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jueves, 26 de abril de 2012

Diario de campaña: Skavens (semanas 4 y 5)


Cuarta semana


Oh, grandiosa Rata Cornuda, ilumina a este humilde y ferviente servidor tuyo con un haz de luz que me guíe de regreso a Foso Umbrío y me aparte de estas horripilantes brumas. Maldita broma del destino que me puso la zancadilla de esta manera e interpuso tantas cosas-muertas en mi camino. Y por si fuera poco, mi mejor y más leal súbdito, Frankch Roetuercas, ahora mismo estará paseándose entre las fauces de la Gran Cornuda, pues según tengo entendido solamente una asquerosa cosa-elfo ha vuelto del lugar reservado a todos aquellos imprudentes hechiceros que ponen demasiado énfasis a la hora de utilizar sus poderes. Tal vez aquel páramo estuviese bajo el influjo de algún hechizo, pues yo también sentí el poder puro de la disformidad recorrer mi cuerpo desde el extremo de mi  cola a la punta de mis cuernos.


Aunque no hay mal que por bien no venga. Sin duda, la Gran Cornuda ha tenido algo que ver en todo esto. Sí-sí, sin duda alguna, ella me ha dispuesto así la vida del sucio traidor de su hermano. La Gran Cornuda me ha dado así vía libre para que libere de todo sufrimiento a ese corrupto de Frinkch Roetuercas. Me hubiera gustado poder haber hecho sufrir un poco más a esa repulsiva escoria ladrona, pero es hora de darle el golpe de gracia y se lo daré personalmente en cuanto pueda ponerle las garras encima. Las últimas noticias que tuve de la partida de ese inmundo sarnoso fueron que se adentró en un inmenso poblado de necrófagos y se dejó robar por un señor vampiro. Le está bien empleado, por sucio-sucio ladrón. Ahora que lo pienso, deberé castigarle por dejarse arrebatar mis preciados objetos mágicos antes de ajusticiarle definitivamente, pero debo ser muy meticuloso. Con el descontento generalizado que corre por todo Foso Umbrío, me arriesgo a una guerra civil si no calculo bien mis próximos pasos. 


De algún modo es como si algún tipo de magia oscura se cerniese sobre mis lugartenientes. A Stik Muerdecola se la he terminado de trastornar el cerebro por completo. Lo que antes parecía una simple mente paranoica ha derivado en una locura total, y aunque ese hecho le haya vuelto más peligroso no me sirve de nada un Skaven que se dedica a avanzar pesadamente hacia el adversario. Espero que eso le enseñe a no revolcarse en mis reservas de piedra bruja. A Stabb Zich-Zach lo sedujeron unas dríades que aparentaban el aspecto de unas criadoras de camada, y una de ellas estuvo a punto de comérselo de un bocado tras transformarse en lo que según él era el dragón más grande que había visto nunca. Mi experiencia en las artes mágicas me dice que tal cosa podría ser posible y dudo que un asesino que se precie fuese a informar a su superior de una patraña de semejante calibre. Además, no me imagino cómo un matón como Stabb ha podido imaginarse una cosa semejante.


Por fortuna mis informantes han encontrado un par de sucios cabecillas con los que sí se pede tratar, ambos repugnantes, faltos de escrúpulos y por fortuna en graves apuros. El primero es un oscuro señor de identidad todavía oculta que comanda una legión de esas cosas-muertas que tanto ponen los pelos de punta a los seres humanos. El otro ha resultado ser un cabezudo cosa-verde, el más inteligente que he conocido hasta la fecha; lo cual no es mucho decir, pero me sorprendió la habilidad que tiene para contar con todos sus dedos. Me han entregado oro y piedra de disformidad en abundancia a cambio de unos tablones mohosos y pedruscos de hierro que se estaban oxidando en mis almacenes. Si mis cálculos son correctos, hará falta otra semana más de espera para que mi ejército de hombres rata resurja de sus cenizas, y toda la escoria inmunda que ose interponerse en mi camino lamentará haber nacido.








Quinta semana


¡Al fin-al fin! Mi glorioso ejército vuelve a estar al completo y ha llegado la hora de aplastar a cada infecta cosa que encuentre a cada paso. Tras varios días en Foso Umbrío reclutando tropas y habiendo informado al consejo de mi actual y lamentable estado hoy mismo he terminado de reunir los refuerzos que necesitaba. Además, todos los clanes superiores han aprovechado la ocasión para enviarme sus mejores y más eficientes efectivos par asegurar el éxito de mi empresa. 


Hice venir un nuevo regimiento de guerreros skaven del Clan Resttik que aplastará numéricamente a cualquier unidad enemiga; por parte del Clan Moulder me ha llegado desde Pozo Infernal una de sus Abominaciones recién cosida y preparada para triturar; el repugnante Clan Pestilens ha sido el más tacaño y simplemente me ha provisto de unos cuantos de sus monjes consumidos de enfermedades para reflotar el nuevamente mermado grupo de Bablich Colmillosarna; en venganza por la muerte de Frankch Roetuercas, el cual era una de sus supuestas jóvenes promesas, el retorcido Clan Skryre me ha enviado a varios de esos dementes suicidas que se dedican a lanzar esferas de viento envenenado a diestro y siniestro. Además de eso, esos mal nacidos me han endosado a Shitti Sitriger, un alocado ingeniero-brujo que se cree la rata más dura de la caverna  con su ristra de pistolas de piedra bruja y no es más que un flacucho esmirriado que no le duraría ni medio bocado a una rata-ogro; por último el Clan Eshin me ha enviado un grupo de aspirantes a asesino para que aprendan de la mano de mi portentoso guardaespaldas Stabb Zich-Zach, el cual ha terminado sus días como recadero y va a pasar a la acción.


Y he de reconocer que lo tiene merecido. Tras recoger un pequeño montón de piedra de disformidad que detectó el Centro de Observación de Emanaciones Disformes a varios kilómetros del asentamiento, tuvo un encuentro con una bruja que le entregó una poción que lo fortalecerá en sus combates. Ha rehusado revelarme qué tuvo que hacer por la bruja a cambio de la poción, pero ya he olisqueado anteriormente el almizcle de la vergüenza en este sujeto. Sin embargo soy un líder bondadoso, y en recompensa de sus esfuerzos le encargué a los miembros de su pagoda una segunda espada supurante.


Inesperadamente, uno de mis antiguos compañeros de aprendizaje en la orden se enteró de mi situación y tras escurrirse entre los efectivos de refuerzo ha venido a intentar sacar tajada de mis trofeos. Se trata de Chillit Orejafina, un Vidente Gris mal visto en la orden por haber demostrado mayor interés en la ejecución de los hechizos del Clan Péstilens que en los que nos enseñó la Rata Cornuda. Por fortuna conozco bien las debilidades de ese corrupto-corrupto y puedo asegurarme fácilmente de que haga lo que le ordene. Dirigirá la segunda partida de guerra y se encargará de impedir que cualquier cosa ponga en peligro mis dominios. 


¿Qué peligros e increíbles tesoros me esperarán ocultos en las zonas aún inexploradas? Es más, tal vez haya llegado la hora de que ese gigantesco poblado de pútridas cosas-muertas que humilló a Roetuercas y el asentamiento de cosas-verdes que descubrió mi asesino rindan pleitesía al más portentoso, temido y poderoso señor de estas islas: Skritt Susurroagudo, este diligente, humilde y ferviente servidor de la Gran Rata Cornuda. Sí-sí, lo harán ellos, y todo aquel que tenga la desgracia de ponerse bajo mi justiciera mirada.


* * * * *


N. del G. He de marcar aquí un pequeño parón del diario de batalla debido a unos requisitos técnicos, y voy a permitirme el lujo de hablaros más claramente. Hasta ahora no me han ido demasiado mal las cosas, aunque bien es cierto que a otros les ha ido mucho mejor. Después de cinco semanas de campaña mi ejército consta de 3900 puntos tras haber empezado con 3500 (es que mueren como ratas xD). En mi opinión, el personaje más gracioso de cuantos tengo actualmente es el portaestandarte de batalla, el cual tiene los siguientes rasgos: Estupidez, Furia asesina, Cobarde (-1 L), Valeroso (inmune a miedo) y Precavido (si la unidad huye, puedo retirarlo del campo). Por supuesto, el resto de generales opina que es el ingeniero brujo inicial, el cual tiene: Beligerante (no puede huir de los encuentros, pero puede desplegar más adelante), Bravo (+1 L), Odio (Hombres-Bestia), tres Viejas heridas de guerra (antes de las batallas tiro 1d6 y con un 1 no participa) y Corrupción Gilesca (roba el 50% del oro que obtenga la partida de guerra). Aunque le da vida tanto al juego como al diario tener a cuestas ese lastre de personaje, el resto de generales me han amenazado con desempolvar el suplemento de guerras civiles si se me ocurre matarle; y no solo eso, sino que el general No-Muerto lo levantaría como espectro y me lo volvería a mandar, así, etéreo y furioso.


A pesar de toda la serie de catastróficas desdichas y gracias a la Gran Cornuda, sigo en pie y ansioso por continuar esta aventura. No puedo avanzaros nada más, salvo mi opinión como jugador: es una pasada, una campaña muy completa. Después de probar esto, una típica batalla campal sabe a poco. Tened paciencia, que lo que el Gran Nigromante está cociendo merecerá la pena…

4 comentarios:

  1. Gracias por seguir con el diario de campaña, aunque estaria genial alguna foto para ilustrarnos esas pedazo batallas que habra con esos ejercitos.

    Un saludo.

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    1. Veremos si a la vuelta es posible captar algún momento que perezca la pena ser mostrado. Espera-paciencia... y de nada por hacer algo que me divierte. :)

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