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sábado, 9 de junio de 2012

El Señor Carroñero de la Humanidad



El Señor de la Humanidad, el Emperador, se ha sentado en el Trono Dorado durante diez mil años. Su cuerpo se mantiene vivo por medio de antigua tecnología y la pura fuerza de su voluntad, ya que el Emperador es el psíquico más grande de todos, una fuente casi infinita de poder psíquico. No es un hombre ordinario - en muchos aspectos es un dios, y como tal es adorado por billones de personas. El Emperador es el verdadero poder del Imperio.

El Emperador, Señor de la Humanidad, Maestro de Hombres y Dios de los Humanos, ha gobernado su vasto reino espacial durante más tiempo del que nadie puede recordar. Hace incontables milenios nació de padres mortales, y creció para convertirse en un hombre sin ser consciente del destino que le  aguardaba. De joven comenzó a manifestar poderes extraños, poderes que se intensificaron y multiplicaron mientras crecía. Entre estos poderes se encontraba el de la longevidad - una inmortalidad que le daba tiempo para desarrollar sus habilidades. Durante incontables eras vivió oculto de los ojos del resto de la humanidad, alimentando sus poderes sin dejar que lo dominasen, mientras los Imperios se alzaban, caían, y el hombre aprendía a explotar los recursos de la Tierra. Mientras sus poderes se desarrollaban aprendió los peligros que existían más allá de su mundo natal, las criaturas psíquicamente afines que vagaban por los espacios interestelares ávidas de la esencia vital de otros seres. Al fin, hace unos diez mil años comenzó su lucha, ya que sabía que la humanidad estaba al borde de una  revolución, una revolución genética que crearía una raza psíquicamente activa de la cual él era el primero y más poderoso. Sin su guía sabía que la emergente raza de psíquicos serían presa fácil para los peligros a los que él ya se había enfrentado, la presencia de las entidades que se alimentan de energía psíquica, o de quienes usarían tal energía para sus terribles propósitos. Por ello el Emperador emergió de su largo aislamiento, creando la Era del Imperio a lo largo de diez milenios en una serie de guerras por nadie recordadas excepto él mismo. Su mandato ha sido largo y duro, ya que siempre ha habido mucho en juego - la supervivencia de toda la humanidad. El desgaste de su constante vigilancia se ha cobrado un alto peaje en el hombre que un día fue humano, ya que su ahora destrozado cuerpo ya no puede albergar vida, y su deteriorado envoltorio orgánico se mantiene intacto sólo gracias a un espíritu que a su vez sobrevive ayudado por la más extraña de las máquinas - artefactos construidos por el propio Emperador en épocas antiguas mientras permanecía oculto. Es irónico que esta criatura, cuya voluntad se extiende sobre un millón de mundos, sea ahora incapaz de abandonar la máquina de soporte vital de su Trono Imperial, incapaz de alzar un solo dedo o parpadear.



Los restos animados del Emperador están inmóviles, fuertemente sujetos a la biomáquina que alimenta su alma. Esta inmensa maquinaria se alberga en lo más profundo del Palacio Imperial; habitación tras habitación de retorcida tecnología pulsante con una vida y una voluntad propias - viviendo, respirando, reproduciéndose y creciendo como un organismo gigante y sin mente. Retenido dentro de esta perversión de la ciencia yace el Emperador, o más bien lo que queda de su cuerpo, el receptáculo de su voluntad de hierro. El Emperador comprende los peligros a los que se enfrenta su raza, y ha asumido un papel que parece predestinado para él: el de guardián. Quizás sea un engendro, o puede que la propia Naturaleza lo crease para proteger su metamorfosis. Sea como sea, es innegable que el Emperador es el custodio de la raza y sólo él conoce su destino final. Para ello el Emperador mantiene un estricto control sobre el desarrollo de la humanidad y contribuye directamente a su supervivencia utilizando sus poderes. Juega un papel vital en los viajes espaciales dentro del Imperio. Para poder viajar grandes distancias a bordo de una nave espacial, un Navegante humano usa una señal psíquica de referencia, una especie de faro que le guía a través del Espacio Disforme. Para proporcionar una señal potente por todo el espacio controlado por el hombre no basta con los psíquicos comunes, pero el Emperador no es un psíquico común - sus poderes van más allá de los de cualquier mortal. Incluso así, el esfuerzo de mantener semejante señal ininterrumpida sería demasiado extenuante, por lo que simplemente se concentra en amplificar y dirigir una señal creada por otros. Éstos son los sirvientes imperiales conocidos como Adeptus Astronomica, psíquicos cuyos cuerpos y almas son despojados de su energía. Esta energía es proyectada por la mente del Emperador en forma de faro psíquico conocido como el Astronomicon. La cantidad absoluta de energía mental es enorme, y sólo la mente del Emperador es capaz de manejar semejante poder bruto.

El destino de los Adeptus Astronomica es triste, ya que sus esfuerzos pronto los reducen a cascarones vacíos de huesos y carne reseca. Todos los días mueren a docenas. No son los únicos psíquicos a los que se les exige el sacrificio último, ya que el Emperador no puede comer como comen los mortales, o beber o respirar. Su vida ha pasado a un punto en el que tales cosas ya no le pueden mantener vivo. Para el Emperador la única fuente de alimento es la fuerza vital humana - el alma - y tiene un apetito insaciable. Pero para este propósito no sirve cualquier persona, ya que el "donante" debe ser un psíquico. La Inquisición rastrea el Imperio en una infatigable búsqueda de psíquicos potenciales, individuos demasiado vulnerables para ser dejados sueltos y solos. Algunos de estos hombres y mujeres son reclutados por el Adeptus Terra (especialmente el Adeptus Astronomica y el Adeptus Astra Telepatica) pero muchos más servirán al Emperador de una forma mucho más siniestra.

Abandonados en las salas de la barroca maquinaria que rodea al Señor de la humanidad, sus almas serán absorbidas lentamente de sus cuerpos para alimentar el espíritu del Emperador. Cientos deben morir de esta forma cada día si el Emperador, si la Humanidad, quiere sobrevivir. Sería muy sencillo pensar en el Emperador como una malvada corrupción de la Naturaleza. Aún así, como enseña el Adeptus Terra, las matanzas y atrocidades que se cometen para alimentar su divino cuerpo son un pequeñísimo precio a pagar a cambio de la supervivencia de toda la raza humana. Sin el Emperador no habría apenas viajes espaciales, ni protección en un Universo hostil.

Si se dejase sin control, la emergente sub-raza de psíquicos humanos se convertiría en el vehículo de la destrucción de la humanidad.. El Señor de la Humanidad sabe que para proteger a toda la raza él debe sobrevivir, para siempre si es necesario, o hasta un momento en el que los psíquicos humanos hayan evolucionado lo suficiente como para enfrentarse a los peligros que les rodean. Si miles deben sufrir dolor y muerte por él, ¿cómo habrá de ser la agonía de una criatura cuyo cuerpo está destruido más allá de lo recuperable, cuya mente está presa en una podrida carcasa y cuyo más nimio pensamiento sólo se destina al servicio de los demás?





15 comentarios:

  1. La hostia... O_O
    De dónde sale esto?

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  2. Buen articulo tio. La psionica en WH40K es de lo mejor de su cosmologia y el Trono Dorado tiene mucha intringulis.

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  3. brutalisimo, son esas historias las k echo de menos en el 40k

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  4. Yo es que soy un hereje de tomo y lomo, siempre he pensado que el que está en el trono no es el emperador: siempre he pensado que quizá sea el propio horus, y que el emperador anda por ahí...liándola petarda.

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    1. Si, y viejisimo. Ya conocia esta historia alla por 1993.

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    2. ...voy a tener que luchar por el Emperador más a menudo...

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  6. Según el último trasfondo, el Emperador es el resultado de la fusión de las almas de un grupo de psíquicos mediante un suicidio ritual.

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    1. Si, supuestamente el Emperador surgió en tiempos prehistoricos cuando todos los chamanes y brujos se suicidaron ritualmente al darse cuenta de cual era el peligro de la Disformidad.
      Tras el "empacho mortal", nació un niño - dios: El Emperador.

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    2. En el trasfondo original, el emperador era un dios del caos, pero reflejaba lo bueno de la humanidad. Asimismo, tenia sus propios paladines, los sensei

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    3. Ay madre!!!!!! donde salia eso? en el Rogue Trader??

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    4. En los mismisimos realm of chaos

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    5. Bueno, técnicamente el Emperador todavía no es un Dios del Caos: espera liberarse del todo de su cáscara mortal para finalmente completar su transformación y convertirse en el quinto Dios del Caos (o el 6º, si Ahriman lo adelanta xD). Todo esto lo explica el que creo que es el mismo M'Kachen en el epílogo de "El Ojo del Teror", una antigua novela de 40K (podéis ver algo sobre ella en http://labibliotecadelgrannigromante.blogspot.com.es/2011/03/el-ojo-del-terror-novela-40k.html )

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    6. El quinto es Malal, digan lo que digan ;)

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  7. Pero que cabrón el Emperador!!!!!
    Dichosa santurroneria... me marcho al Caos, un poco de coherencia leñe, o con los Eldar.

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