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jueves, 30 de abril de 2015

Guerra en color: Meek Gnawdoom y Throt el Inmundo

Esta semana he tenido la suerte de disponer de tiempo para pintar. Lo cierto es que he buscado cada hueco que he tenido para ello; no solo porque me ayuda a relajarme, sino porque estaba cansado de ver ciertas miniaturas sin acabar. Dado que mañana es el día del trabajador y no habrá post, os traigo a los astutos y valientes líderes Skaven que comandaron hordas de hombres-rata en la Batalla de la Maisontaal. Bueno, uno era más valiente y el otro más astuto, pero ya me entendéis.


Estas miniaturas de Jes Goodwin tienen un encanto especial. En concreto me encanta Gnawdoom. Deseaba que hubiese tenido un papel relevante en la sección del Fin de los Tiempos, pero por suerte o por desgracia no fue así. Para pintar la Bomba de Realidad probé a darle con el pincel de detalle unas gotas de la vieja tinta Thraka Green (ya me queda poquito) para darle un aspecto de cambiante.




Y luego tenemos a Throt el Inmundo, miniatura que gustó tanto que acabó por convertirse en personaje del ejército por derecho propio. Como siempre, los detalles en Piedra de Disformidad me llaman mucho la atención, y en este caso, su ojo izquierdo tenía que resaltar.




Poco a poco voy terminando los personajes de mi ejército. Y aún me quedan unos cuantos por terminar. Concretamente, hay una rata que (espero) vendrá de visita la semana que viene...


miércoles, 29 de abril de 2015

La Saga de Sigmar (y 2)

(Pinchar aquí para ir a la primera parte)


Entonces la fama y el renombre
de Sigmar, el Portador del Martillo
del alto rey de los enanos,
se extendió a lo largo y a lo ancho.
Sigmar el jefe, poderoso señor
de los Unberogens y otras tribus
de la humanidad.
Excepto de los teutogens.
¿Quién es ese Sigmar?
¡Peleemos contra él!
Hombre contra hombre, bueno para los orcos.
Pero los dioses fruncieron el ceño.
Que Sigmar prevalezca. Que las tribus se unan.
Que la humanidad tenga un buen jefe.
Y derrotado fue el caudillo Teutogen
y de Sigmar fue su trono.
Señor de todas las tribus, jefe de hombres.


Entonces los jefes se acercaron a los dominios de Sigmar
¡Combatamos contra los goblins! ¡A los orcos derrotemos!
Sigmar, Portador del Martillo, llévanos a la guerra.
Y las tribus marcharon a la batalla:
con el hierro de los enanos marcharon al combate
contra los goblins y los orcos.
En la llanura, al lado del poderoso Sigmar,
se enfrentaron a la horda goblin, deseosa de matanza
y el número de goblins que cayó fue incontable.
Y el número de orcos fue el de los árboles en un bosque,
y el número de trolls fue superior al de los peñascos en una montaña,
y el número de hombres que cayeron fue escaso.
Y los dioses concedieron la victoria a los hombres;
hasta el fin del mundo los goblins huyeron,
pero ya la mayoría de ellos yacían muertos.


Llegaron enanos del rey Kurgan,
gran rey de los enanos,
cuyos atrios están en Karaz a Karak.
Un noble mensajero, Alaric el herrero rúnico,
desde las lejanas montañas negras
atravesando el paso del fuego negro
donde los innumerables goblins
y los incontables hobgoblins
y los orcos negros deseosos de matanzas
asediaban las fortalezas enanas.
Sigmar, Portador del martillo,
vendrá y combatirá junto a su amigo.
Los goblins no se interpondrán entre nosotros,
los hombres y los enanos.
En el paso del fuego negro, los hombres combatieron
y destrozaron a la horda enemiga
se encontraron con los enanos y se abrazaron,
hermanos de batalla:
Sigmar el Portador del martillo y Kurgan el rey.
El martillo de los hombres
y el yunque de los enanos.




Entonces todos los jefes hicieron juramento
de permanecer juntos, unidos como hombres.
Y Alaric, el herrero rúnico enano,
forjó una corona
que fue ungida sobre la noble frente de Sigmar
por Ar-Ulric, el sacerdote.
De ahora en adelante, permitid que todos
los hombres señalen al más grande
entre todos los que empuñaron el martillo.
Y así Sigmar ordenó que se construyese
la más grande sala junto al Reik:
la gran sala de los reyes.


Durante largo tiempo el noble Sigmar
reinó entre su gente, y los orcos
no se atrevieron a entrar en su reino.
A cada jefe y a cada tribu,
Sigmar, el sabio, les entregó tierras.
Encargó a Alaric el enano
que forjase, con toda su habilidad,
doce espadas, una para cada jefe.
El santo Sigmar ordenó a cada uno
blandirla para defender la justicia y a su gente
y que juraran luchar el uno por el otro
en indivisible unidad.
Así fue como el salón de gobierno de cada jefe
se convirtió en una fortaleza
en el reino de los hombres.


Entonces el noble Sigmar dejó aparte su corona.
Mi barba es larga y la paz reina en la tierra:
los dioses me llaman para que esté presente en su gran sala.
Es la hora de designar al más grande de todos vosotros,
mis jefes, que reinará después de mí.
Y este martillo que sostengo,
volverá al lugar en el que fue forjado;
a la segura custodia de los enanos
en la sala del rey Kurgan, que puede,
en tiempo de necesidad, dárselo al que sea merecedor de él.
Ahora, tomaré este camino solo,
hasta Karaz de los enanos.
Y así lo hizo el poderoso Sigmar,
guerrrero entre guerreros,
sabio entre los sabios.
Así entró en la leyenda,
pues no será visto hasta su regreso
blandiendo su martillo
para traer la victoria a la humanidad
como vaticina el símbolo celestial
del cometa de dos colas.

martes, 28 de abril de 2015

La Saga de Sigmar (1)

Cuando el sol descansa,
y el mundo está oscuro,
se encienden los grandes fuegos,
y la cerveza se escancia en jarras,
entonces llega el momento de cantar las sagas,
como hacen los enanos.
Y la más grande de todas es
la Saga de Sigmar,
de los guerreros el más poderoso.
Oíd, oíd estas palabras
y vivid llenos de esperanza.

En un tiempo antes del tiempo,
los orcos recorrían la tierra.
Todo era oscuridad.
Era una época de lamentos.
Era una época maldita.
Era una época de lobos,
y la humanidad era su presa.
Los hombres alzaron la vista al cielo,
gritando a los dioses: libradnos del mal.
Y los dioses respondieron.

A la oscuridad llegó una luz.
Una antorcha de los dioses.
Un cometa de dos colas
volando en el cielo nocturno.
Las gentes se miraron entre sí
¿Qué podía significar aquello?
Los orcos empezaron a tener miedo,
y los lobos se escondieron en sus guaridas.

Entre los Unberogens,
nació un niño.
El hijo de un jefe, destinado a la grandeza.
Y los dioses decretaron
que su nombre fuese Sigmar,
aquel cuya llegada fue profetizada
por la señal de los dioses.

Y este Sigmar, cuando aún era joven,
se enfrentó a los orcos y goblins
con el hacha de su padre,
mientras otros huían.
Defendió su casa y su hogar.
No temas, madre; hermana, no tengas miedo.
Ni esta casa ni este pueblo van a arder,
no mientras la mano de un hombre
pueda sostener el mango de un hacha.



Los hombres acudieron a Sigmar,
el valiente guerrero.
Le convirtieron en su jefe,
favorecido por los dioses.
Que no seamos presa de los orcos y los goblins
porque ha llegado la hora del hombre.
Noticias le llegaron a Sigmar de unos incursores goblins,
una poderosa partida de guerra,
cargada de botín,
con cautivos encadenados,
regocijándose en la matanza.

Los hombres defendieron el desfiladero,
y Sigmar se encontraba entre ellos.
Aniquiló a los goblins,
detuvo a la horda
como un muro de valientes hombres
en los días anteriores al hierro.
Grande fue la victoria,
rescatado fue Kurgan, el Barba de Hierro,
el primero entre los enanos, un Alto Rey.
Viejo y de larga barba,
encadenado por los goblins, sujeto a un rescate,
liberado por Sigmar, el más valiente de los hombres.

Nunca en mis largos años
he visto tal matanza
de la raza goblin, ni de la orca,
ni siquiera en los días de mi juventud,
en las montañas de los enanos.
Así habló el rey Kurgan.
Poderoso es Sigmar,
aquel que ha salvado al rey enano
del deshonor.
¿Cómo puedo recompensarlo?
Acudid a mis salones, festejemos
en honor a la victoria.
Toma este martillo.
Un martillo de guerra,
un martillo de hierro
que cayó del cielo
con dos lenguas de fuego
desde las forjas de los dioses.
Labrado por un herrero rúnico,
Ghal Maraz es su nombre:
el Rompecráneos.


(Ir a la segunda parte)

lunes, 27 de abril de 2015

Guerra en Color: Abbadon, el Ángel Exterminador (de Comillas)

No, ni me ha pegado la "venada" religiosa ni nada por el estilo. Además de ser escriba del Gran Nigromante, entre mis funciones se encuentra la de hacer de chófer. O cochero, que mola más. En esa tienda de productos típicos en la que el nigromante pasa confinado la mayor parte de sus veranos, se venden estatuillas del ángel del cementerio de Comillas. No es que sea una miniatura de calidad excepcional ni tiene mucho detalle. Tampoco tiene unas reglas "destroyer". Es más, ni siquiera es una miniatura propiamente dicha; pero siempre que la miraba pensaba que, pintada, iba a quedar mucho mejor.


En concreto, lo que pretendía con esta miniatura era experimentar un poco con los pinceles. Ragnor siempre me ha dicho que pinto muy limpio, que nunca se me escapa un brochazo, que parece que mis Skaven acaban de salir de una lavandería... Pues en esta ocasión he intentado todo lo contrario; dejar bien embadurnada con manchas de sangre de batalla.


Otra de las cosas con las que me he atrevido a experimentar un poco han sido las alas. Les di una base blanca con White Scar, tras lo que le di unas buenas pasadas de pincel seco con un color dorado y una capa de tinta marrón para unificar. Después vinieron los chorretones de sangre, y finalmente le di otra capa de pincel seco, esta vez más ligera y con un bronce brillante para que volviera a resaltar un poco.



En resumen, vale que no es una miniatura propiamente dicha, pero la cuestión era pintar. Además, estoy convencido de que, en los wargames, se han utilizado representaciones de miniaturas mucho más abominables.

miércoles, 22 de abril de 2015

Una oda Ladillesca


Hace unas semanas que salió a la venta (y en internet) "Coprofonía", el último disco de Mamá Ladilla. Dada la devoción que me provoca este grupo, me gustaría haceros una pequeña exposición para que le deis un tiento.


Mamá ladilla es una banda capitaneada por Juan Abarca. Este individuo ha mantenido siempre una postura dirigida a destruir las falsedades e incoherencias de las que solemos hacer gala los seres humanos. Es muy difícil que, entre todas sus canciones, no encontremos por lo menos un par de ellas con las que nos sintamos identificados y nos obliguen a reflexionar. También es muy dado a plasmar en sus libros y versos diversos tipos de historias, cuentos o fantasías que bien le habrán costado la salud estomacal a más de uno, y sobre todo a más de una.

En cuanto a su estilo musical, puedo afirmar que está pensado para que no le guste a todo el mundo. Suele utilizar melodías o ritmos más o menos comunes, pero en la mayoría de sus temas hace uso de cambios constantes que despistan mucho. Lo que quiero decir con esto es que su música no es para nada intuitiva, nunca sabes cómo la va a desarrollar. Un ejemplo, el comienzo de "Los Charlies". Parece una melodía de lo más intuitiva, pero al final te folla la oreja al tocarla a lo Ramoncín (perfectamente mal), con perdón de la expresión. Otro ejemplo; en "Érase una canción" define la que creo que es su propia historia con una melodía muy agradable, la historia de un músico que no quiso venderse para que sus creaciones pudieran ser apreciadas sólo por aquellos que lo merezcan.


Otra de las cosas que me llaman la atención sobremanera es el uso y el jugo que es capaz de sacarle a nuestro lenguaje. Los juegos de palabras y los dobles o triples sentidos de las palabras hacen que te quedes con el culo torcido, pensando en qué es lo que ha querido decir realmente. La canción que mejor define esta premisa es "Cunnilingus post mortem". Muchas de sus estrofas parecen auténticos trabalenguas, y de hecho, algunas lo son. Por otro lado y en lo que se refiere a mi caso personal, he de decir que solo ha sacado dos o tres canciones de amor a lo sumo, y son las canciones de amor más sinceras y honestas que jamás escucharéis en los Cuarenta Principales. Estas son "Primavera", y "Melodías imposibles".

Desde hace un tiempo, y en lo que se refiere a la admiración que podemos sentir las personas hacia otras figuras o personalidades por su relevancia y/o capacidades, he intentado ser más fan que fanático; por esto intento hablar de las cosas que me gustan con un poco de crítica, y en cuanto a Juan Abarca, pues... decir que tiene una malsana obsesión con la mierda. Eso es todo.

martes, 14 de abril de 2015

Guerra en color: Ingeniero-Brujo Skaven

Esta última temporada no he pintado nada. Y no, me refiero a en el mundo en general. Apenas tuve el pasado puente un par de tardes que pude dedicarle a los pinceles, y a nadie le entusiasma ver miniaturas por terminar. Pero me he metido un poco de prisa y hoy puedo mostraros el Ingeniero-Brujo más chulo, más molón y con más detalles que me he echado a la cara. ¿De qué miniatura estoy hablando? De la de la ratita, claro. ^^


Vuelvo a lo mismo que comenté en anteriores ocasiones; es una miniatura que tengo desde hace una eternidad y que no me animaba a hacerlo porque temía que me quedase mal. Por fortuna creo que esa premisa no se ha cumplido.



Aparte de que me gusten más o menos las ratas, me parece una miniatura más que completa, y aún así, no creo que pueda decirse que esté sobrecargada de detalles. Tiene lo que a mi juicio debería tener. Herramientas, armas, dispositivos del clan Skryre... Vale que la ratita que está cargando la pistola-bruja es un detallé que quizás podía sobrar, ¿pero qué queréis que os diga? Para mi gusto, rompe el molonómetro con más de cuarenta megachulis de intensidad (es lo que tiene publicar en horario infantil en un país que tiene ley mordaza, que se vuelve uno de repugnante como Leticia Sabater).




Por fortuna o por desgracia, en breves acabo una de las ocupaciones que se ha llevado (con gran placer, hay que decirlo todo) gran parte de mi tiempo estos últimos meses, de modo que espero poder rellenar parte de ese tiempo con los pinceles y con cierta rata gorda que tengo que terminar...

jueves, 9 de abril de 2015

¿El Fin de los Tiempos?

Un relámpago cruzó el cielo nocturno, añadiendo por un breve instante un destello de luz a la penumbra en la que se encontraba sumida la cámara bajo la montaña. Sobre un siniestro trono de huesos, el Gran Nigromante despertó de nuevo de su letargo. El resonar constante de los truenos lo había sacado de su meditación, trayendo de nuevo su mente al mundo físico. Una luz verdosa se encendió en las cuencas vacías del Gran Nigromante.

Tanto tiempo... tantos milenios...

Nagash aún se seguía sorprendiendo, miles de años más tarde, de seguir teniendo sueños. Cuando era mortal no solía tener sueños: éstos empezaron tras su derrota a manos de Alcadizaar y los traicioneros hombres-rata. La destrucción de su cuerpo lo relegó a un estado similar a un trance que había durado mil ciento once años. Y soñó. Soñó durante más de un milenio. Y tras su resurrección, volvió a soñar. Su mente vagaba por entre sus recuerdos, y también imaginaba fantasías. Los reinos de los sueños tomaban mil formas: lo que pudo ser, lo que será, lo que nunca fue...

Pero aquella vez no había sido una experiencia agradable. Debía llevar en trance bastante tiempo, quizá incluso varios años, desde que aquel osado saqueador se atrevió a aventurarse en su mismísimo sanctasanctórum. Esta vez el sueño había sido largo, y terriblemente vívido en su complejidad.



¿El Fin de los Tiempos? Se paró a pensar en el largo periplo soñado. Los recuerdos se escurrían por su mente como la arena en un puño, de modo que empleó el poder de los vientos de la magia para fijar su memoria. Poco a poco, repasó los recuerdos que pudo retener de su extraño sueño. Y comenzó a quedarse perplejo. Algo no cuadraba. ¿Algo...?

Recordaba estar muerto. ¡Muerto! Como si hubiesen destruido su forma física una tercera vez. ¡Lo que faltaba! Escuchó a Arkhan susurrar algo acerca de la intrincada magia de la Espada cruel... ¡Patrañas! De alguna manera, Arkhan y Krell se habían aliado con el traicionero hijo de Vashanesh, Mannfred; juntos, recuperaron su Corona y lo resucitaron.

¡Ulthuan, la isla de los malditos elfos, se hundía bajo las olas! ¡Y las fuerzas del Caos barrían sin dificultad el Imperio de los bárbaros del norte, fundado por Sigmar tiempo atrás! El mismo Vórtice se colapsó, y los vientos de la magia invadieron el mundo.

Recordó arrancar del portal del norte la misma esencia de Shyish, el Viento Amatista. Definitivamente, sus fantasías estaban descontroladas. ¿Arrancar uno de los ocho vientos y almacenarlo en su cuerpo? En parte, su ego quedó satisfecho cuando doblegó Nehekhara en muy poco tiempo. ¡Ah, si fuese tan fácil!

En sueños, había sobrevolado el mundo con su visión bruja. En el nuevo mundo, los repulsivos hombres-rata y los reptilianos siervos de los Slann se aniquilaban mutuamente. Las fortalezas de los enanos, que habían permanecido ante el invasor durante más tiempo que la propia Nagashizarr, caían ante los pielesverdes y los sucios skaven en cuestión de semanas. El Imperio perecía cuando la avanzadilla de los Poderes Oscuros hizo su aparición en sus tierras. La misma civilización de los elfos colapsó, y forzó a un armisticio entre los druchii y los asur.

Pero aquel joven hechicero elfo, que tanto le recordaba a cuando estaba aún vivo, tenía un plan. Separó los vientos y se los entregó a mortales. Por alguna extraña razón, esos mortales no fueron instantáneamente consumidos por la energía mágica desatada. Pero hacía ya rato que había suspendido completamente su incredulidad: si habían separado los ocho vientos, ¿por qué no atarlos a mortales? Si incluso Sakhmet, la Luna Verde, había caído del cielo...

Al frente de sus reducidas huestes no muertas, el Gran Nigromante se vio acompañado de los ejércitos de sus aliados: los restos de los ejércitos élficos; los herederos de Sigmar, que luchaban bajo la atenta mirada de su patrón encarnado a lomos de un grifo; los últimos guerreros enanos comandados por un brujo humano; un grupo de belicosos pielesverdes... Un sonido siniestro parecido a una risotada escapó de la momificada garganta de Nagash al pensar en tal inverosímil alianza.

Pero, por alguna razón, todo fue mal. Las fuerzas del Caos presentaron batalla contra la inverosímil alianza en las ruinas de una ciudad Imperial. Pero era absurdo, ya que unos brujos del caos habían preparado un ritual para abrir una brecha en la misma realidad, un tercer portal del Caos.

¿Un tercer portal? ¿Un grupo de ignorantes y barbáricos brujos del Caos iban a realizar en sólo unas horas la titánica tarea que a los mismos Ancestrales les llevó eones?

Imagen sacada de AQUÍ


Por supuesto, el portal succionó toda la materia. Y el mundo desapareció: todo aniquilado, barrido en un instante. Y se acabó el mundo.

Una extraña sensación recorrió el cuerpo muerto de Nagash, una sensación que no sentía desde que era mortal. Un escalofrío. ¡Qué ridículo! ¡Qué vacío de lógica y de contenido! Su fantasía onírica se había vuelto completamente disparatada. ¿Por qué habría soñado tamaño despropósito?

Observó su salón del trono, sus sirvientes no muertos realizando las rutinarias tareas de mantenimiento y vigilancia de su fortaleza. Por el gran ventanal, entre las nubes de tormenta, pudo ver el resplandor verdoso de Sakhmet, la Luna Verde. Y su viejo cráneo mostró un rictus siniestro, vagamente similar a una sonrisa.

El mundo no se había acabado. Sólo había sido un terrible sueño.


miércoles, 1 de abril de 2015

Internet destruye infancias: Short Circuit


Muy buenas a todos. Esta es otra de esas ocasiones en las que me apetece haceros reír, para variar. La década de los 80's es... bueno. ¿Cómo definirla? ¿Por dónde abarcar tamaño asunto? Por supuesto me refiero a los más estrambóticos de todos a la par que mediáticos; los 80's americanos.

Según mi punto de vista, fue la década en la que se intentó y se consiguió distraer la atención de toda una generación engendrada durante el concierto de Woodstock del 69 para que no siguieran los pasos de sus libidinosos padres. Para ello se comenzó a premiar la imagen de los  rebeldes "mainstream", aquellos quienes llamaban la atención con sus visión nihilista de las cosas y se quejaban de todo para luego no hacer otra cosa que lo mismo de siempre. ¿Quieres hacerle una gamberrada al director de tu instituto, vestirte con unas catiuscas y un paraguas por pantalón, ponerte un candado en el ojo y llevar el pelo rapado y teñido de colores pastel? ¡Perfecto! Siempre que luego pagues tus impuestos y comas en un Pizza Hut. ¿Y por qué ésta parrafada? Porque de algún modo tengo que intentar argumentar que no soporto a Steve Guttenberg. Puede que sea algo irracional, fuera de lugar e impropio de una persona adulta y cabal, pero es verle sonreír y me dan ganas de torcerle la boca de algún modo improvisado.

"Who made Steve Guttenberg a star?"

Mi primera toma de contacto con este personaje fue en la película Cortocircuito. Posteriormente volvería a ver su cara en las películas de Loca Academia de Policía, pero esa es otra historia y me remitiré a las mismas excusas de siempre (yo era joven, no sabía lo que hacía, necesitaba el dinero...). Cortocircuito es otra de esas películas de la era Reagan que se amparaba en la premisa de que Estados Unidos lo petaba en cuanto a tecnología armamentística... cosa que era cierta, sin obviar el hecho de que presumir de algo así es síntoma de una psicopatía enorme. Pero ya es hora de que me centre. Aún así, me limitaré a resaltar los trozos que a mi juicio más pintorescos.

La única forma de asegurar la paz es estar preparado para la guerra, (...) por eso enviaremos cinco de estos bichos con una cabeza nuclear a la calle principal de Moscú.

1) Para empezar hay que decir que originalmente la película iba a ser un thriller de terror en la que "Número 5" comenzaba a matar gente de manera indiscriminada (y ojalá que comenzando por su creador, el maldito Steve Guttenberg). Pero supongo que por esto mismo, cuando los productores se dieron cuenta de que con una historia tan manida entre manos iban a reírse de ellos hasta los niños, la reescribieron como una comedia infantil.


2) La película parte de la premisa de que si le cae un rayo a un robot y está hecho con chips americanos, éste cobra vida... ejem. Como todos sabemos, la ciencia es como la magia pero con electricidad. Puede incluso pensarse que enchufarle un rayo a un robot a través de una torre de alta tensión y varios transformadores vendría a ser un equivalente al ritual de los magos para convertirse en liches, por lo que a su vez podemos deducir que en los rayos está el alma de las máquinas. ¡Ciencia, niños! :D

¡No me llames engendro! - ¡Si no sabes ni lo que significa! - ¡Bueno, pero me puedo enterar!

3) En cuanto a los personajes secundarios, decir que Benjamin Jahrvi solamente existe en la película para que nos riamos de los hindúes y que ahora ha resucitado en forma del doctor Rajesh Koothrappali. Y por otro lado, tengo la sospecha de que la actriz que interpreta el papel de Stephanie Speck es la misma en todas, absolutamente todas las series de mediados de década. Yo por lo menos, soy incapaz de distinguirlas con esos cardados de freidora que llevan. Además todas ellas tienen nombres como Randie, Candie, Mandie, Sandie, Brandie... y así no hay quien se aclare.


Podría extenderme mucho más pero creo que ha llegado ese punto en el que no merece la pena ni mi tiempo ni el vuestro, de modo que os dejo con una de las escenas más demenciales de la secuela.