Construida con demencia oscura e inspirada por arquitectos locos, la Ciudad Ineludible se halla en el cruce de varios caminos solitarios y olvidados que serpentean por los desiertos del Caos, dispuesta como un cebo que atrae a los incautos. A menudo los viajeros se sienten aliviados al encontrar un camino en medio de las estepas yermas y lo siguen a dondequiera que vaya. Sin embargo, todos estos caminos malditos conducen a la Ciudad Inevitable. Y lo que resulta más perturbador es que, una vez en el camino, siempre parece llevar de vuelta a la Ciudad, independientemente de los desvíos que se tomen, aún dando media vuelta y desandando el camino recorrido. Con el tiempo, la Ciudad Ineludible vuelve a cernirse amenazadora ante el desventurado viajero. Se rumorea que estos caminos se extienden incluso al interior del Imperio y a las tierras de más allá, asegurando así que siempre haya un pobre desgraciado que acabe atrapado con la Ciudad como único destino posible.
La Ciudad Ineludible asoma por el horizonte como una herida de bordes desiguales contra un cielo grisáceo de fondo. La Ciudad juega malas pasadas a la vista, pues a veces parece extraordinariamente cercana y al instante siguiente está muy lejana, lo que hace imposible calcular la distancia. Exuda una maldad ominosa, y sus enormes puertas tienen forma de fauces abiertas. La Ciudad Ineludible está cubierta por una capa de polvo negro que resiste todo intento por cepillarlo o lavarlo.
El relato más detallado sobre la Ciudad Ineludible está recogido en el Liber Maleficus, también conocido como el Libro de los Augurios del Caos, escrito por el erudito Marius Hollester. Éste niega haber viajado físicamente a la Ciudad Ineludible, y su descripción del lugar se basa en sueños y visiones. Afirma haber visto varios duplicados de sí mismo, con aspecto abatido y sumidos en sus pensamientos, dirigiéndose hacia el interior de la Ciudad. Hollester no es capaz de expresar a qué se debía: tal vez fueran ilusiones, visiones de sí mismo en el pasado o el futuro, o astutos dobles creados por el Caos para tentarle y desmoralizarle. Logró escapar de un encierro eterno en el interior de sus murallas dándose la vuelta y adentrándose en una misteriosa bruma que brotaba de la depresión más honda. Nadie más ha podido ver esta bruma, a pesar de que el autor cree firmemente en su existencia y en que es la única forma de evitar una condena eterna.
Aunque las calles y salas de la Ciudad parecen solitarias, en realidad albergan a un gran número de seres. Las almas de los malditos, o aquellos que viajan hacia su interior, deambulan eternamente por sus desoladas calles, desesperados por hallar la forma de salir. Unas figuras incorpóreas ruegan o suplican indicaciones, mientras que otros afirman conocer el camino de salida de la Ciudad y en su lugar conducen a los incautos más hacia el interior, alejándolos de cualquier posible vía de escape. Por sus calles caminan también demonios y mutantes, riéndose burlones del infortunio de los perdidos. Casi nunca atacan; más bien se dedican a mofarse de ellos y a atormentarlos desde lejos. La Ciudad Ineludible es en cierto modo peculiar, pues en su interior pueden hallarse demonios de los cuatro Dioses del Caos. Nadie sabe si esto significa que la Ciudad es terreno neutral para ellos, o si los demonios también están atrapados en su interior.
La Ciudad Ineludible es un símbolo de todo lo que está perdido, y la desgracia de quienes se encuentran en situaciones desesperadas de las que ya no hay salida posible. Sus ilusiones y laberintos siempre consiguen devolver a los viajeros al mimo lugar, sea cual sea el camino que tomen. Los eruditos creen que la Ciudad es una metáfora viviente de la espiral descendente que representa la seducción del Caos, pues una vez emprendido el camino de la oscuridad, ya no hay vuelta atrás.
Me ha gustado me ha recordado a uno de los relatos de the sandman
ResponderEliminarJo... ahora me has dado ganas de releer Sandman xD
EliminarDe donde salió este texto?
ResponderEliminardel Tomo de Corrupción, de Warhammer Rol 2ª edición.
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