arsenal de los Athar contra la opresión divina, mientras que la multitud de portales de Sigil permitían que el mensaje llegase a todos los rincones del Multiverso. Los dioses no pueden acceder a Sigil, y sus agentes eran fácilmente rastreados y eliminados, de modo que los Perdidos se encontraban muy seguros de su posición en la Ciudad de las Puertas.  

BREVE HISTORIA 
La historia nos habla de dos hombres, Dunn y Ciro, que se encontraron en el Templo Destrozado de Sigil, y forjaron una amistad basada en su indiferencia hacia los dioses. Los dos partieron tras realizar un voto solemne de encontrar individuos de pensamiento afín y traerlos de vuelta al ruinoso Templo Destrozado, formando los fundamentos de los Athar tal y como los conocemos hoy día. Clérigos desilusionados, paladines deshonrados y plebeyos descontentos aumentaron las filas de los Perdidos, finalmente atrayendo la atención del Harmónium. Sobrevenía una guerra entre ambas facciones, que fue detenida por la intervención de la Dama del Dolor.  
En realidad, el conflicto sirvió para establecer a los Athar como facción. La reacción del Harmónium mostró que el mensaje de los dioses fraudulentos tenía peso, y la intervención de la Dama sirvió como afirmación del mensaje. El hecho de que la Dama sea extremadamente poderosa y activamente desaprueba que la adoren también fue una bendición para los Athar. Por supuesto, a algunos más que al Harmónium les parecía mal la postura de los Athar: los Predestinados y los Eutanastas también se opusieron. Los Acaparadores argumentaron que si los dioses son capaces de obtener la adoración de los mortales es porque la merecen; la Muerte Roja simplemente quiso evitar añadir a un montón de seres ultra-poderosos a una creciente lista de aquellos que merecen justicia.  
La Guerra de las Facciones en Sigil infligió a los Athar dos severos golpes: el primero, cuando el fáctol Terrance desapareció al inicio de la guerra; y el segundo, cuando el Templo Destrozado fue arrasado a consecuencia de la guerra. Sin líder y sin hogar, los Athar se reagruparon en torno a Jaya Forlorn, una joven protegida de Terrance y sacerdotisa del Gran Desconocido. Su tranquilizadora influencia funciona bien junto a la sabiduría de Hobard, un anciano hechicero githzerai, y juntos organizqron el éxodo de la facción de Sigil cuando la Dama hizo saber su decreto. Las facciones ya no tenían permitido operar abiertamente en la Ciudad de las Puertas, y los Athar sólo pudieron pensar en otro lugar del Multiverso en el que los Poderes no pudiesen destruirlos: la base de la Espira. Allí, toda la magia queda suprimida, incluso la de los Poderes. 
El grueso de la facción emigró a la base de la Espira. Hobard y un pequeño grupo de militantes Athar permanecieron en Sigil y se instalaron bajo el suelo -literalmente- para preparar el regreso de la facción. Un problema que pronto se hizo evidente para los Athar migrantes fue el aislamiento. Ya no tenían acceso a toda una plétora de portales: en realidad, los desposeídos Athar disponían sólo de sus pies como medio de transporte durante incontables millas hasta que la influencia de la Espira menguase. Se encontraban a salvo de sus enemigos, pero sin medios para hacer llegar su mensaje. Esto asustó y frustró a muchos de sus miembros, y tan sólo el liderazgo de Jaya Forlorn evitó la disolución de la facción. Desde entonces, los Athar han adoptado un nuevo símbolo -un perfil de la Espira coronado por un toroide negro- simbolizando el viaje de los Athar desde Sigil hasta las Tierras Exteriores y su esperanza de regresar un día a la Ciudad de las Puertas. Los miembros llevan el símbolo como tatuaje o como amuleto, pero lo mantienen oculto, temiendo la ira de los dioses y sus sirvientes. 

OBJETIVOS  
Los principales objetivos de los Athar son dos. En primer lugar, buscar medios para seguir extendiendo el mensaje de que los Poderes son fraudes; y en segundo lugar, recuperar lo que era suyo -es decir, el Templo Destrozado. Jaya se concentra en el primer objetivo, mientras que Hobard está enfocado en el segundo, y ambos esperan reunir de nuevo la facción cuando ambos objetivos sean alcanzados.  
La atención de Jaya está actualmente enfocada en sus nuevos vecinos, los rilmani. Particularmente está interesada en la Biblioteca Espejada, en la ciudad rilmani de Suma de Todo: si no puede encontrar información sobre cómo llevar a cabo su objetivo de difundir el mensaje de los Athar, al menos el estudio de la magia de los espejos puede ayudar a solucionar los problemas de comunicación y transporte. Los rilmani no se muestran comunicativos ni dan ninguna información, pero no impiden a los Perdidos entrar a la ciudad o a la biblioteca, de modo que Jaya continúa haciéndolo. 
Mientras tanto, Hobard prepara una campaña de guerra de guerrillas dirigida tanto contra la familia Garianis como contra el templo de Hades que se está construyendo donde se alzaba el Templo Destrozado. Friar Murlov Garianis, un señor del crimen de Sigil y clérigo de Hades adquirió los restos del Templo Destrozado y la zona colindante inmediatamente después de que la Guerra de las Facciones terminase, con la intención de construir un gran templo con el que elevar su propio estatus y llevar la gloria de Hades al populacho de Sigil. Los Athar consideraron esta acción como una declaración de guerra, y nadie envuelto en el asunto de la construcción del templo se encuentra a salvo de la venganza de los Perdidos.  
Por supuesto, ninguno de estos nobles objetivos tiene mucho impacto en el miembro promedio de los Athar. La pertenencia a los Athar estos días implica trabajo, una gran cantidad de trabajo. La comida y otros suministros deben ser acarreados diariamente hasta la base de la Espira; deben entregarse mensajes a los Perdidos que aún permanecen ocultos en Sigil, y deben hallarse aliados en los planos para devolver a la facción a su anterior gloria. La magia es de poca utilidad en el lugar en el que actualmente moran los Athar, de modo que artesanos y otros profesionales siempre son bienvenidos. Las caravanas de los Athar son escoltadas por grupos fuertemente armados, y los agentes de mayor confianza actúan como correos entre Jaya y Hobard, jurando dar sus propias vidas antes que revelar los secretos de la facción.  
Nadie en la organización está ocioso: todo el mundo tiene un papel que cumplir. Los magos son enviados a la Biblioteca Espejada en Suma de Todo para estudiar los textos y descubrir los secretos de la magia de los espejos. Los miembros combatientes de los Athar defienden las caravanas contra los Suplicantes y Legados de los Poderes. 

 ALIADOS 
Los Athar no tienen aliados entre las facciones, pero tampoco tienen enemigos con fuerza suficiente como para actuar contra ellos. Aunque Jaya trata de acercarse a los rilmani, es poco probable que esta enigmática raza le brinde verdadero apoyo. Cualesquiera que sean los objetivos de los Athar, tendrán que alcanzarlos por sí mismos. 

 ENEMIGOS  
Los mismos Poderes consideran a los Athar una amenaza, ya que el mensaje de la facción envenena a los creyentes y los priva de poder. La iglesia de Hades y la familia mafiosa Garianis son también el objetivo de la ira de los Athar, aunque ninguno de los dos sabe aún de esa hostilidad. Las otras facciones tienen demasiadas cosas que hacer como para preocuparse de las actividades de los Perdidos. Los Eutanastas y el Signo del Uno ya no existen; estos segundos se fusionaron con los Creyentes en la Fuente para formar una nueva facción llamada el Ojo de la Mente, que no guardan ninguna hostilidad o rencor hacia los Athar. El Harmónium y los Predestinados emigraron hacia otros planos, y aunque los Athar guardan aún cierta animadversión hacia los miembros de estas facciones, ninguna de las dos facciones dispone del tiempo ni de los recursos como para organizar una campaña contra los Athar.
 

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