Hace unos días Yibrael me pidió que, como jugador de rol que soy, realizara un artículo (este que estáis leyendo) sobre cómo lleva un jugador la muerte de un personaje en una partida de rol. He de decir que en un principio me lo tomé como una broma, dada la alta tasa de mortandad de la que hice gala durante mis primeras sesiones en Ravenloft. Tras aclarar el asunto y darme cuenta de que el tema tiene su miga, me puse a pensar en ello y este es el resultado.
Salvo aquellos casos particulares en los cuales un jugador utilice un personaje sin apego alguno por la historia y sin tomarse en serio el metajuego, o aquellos malvados magos que tengan intenciones de convertirse en liches, que el personaje que estás llevando muera es un fastidio; y por qué no decirlo, una pequeña decepción personal. Ya cuando hacemos el personaje, normalmente lo basamos desde la perspectiva de cualquier otro ser vivo, y por norma habitual tendemos a no querer morir. Salvo tal vez si es un adorador al culto de Slaanesh o un matador enano con todo lo que eso conlleva. Y aún así, no querrían morir según de qué forma.
La muerte de un personaje no solo significa el final de su papel en la narración de una historia. Pero antes de ponerme a hablar sin un punto de partida concreto las maneras de las que puede morir un personaje:
Por una mala decisión: tal vez intentases algo que estaba fuera de lugar. En estos casos el master puede ser o no ser bondadoso con el destino de tu personaje, dependiendo de hasta qué punto te hayas "metido en el pozo".
Por circunstancias de la historia: tanto si traicionaste al grupo y lo descubrieron, como si surgiste de una alcantarilla y te atropelló un coche o te infectaste con una bacteria devoradora de carne, la muerte te puede llegar de cualquier manera. Además,¿quién sabe? La muerte no es siempre el final. Tal vez los dioses pretendían que visitaras el Valhalla por alguna razón.
Por azar: ¡ah, los pérfidos dados! Tan adorados como temidos. Una pifia es una pifia, y si sale mientras estás cantando una canción en una taberna lo peor que pueda pasar es que te lleves una paliza y varios tomatazos, pero si te concierne a un chequeo de cualquier tipo, es muy posible que estés vendido...
Existen miles, tal vez millones de maneras de perder la vida. Desde la más heroica a la más cutre y pasando por la más anodina, la muerte de un personaje y sobre todo las circunstancias en las que se produjo es aquello de lo que sacamos unas conclusiones u otras. Para ello os voy a exponer las circunstancias en las que murieron varios de mis personajes.
Marcus Mordegart. Bardo humano en durante mi primera campaña a la 3.5 de D&D. Murió al fallar un chequeo por los gases que emitió un golem al romperse. Mala suerte. Fue una decepción que su suerte dependiera al final del dado pero... shit happens!
Vaudros, el minobardo (minotauro-bardo), de la continuación de la partida. Alias el Patatauro por un desliz cometido con una ogra del plano elemental de la tierra. Murió a manos de su compañero, el afamado hechicero Withney Encarni, recientemente alzado como espectro e interpretado por Trosef Butterflanks. Roleamos la situación y ocurrió lo que tenía que ocurrir.
Pete Tripaule, mi primer personaje durante la gran conjunción de Ravenloft. Halfling ladrón especialista. Murió en combate enfrentándose a la muerte halfling, tras sacar una carta de una baraja mágica de los Vistani. Mala suerte. El personaje no estuvo a la altura del combate. Lo cierto es que fue una muerte digna de un halfling, y en el fondo me gustó el final que tuvo.
De mi segundo personaje en Ravenloft ya no recuerdo ni el nombre. Enano explorador. Duró sesión y media. Básicamente llegó para morir a bocados de goblyns. Fue una decepción pues el personaje empezaba a gustarme, pero aveces las cosas ocurren así. Y fue gracias a ese hecho que el grupo no siguió el mismo destino.
Francis Dorremick, el tercer y más criticado de mis personajes. El bardo que no era bardo. Y lo cierto es que tampoco pretendía serlo, pues había pensado en su trasfondo que fuese un escriba con talento para la música. Las circunstancias del mundo al que fue a parar le hicieron volverse loco y acabó aplastado por... no recuerdo qué criatura gigantesca. Del mismo modo que ocurriera con el bardo de Sir Robin en Los Caballeros de la Mesa Cuadrada, hubo gran regocijo. Al final yo mismo me alegré de dejar el personaje; a pesar de lo que él creyera en un principio, resultó que las brumas lo habían llevado a Ravenloft para que encontrara allí una muerte tormentosa.
¿Y por qué os cuento todo esto? Pues porque todos esos personajes tenían una parte de mi. Esa es la otra cara de la moneda. Nosotros, los jugadores, seguimos vivos para recordar las tragicómicas desdichas que los condujeron a sus tristes destinos y podemos aprender de la experiencia, algo que en la vida real es un poco... imposible. En ocasiones son motivo de broncas. Otras veces son motivo de jolgorio y risas, y en otras la muerte de uno significa la vida de otros.
Y tú... ¿qué sentiste al morir?
Yo tengo tres personajes en mi panteón:
ResponderEliminarCharles Alexander Worrington IV, un anticuario inglés muy rico que ponía el dinero para una expedición en la llamada del Cthulhu, después de superar con éxito varias tiradas de locura, se quemó en una casa encantada cuando intentaba huir. Triste final.
Arseni von Burton, un Lasombra de edad oscura. Estuvo conmigo durante años, superando muchas campañas. Al final murió por cuestión de interpretación, se tiró a cierta vampiresa que tonteaba con otro compañero y agredió a dicho compañero cuando éste les encontró. El sire no tuvo piedad, y se cargó a mi pobre Arseni.
Endor Surion, un mago salvaje, luego archimago en D&D. Esta es la historia más curiosa. Fue el personaje con el que me inicié en rol. El master había hecho llegar al grupo a X ciudad y allí en una especie de duelo de honor, Endor se pegaba con un bárbaro. El bárbaro le clavó una daga de energía negativa, no murió pero su poder (niveles) bajó mucho. Tomé el personaje y, de nuevo durante varias campañas, lo conservé mientras muchos de mis compañeros iban muriendo. Llego un punto en que yo era el único del grupo “original”. En realidad no murió nunca, pero cada vez que empezábamos una nueva campaña el master de turno revisaba los niveles de los personajes y los “nivelaba” es decir, que mi pobre mago siempre estaba bajando de niveles. Y un servidor con la frustración eterna de todos los jugadores de magos. Sobre su final... dejamos la última campaña incompleta, con todo el grupo metido en una torre llenita de peligros. Así que bueno, supongo que podemos considerar que murió en la torre intentando salvar el mundo. (El tejido de Mystra se deshacía)
Veo que también has muerto de formas variopintas. Es evidente que quien más impacto te causó fue Endor. ¿Quién sabe? Yo lo veo como un final abierto.
Eliminaryo te pediria un articulo sobre lo que sientes cuando uno de tus personajes sobrevive mas de 3 sesiones jajaja. En ravenloft te mato la muerte halfing, te comio un hombre lobo,y el bardo y el enano sufrieron destinos parecidos xD
ResponderEliminarPete Tripaule sobrevivió (malamente) al lobo-hombre. Por lo demás, el resto de personajes no hicieron sino allanarle el camino a Tankie Pestebruja, que sigue andando por los planos. :P
EliminarPues me han dicho que Ragnar Sturlusson hizo fortuna,se convirtio en uno de los Señores de Ravenloft convirtiendole en inmortal, negandosele su mayor deseo de reunirse con su dios y los heroes de antaño, trajo a su hija de entre los muertos, con la que tuvo mas hijos y jamas dejo de añadirle muescas a su puño, hechas por mordiscos de hechiceos, brujas, y demas gente tirarayos
EliminarEso es algo que solo saben las brumas... :P
EliminarMi muerte mas curiosa fue en 'la llamada'. Mi sacerdote entrado en años no supero el chekeo de cordura al ver un vampiro, tan asustado estaba que salio del escenario y corrio por el campo durante horas hasta que le dio un infarto. Al menos no se disparo en la boca con la escopeta como su compañero xD
ResponderEliminar¡Ah, la locura! Siempre propiciando finales de lo más variopintos.
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