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viernes, 30 de septiembre de 2016

La batalla de la Maisontaal (y 2)

Segunda parte de este relato clásico. Puedes ver la primera parte AQUÍ.




Horrorizado, Bagrian se giró para mirar en dirección al pequeño cementerio situado en las tierras de la abadía, pues varias manos emergían de la tierra húmeda. Los cuerpos de los monjes muertos se levantaron de sus tumbas ante la voz de mando arcana de Kemmler, girando sus ojos vidriosos sin vida hacia los que una vez fueron sus compañeros. La consternación afligió a Bagrian, ya que aquellas acciones tan obscenas no deberían ser posibles en la tierra consagrada de la Maisontaal. ¡El Señor de Nigromantes era realmente poderoso! Los cuerpos putrefactos de innumerables zombis rugían mientras avanzaban tambaleantes hacia los monjes, y la batalla se recrudeció.

Bagrian ordenó a los monjes que entrasen en la capilla de Taal y sellaron la inmensa puerta tras ellos. Sabía que, si los dos ejércitos se aliaban, vencerían a los defensores de la abadía, pero las alianzas no formaban parte de la forma de ser de aquellas criaturas recelosas, malignas y traicioneras. En efecto, la impía alianza rápidamente se deshizo y los dos enemigos antinaturales se enfrentaron.

Mientras los poderosos hechiceros Kemmler y Gnawdoom se batían, Bagrian se las arregló para superar las defensas mágicas de ambos. Libre de sus ataduras físicas, su espíritu emergió de su cuerpo y se elevó hacia el cielo. Encumbrado en las alturas, Bagrian escudriñó la tierra en busca de ayuda para la abadía asediada. Una hora más tarde, sus ojos espirituales encontraron lo que buscaban: acampado a menos de un día de distancia de la abadía se encontraba un ejército de caballeros bretonianos. Su espíritu descendió a tierra y se adentró en la tienda de mando para encontrarse cara a cara con el altivo Duque Tancred.

Tras escudriñar el corazón del Duque, Bagrian comprobó que poseía un espíritu noble y verdadero, lo que le hizo cobrar nuevas esperanzas. La Dama del Grial que acompañaba al Duque Tancred dio un grito sofocado, pues había percibido el espíritu de Bagrian, aunque nadie más en la tienda lo había visto. Con rapidez, Bagrian la puso al corriente de la situación en la abadía de la Maisontaal, y la damisela explicó el mensaje al Duque. Al oír pronunciar el nombre del odiado Heinrich Kemmler, el Duque se apresuró a salir de la tienda y convocar a sus soldados para que montasen en sus caballos y se dispusiesen para el combate.

***

Bagrian observó los restos de la que una vez fuera su orgullosa abadía. Mientras miraba, los dos ejércitos avanzaron una vez más para acabar definitivamente con la contienda. Sin cavilar un instante, una misma idea asaltó las mentes de Kemmler y Gnawdoom: querían la extraña caja que contenía la piedra bruja.

Las fuerzas de los skaven y los no muertos volvieron a enfrentarse mientras lentamente la oscuridad se cernía sobre ellas y su lucha se acercaba peligrosamente al recinto de la abadía. Desde el interior de la capilla les llegaba el sonido de los cánticos entonados por los monjes de Taal, que se encomendaban a su dios. Bagrian estaba en paz consigo mismo, aunque le dominaba la rabia hacia las abominaciones que pululaban en el exterior. Sabía que, si su Dios decretaba que había llegado su hora, afrontaría su destino sin miedo. Si su Dios decidía que viviera para luchar hasta recobrar el orden natural de la tierra, entonces sobreviviría a este oscuro día.



De repente, un grito resonó en el interior del templo, interrumpiendo los cánticos.

¡Mirad al oeste, padre Bagrian! ¡Por Taal, estamos salvados!”

Corriendo hacia las ventanas del ala oeste, Bagrian vio una enorme nube de polvo flotando en la distancia. Los altivos caballeros de Bretonia cabalgaban al frente de la nube de polvo con sus pendones ondeando al viento, mientras galopaban en dirección a la abadía. Vio que algunos de los guerreros de los ejércitos skaven y no muertos volvían sus rostros hacia esta nueva amenaza, mientras que otros continuaban luchando.

Sintiendo el poder de su Dios fluyendo a través de él, Bagrian se volvió con resolución hacia los monjes que se amontonaban tras él.

¡En el día de hoy me uno a nuestros aliados y maldigo a estas abominaciones en el nombre de Taal! ¡Proteged el Arca Negra en mi ausencia!”

Con estas palabras desapareció a través de las enormes puertas dobles que custodiaban la entrada a la capilla. A una orden suya, las puertas se abrieron y Bagrian las atravesó. En las ruinas quemadas de la abadía podían distinguirse los cadáveres apilados, unos abrasados, otros en estado de descomposición. Las enormes puertas se volvieron a cerrar a su paso y Bagrian miró con odio las figuras de Kemmler y Gnawdoom. Percibieron su poder en el campo de batalla y, de inmediato, dio comienzo su asalto mental.

Con rapidez, el ejército skaven se separó de las tropas no muertas, retrocediendo para reagruparse. Los bretonianos retumbaban a su paso sobre la planicie rocosa y los tres ejércitos se encararon los unos con los otros, con la abadía en el centro de todos ellos. De pie en los escalones que conducían a la capilla, Bagrian alzó sus brazos en el aire. Hubo un repentino destello de luz que se retorció y se dirigió hacia las filas de los skaven y los no muertos. A una señal apenas audible, los tres ejércitos cargaron los unos contra los otros, y dio comienzo la atroz y desesperada batalla de la Maisontaal.

jueves, 29 de septiembre de 2016

La batalla de la Maisontaal (1)

¡Hola a todo el mundo! Hoy os traigo la primera parte de un relato bastante clásico: La batalla de la abadía de la Maisontaal, que enfrentó a los skaven, los bretonianos y los no muertos.


El año 2491 fue un año de oscuridad para los devotos de Taal, el Dios de la Naturaleza, cuyo templo se encontraba en las montañas que separan Bretonia del Imperio. A continuación sigue un relato de aquellos horribles acontecimientos.

Bagrian, sumo sacerdote de Taal, caminaba en dirección a la desvencijada ventana para observar cómo el último rayo de luz desaparecía en el horizonte. Su rostro era una máscara de furia glacial. Afilados cristales de colores crujían bajo sus sandalias. Las preciosas vidrieras eran un espectáculo que derrochaba inspiración y devoción hacia Taal, y su construcción había llevado años de dedicación y esmero. Ahora estaban en ruinas, como la mayor parte de la abadía. Sólo la capilla continuaba en pie, el resto de la abadía de la Maisontaal estaba en ruinas, y el aire de aquella fría noche estaba impregnado del olor a madera quemada y a ceniza.

El sumo sacerdote alzó su mirada hacia los campos que rodeaban la abadía y su expresión se endureció. Oscuras siluetas destacaban contra el cielo rojizo del anochecer: allí fuera podía distinguir los contornos de unas criaturas diabólicas, abominaciones de la naturaleza que no tenían derecho a caminar sobre la tierra. Aquellas criaturas suponían todo lo contrario a sus creencias, y su misma existencia era una afrenta a ojos de su Dios.

***

Rodeado de arcanos hechizos de protección, Bagrian había logrado deslizarse sin ser visto hasta introducirse en las entrañas de la poderosa fortaleza de los hombres rata, una oscura y tambaleante ciudad que existía bajo las marismas, conocida con el nombre de Plagaskaven. Su viaje le había servido para reafirmarse en su creencia de que estas criaturas no eran de este mundo, y había a prendido mucho sobre los skaven durante su breve incursión. Había descubierto una sustancia conocida como piedra bruja, imbuida del poder del Caos que, posiblemente miles de años atrás, había convertido a aquellas criaturas con forma de rata en los horribles seres que eran ahora. Esperaba que sus investigaciones sobre aquella peligrosa sustancia le proporcionaran alguna pista y pudiera erradicar para siempre aquellas criaturas antinaturales de la faz del mundo. Con esa idea bullendo en su mente, Bagrian, gracias a su magia, logró transportar una caja pequeña de color negro que contenía piedra bruja para ser estudiada en la abadía de Taal, en la cumbre de las montañas grises. Las criaturas rata se pusieron como locas al descubrir que la caja había desaparecido. A pesar de la protección mágica con la que contaba, Bagrian a duras penas se las arregló para escapar con vida de la ciudad de los skaven. Pero ¿cómo podía haber sabido que aquella caja negra era un objeto sagrado para los retorcidos skaven? ¿Cómo saber que se trataba del terrible Arca Negra, consagrado a la Rata Cornuda, la insaciable y voraz deidad de los hombres rata?

Fue cuestión de días que las criaturas aparecieran. Sólo Taal sabía cómo lo habían encontrado pero el caso es que, aún alejándose tanto de su maldito agujero subterráneo, lo habían encontrado. Tres noches más tarde, Bagrian se despertó y tuvo una visión en la que Taal se le aparecía para prevenirle del peligro. Se precipitó al pasillo que había fuera de su habitación y allí descubrió que el vigía nocturno yacía en el suelo, degollado.



Vio figuras encorvadas ataviadas de negro que empuñaban armas cuyas afiladas hojas relucían a la luz de la luna. Invocó los poderes que le había otorgado su dios y creó una enorme bola de luz que se cernió sobre la abadía, ardiendo como si se tratase de un dorado sol en miniatura e iluminando con sus rayos los terrenos circundantes. Los skavens ataviados de negro aparecieron ante su vista y Bagrian dio buena cuenta de ellos con extraordinaria rapidez gracias a su potente magia.

A la mañana siguiente, el miedo se hizo patente en toda la abadía. Y el terror y la desesperación podían adivinarse en los rostros de los monjes que continuaban con vida tras el ataque de los inmundos skaven. Con la llegada de un nuevo anochecer, volvió a percibirse movimiento en la distancia y, entonces, apareció la primera oleada de atacantes. Bajo el mando de Meek Gnawdoom (un poderoso Vidente Gris) y de Throt el Inmundo (el terrible señor de las bestias del clan Moulder), los horrendos hombres rata cayeron sobre la abadía y atravesaron sus muros como una horda imparable.

Los monjes de Taal permanecieron impávidos ante ellos y lucharon con sus mazas y martillos. El aire se llenaba de destellos de magia mientras Gnawdoom lanzaba su terrible magia contra la de Bagrian. Throt dirigió a sus creaciones, enormes ratas mutadas, sobre los defensores de la abadía: atravesaron con facilidad las murallas, trepando a gran velocidad y arrojándose sobre los defensores. La batalla duró varias horas, y los muros exteriores de la abadía quedaron reducidos a un montón de ruinas. La superioridad numérica de los skaven y su ferocidad habían obligado a los monjes a retroceder lentamente.

Mientras la luna alcanzaba su cénit un segundo terror descendió sobre la abadía asediada. El alma de Bagrian se vio sobrecogida por un sentimiento de profunda desesperación y, mientras miraba el cielo estrellado, vio cómo quedaba oscurecido por unas siniestras sombras. Con el batir de sus putrefactas alas, los enormes Carroñeros de las montañas del Fin del Mundo se abalanzaron sobre los monjes, mientras sus jinetes espectrales arrancaban sus almas de sus cuerpos con precisos golpes de guadaña, tras lo cual remontaron de nuevo el vuelo. Los monjes, presas del terror, comprobaron que un ejército de no muertos marchaba desde las montañas en dirección al norte. Los skaven avanzaron con una confianza acrecentada ahora que sus aliados habían llegado.

A la cabeza de la legión no muerta marchaba resueltamente el infame Heinrich Kemmler, Señor de Nigromantes. Durante años, este maligno hechicero había sembrado el terror en las fronteras de Bretonia, devastando aldeas y ciudades mientras su ejército de muertos vivientes aumentaba en número con cada asentamiento que arrasaba. A su lado se encontraba la impresionante figura de Krell, el Dos Veces Condenado: había consagrado su alma al servicio del Caos y su cuerpo decadente se aprestaba a caminar sobre la tierra una vez más. No existían dudas sobre los planes del nigromante: su intención era utilizar el poder de la piedra bruja para aumentar peligrosamente sus ya de por sí potentes capacidades mágicas.

(Ir a la segunda parte)

miércoles, 28 de septiembre de 2016

Señores Enanos - cómic en pdf/cbr traducido al castellano

Hola a tod@s. Después de daros la brasa con el tema durante toda la semana pasada y parte del extranjero por las redes ([deje borbónico] lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir), hoy toca cumplir con lo prometido. Lo que os traigo es el primero de esta saga de cómics que aparecieron repartidas en las publicaciones de la revista Warhammer Monthly. Y digo primero porque existen otros títulos que iré traduciendo con el tiempo, colaborando además con la gente tan dedicada de la Biblioteca del Viejo Mundo.

Alentado por los consejos de cierto jugador enano del que no mencionaré su nombre para proteger la intimidad de David Azofra (¡mierda, me ha vuelto a pasar!), he decidido sacar el cómic en formato cbr además del pdf de toda la vida. He de reconocer mi falta de pericia con el cbr, pues las páginas adicionales me han quedado en un tamaño distinto a las del propio cómic; cosas de la ignorancia informática. De todos modos espero que os sea de utilidad.


viernes, 16 de septiembre de 2016

Señores Enanos: Capítulo 1, "Las ilusiones del Caos"

Nota: durante los próximos días publicaré la traducción del cómic "Dwarf Lords"´, que fue apareciendo en diversos números de la revista "Warhammer Monthly". Se trata del primer (y único) libro de esta saga al completo, pues debido a la cancelación de la revista no se dio continuidad a la historia. También os informo de que maquetaré el cómic al completo en .pdf (y en .cbr si averiguo cómo hacerlo) una vez lo tenga terminado. Junto con la tercera parte de los cómics de Malus Darkblade, éste será el primero de otros cómics y novelas gráficas sobre el trasfondo de Warhammer Fantasy/Reforged que serán traducidos al castellano para mayor comodidad de la comunidad hispanohablante en los meses venideros. Y desde ya quiero dar las gracias a la maravillosa gente de la Biblioteca del Viejo Mundo por toda la ayuda prestada, sus ánimos y las ganas que tienen de ver realizado estos proyectos.

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