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lunes, 17 de septiembre de 2012

El niño borracho (música de batalla, 26)


¡Oh, bienvenidos! Han llegado al Niño Borracho justo a tiempo. Está a punto de empezar la actuación de los trovadores de esta noche; se trata de un cuentacuentos poco conocido en la región, junto con un bardo que ameniza sus historias al son de una guitarra. Tal vez hayan oído en alguna parte su obra más famosa, titulada “Paupérrimo destino”, que trata del desagradable encontronazo que tuvieron unos elfos del bosque a manos de un mágico y misterioso ser de otro mundo que estaba partido en múltiples fragmentos.

Mientras tanto, en otra línea temporal de un universo alternativo...

Últimamente están empezando a dejar de venir al Muchachuelo Achispado algunos de mis clientes habituales, y no es por falta de tiempo o ingresos. Quiero decir, cuando alguno resulta ser un indeseable y es detenido, a las dos horas como mucho ya lo sabe todo el mundo. Sin embargo, desde que tuve aquel incidente con una mendiga ha descendido la clientela. Por si no se enteró aún, ella y otra chusma de su calaña se pusieron a poner pegatinas con emblemas de partidos políticos en el escaparate. ¡Partidos políticos en estos tiempos! ¿Puede creerlo? Les pedí amablemente que se fueran pero no hicieron caso. No quisiera entrar en lo mucho que necesitamos a la bendita corporación Imperial, así como otros necesitan la guía de Bauhaus, Mishima y Capitol -que el Cardenal se apiade de sus almas-. Póngase en mi lugar. Eran muchos, aterraban y olían terriblemente, gritaban incoherentes improperios y tuve que protegerme de tales afrentas, de modo que agarré lo primero que vi, – un cuchillo para jamones por desgracia - luego cerré los ojos y traté de asustarles, con tan mala fortuna que el cuchillo rozó el brazo izquierdo de la mujer; y el hombro; y puede el hombro opuesto y la cara. Pero era tal el barullo y están tan locos esos fanáticos que apostaría a que se lo hizo uno de ellos para armar el escándalo. Yo por si acaso he llevado a analizar por mi cuenta la sangre que se pegó al cuchillo pues juraría que a lo que acerté a dar fue a alguno de los caniches que llevaban sueltos por ahí. ¿Ve usted lo injusto que es *e-jém* esto que me ha ocurrido?




Hoy voy a hablaros de un compositor de bandas sonoras harto reconocidas por todos: James Horner. Este compositor de música de fantasía ha sido el elegido para dar ambiente a una gran cantidad de películas que la mayoría de nosotros conocemos o hemos oído hablar de ellas. Ya dije anteriormente que una de mis películas favoritas de la infancia fue Willow, y fue buscando al autor de semejante maravilla cuando encontré su nombre.Es una de esas personas que dejan su sello personal en sus melodías, y no lo digo a la ligera; escuchando la banda sonora de Legends of the fall, me dije a mí mismo que era muy parecida a la de Braveheart, y en efecto ambas resultaron ser del mismo autor.

Pero no todo “suena igual”. No solo es capaz de crear una serie de melodías épicas a las cuales todos estamos ya más o menos acostumbrados; trabajos como el que realizó en Alien demuestran que es capaz de crear una música ambiental diseñada para la tensión y el miedo a lo desconocido. Realmente más que música, lo que hace es crear atmósfera con sus múltiples zumbidos de fondo y sus trepidantes cambios.

Como todo director de orquesta que se precie sabe utilizar cada instrumento para crear una sensación adecuada al momento que vivamos. Si bien puede reflejar una tristeza y melancolía muy humanas como lo hace en la banda sonora de Unlawful entry, también puede sobrecoger y hacernos sentir como una mota de polvo en el universo al escuchar composiciones galácticas como las de Star Trek II y III.


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