Escuchad
mi canción: ¡ah, como suena mi
flauta! Escuchad mi llamada,
mortales, y
no penséis en lo que os espera en las sombras
hacia
las que os atrae mi canto de sirena.
Venid, hombres, venid, ratas,
venid, criaturas de la oscuridad. No oigáis los gritos de
aquellos
que han marchado por delante de
vosotros, no miréis al borde del
abismo hacia
donde os llevan los pasos de este baile.
Danzad
al son de mi flauta, incluso si vuestros pies están en carne viva y
sangrando.
Sonreíd conmigo, incluso si es la sonrisa de
las
calaveras y vuestra piel se despelleja.
Reíd conmigo, aunque os
atragantéis de bilis.
Por que todos sois mis marionetas, y os
guiaré en una alegre danza.
La
alegre danza de la muerte.
VII
El
nigromante dejó caer la piedra bruja machacada en el brasero
ardiente, lo que hizo que las llamas saltaran e iluminaran la
estancia con fogonazos verdes y azules. Sus espías le
habían dicho
que a Mordheim había llegado un
Cazador de Brujas para matarle y
acabar con su
impía tarea.
Pensar
en ello hizo que el malvado Nigromante
se riera en voz alta. El
estúpido no sabía a los
peligros que se enfrentaba. Los enemigos
podían
matarse, se podían ganar riquezas, pero nadie
podía
derrotar a la ciudad. Mordheim ya no pertenecía al mundo mortal. Las
propias piedras de
la ciudad estaban repletas de la misma esencia
del Caos.
“Quizás
me mate. Será joven, atrevido e iluso. Estará lleno de orgullo y
noble sacrificio ¡Cree que
puede derrotar a este lugar!”, -le
dijo a sus Zombis con una risa amarga, mientras esperaban
estúpidamente con sus ciegos ojos velados y los jirones de carne
colgando de sus podridos huesos.
“Ya
no importa, porque ahora tengo poder; tengo los medios para continuar
la gran búsqueda
por toda la eternidad ¿No es cierto, Hensel?”
le
preguntó al más cercano de los Zombis, que se
apoyaba en el
mango de una vieja y baqueteada
alabarda. La criatura giró la
cabeza hacia él lentamente, y su rota mandíbula se descolgó para
articular un ininteligible gemido.
“Cree
saber la verdad, ¿no es cierto? Bueno, ya
aprenderá. -musitó
Marius Dire-. Ya aprenderá...”
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