El aire estaba denso, repleto de flechas, explosiones, fuego, rayos y rocas. Bagrik observaba cómo una batería de catapultas lanzaban de forma masiva rocas enormes que habían sido sustraídas de la colina y que ahora estaban estrellándose en Tor Eorfith, resquebrajando sus paredes y pulverizando carne y hueso. Con amarga satisfacción, vio cómo un proyectil golpeaba el arco central del portón de entrada donde sus rompehierros permanecían refugiados bajo el ariete. Los cuerpos de los elfos cayeron como lluvia blanquecina.
Gritos de júbilo alabaron la destrucción del portón y la lluvia de flechas se detuvo de forma sangrienta. Los escombros salieron disparados junto con los elfos muertos, enormes pedazos de roca y cuerpos mutilados rebotaban sobre el techo de gromril del ariete.
Morek apresuró a los rompehierros a que se esforzasen aún más. Tiraban y empujaban, tiraban y empujaban con la atronadora insistencia de un gigante furioso. Por fin, las runas inscritas en la cabeza del ariete estaban surtiendo su efecto, abriendo brechas en las protecciones mágicas que galvanizaban la puerta. La magia impregnaba todo aquello que los elfos hacían; era como si rezumase de cada trozo de roca y madera de sus asentamientos. - Tor Eorfith no era diferente. Había sido encantada para repeler a los enanos durante todo este tiempo. Esa protección había terminado con la muerte de su mago de cabello plateado, que ahora no era más que una nota a pie de página en la historia hecha añicos, muerto y destrozado al pie del muro exterior del portón.
Aparecieron enormes grietas en la puerta con forma de águila como si finalmente comenzase a ceder ante los esfuerzos de los rompehierros.
Morek podía sentir que se encontraban muy cerca de su objetivo. - ¡Un último esfuerzo!-
Con un poderoso resquebrajar de madera, la puerta élfica se partió en dos. A través de la enorme brecha, Morek vislumbró túnicas azules y cotas de malla élfica. Les aguardaban una corte de lanceros con sus puntas inclinadas hacia el exterior como un bosque de cuchillas de afeitar. Entonces, como uno solo, los elfos se apartaron como un mar de cristal para revelar una pareja de lanzavirotes con forma de halcón.
Los enanos alzaron sus escudos mientras los proyectiles volaban hacia ellos como jabalinas. Cayeron tres rompehierros más, empalados por proyectiles afilados. Morek sacó su hacha una vez el bombardeo había terminado, sintiendo su peso sobre los hombros. Los lanceros habían cerrado nuevamente sus filas , preparados para ensartar a su enemigo. Morek alzó su hacha con las runas en la hoja apuntando hacia el cielo y declaró la orden de cargar.
Bagrik observó caer el portón y a los rompehierros avanzar con rapidez al encuentro de los lanceros. La elevada cresta resultaba una ventaja excelente desde la cual ver el campo de batalla y el rey se recreó por completo en el espectáculo. Incluso mientras los elfos peleaban, mientras lanzaban flechas desde sus torretas en las murallas, desplegados rayos y fuego arcanos e incluso con relucientes lanzas y espadas, Bagrik podría decir que ese iba a ser su empujón final. El ejército enano estaba a punto de destrozarlos.
Tras tres largos días se encontraban a punto de alcanzar la cúspide de la victoria. Nada lo satisfacía, nada aplacaba su sed de venganza ni menguaba su rabia. No prolongó el asedio; no se habían levantado piquetes, no se destruyeron los pozos ni se contaminaron las provisiones. Completo asalto. Eso fue todo. Llegó a sus cálculos el Portón de Gazul, la puerta final antes de ser admitido en la Sala de los Ancestros en la otra vida de los enanos, y la sangre derramada en la cuenta de Bagrik. No le importó.
- Mi rey – le llegó la voz de Grikk Barbahierro, el capitán de los rompehierros e interrumpió los pensamientos de Bagrik. Ni un centímetro del cuerpo del rompehierro podía ser visto tras el traje acorazado de gromril. Incluso su rostro estaba oculto bajo una estilizada máscara enana. Tan solo quedaba visible su trenzada barba negra. Era una precaución necesaria. Como rompehierro, Grikk era responsable de proteger el pasaje subterráneo enano, un peligroso camino bajo la tierra entre bodegas que estuvieron plagadas de monstruos. Hoy, Grikk tenía una tarea diferente. Pero era una para la cual su armadura de rompehierro y sus habilidades como luchador en los túneles servían a la perfección.
- Rugnir y los zapadores están listos. El asalto final puede comenzar.- Bagrik asintió con la cabeza mientras su mirada perdida se posaba sobre el muro sur de la ciudad., donde Rugnir y su escuadrón de ingenieros de la bodega estaban preparando un túnel con la intención de burlar sus defensas y sorprenderlos. Bagrik tenía cinco regimientos de guerreros de clan enanos en la reserva, junto un batallón de barbaslargas a la espera de que pudieran abrir brecha. Bagrik mantenía su mirada fija mientras daba órdenes con aspereza en su voz.
- Asegurad los túneles. Aplastad cualquier resistencia.-
-Sí, mi rey.-
Grikk se retiró rápidamente mientras el sonido que producía el entrechocar del metal de su armadura iba menguando. Bagrik se mantuvo unos momentos a la espera mientras observaba antes de que diera la orden de avanzar. Una falange entera de guerreros de clan y guardia real de rompehierros se mantuvo sobre una extensión llana de la llanura. Diez mil enanos más. El martillo con el cual aplastaría a los elfos sobre el yunque de guerreros casi había roto las defensas élficas. Los cuernos de guerra resonaron uno tras otro, alzando un clamor atronador. La marcha de los enanos hacia la ciudad de los elfos estaba decidida y era implacable. Bagrik bajó donde se encontraban sus guerreros y se puso al frente, subido en el escudo que alzaban sus porteadores.
Mientras contemplaba la sangrienta visión con guirnaldas de fuego del campo de batalla, los muertos por doquier y la destrucción sin sentido provocada por dos grandes civilizaciones, Bagrik no dejaba de repetirse la misma pregunta.
¿Cómo empezó todo esto?
Genial el relato. Vas a perdonar mi ignorancia, pero Guardián del honor es un libro?
ResponderEliminarY otra cosa, vas a poner más fragmentos? me encantaría leerlo entero.
Gracias! Me encanta tu blog!
En efecto, el título original es Honourkeeper, un libro de Nick Kyme.
ResponderEliminarDe momento solo llevo traducidos tres capítulos. Es un propósito que me he tomado a largo plazo, y por ahora me temo que habrá que esperar un poco.
¡Gracias a ti! Son cosas como esta las que animan a perseverar. :)
Suena realmente bien este relato, el libro debe de estar guapisimo, me encantan la novelas sobre enanos de warhammer aunque solo he podido leer las tipicas de Gotrek y dos o tres mas, dado que las otras estan todas en ingles :( es un lujo el que hayas dedicado parte de tu tiempo a traducir este libro y deleitarnos. Estare a la espera para poder seguir leyendo lo que puedas traducir. Como aficionado a este mundillo de fantasia te doy las gracias por tus esfuerzos porque la verdad que mi nivel de ingles es pesimo XD, un saludo.
ResponderEliminarJo... vais a conseguir que me ruborice y todo. No esperaba que el extracto fuese a tener tan buena acogida y como siga así la cosa me vais a hacer tomármelo más en serio.
Eliminar¡No hay de qué! :D
Disparos y elfos muertos, ya sabemos que los enanos son seres viles mezquinos y mentirosos, a la par de incapaces de enfrentarse a nadie en cuerpo a cuerpo honrosamente.
ResponderEliminarTal vez ahora que tienen rebanadoras...
Cada pueblo tiene lo suyo... menos los skaven. Esos tienen de todo.
EliminarClaro, para nada son del cuerpo a cuerpo... simplemente fue el rey enano rompestrellas el que le partio el craneo al mismisimo rey caledor en un combate singular, combate que el elfo intento ir de sobrado y acabo llorando, o como el mataelfos acababa con las vidas elfas sin piedad alguna, de ahi su apodo y asi muchos mas pero bueno supongo que eso no cuenta
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