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jueves, 1 de diciembre de 2011

Los bonitos recuerdos del Gran Nigromante: Mi primer Warhammer

Hoy me he levantado de la cama en plan nostálgico, y me he puesto a pensar en que estas navidades se van a cumplir dieciocho años desde que puse mis zarpas por primera vez en un reglamento de Warhammer, y cómo ese hecho influyó posteriormente en varios asuntos en mi vida. Sé que no es común que escriba acerca de cosas personales, pero hoy me apetecía rememorarlo, y voy a concederme el placer de escribir sobre ello.

No es completamente exacto que todo empezase con aquel reglamento (el de 4ª): de niño ya me gustaban el HeroQuest, el Cruzada Estelar, el Battle Masters, la Aldea del Terror y el Mundo de Korak, la Leyenda de Zagore... todos ellos juegos de tablero con miniaturas y estadísticas, y varios de ellos de la propia Games Workshop (en colaboración con MB). Pero aquellas navidades de 1993 me hicieron ver que podía ser más que un simple juego: que había todo un hobby, todo un mundo por descubrir más allá del tablero. Y entonces mi hermano, que sabía que me gustaban esas cosas (también a él),  me regaló la White Dwarf número uno, que había visto en un quiosco (y que costó 475 pesetas, un dineral para nosotros en aquella época).

Ya no conservo aquella revista (probablemente la vendí junto con muchas otras cosas del hobby hace unos 10 años, cuando andaba muy mal de dinero), pero la recuerdo perfectamente, de los cientos y cientos de veces que la leí. Mostraba en la portada al enano del HeroQuest (probablemente de forma deliberada para captar a los chavales que habían jugado al HeroQuest) sobre un fondo rojo, y en ella presentaban su gran novedad: Warhammer Fantasy Battles, en su cuarta edición (primera en español).

El juego me enamoró desde el principio. Acostumbrado a juegos "infantiles" de tablero, me pareció que Warhammer abría un mundo de posibilidades: varios ejércitos diferentes, partidas siempre nuevas, toda esa escenografía y todas las historias que prometía aquella White Dwarf. Y no me hice esperar: esas mismas navidades, cuando me dieron algo de dinero por reyes, fui a comprarme el Warhammer. Recuerdo que no lo tenían en ninguna parte (problemas de vivir en una ciudad pequeñita), y que tuve que ir hasta Santander a comprarlo. Y allí, en la librería Estvdio, lo encontré. El dependiente intentaba colarme un Space Hulk (ignoro por qué tenía tantas ganas de venderme el Space Hulk en lugar del Warhammer), pero no cedí, y me fui para casa con el juego que yo quería.

Todavía recuerdo el Bestiario de Batalla, el libro que más me fascinaba de cuantos venían en la caja. En él se describían todas las razas del mundo de Warhammer, y en ese libro descubrí a las siniestras fuerzas que moran en el norte bajo la atenta mirada de los Poderes Ruinosos. Y el Caos conquistó mi alma para siempre xDD

Llevaba ese libro a toda partes, y lo leía y lo releía una y otra vez. Gracias a él conseguí picar la curiosidad a algunos amigos para que probasen a jugar conmigo alguna partida, usando los elfos o los goblins que venían en la caja, o ejércitos improvisados a partir de las miniaturas del Battle Masters. Dos meses después, cuando salió la segunda White Dwarf y el suplemento Magia de Batalla, un amigo se lo compró, y empezaron las batallas en serio. Nos juntamos seis amigos y empezamos a jugar muy asiduamente, y los que podían se compraban miniaturas (yo me conformaba con los goblins de la caja junto con los troquelados de Grom, la Serpiente alada y el Lanzapiedras, o con lo que había del Caos en Battle Masters). Cuando volví a juntar dinero (unos meses después) decidí comprarme algunas miniaturas de metal, y la elección estaba clara. Había vendido mi alma al Caos, así que me compré... ¡¡Los cuatro Grandes Demonios!!

Aquel año los seis (y a veces se nos unía mi hermano) jugamos cientos (¡sin exagerar!) de partidas a Warhammer, e incluso empezamos a diseñar "reglas de la casa" para otros juegos (como el HeroQuest) para representar lo que leíamos en los manuales de Warhammer. También leíamos en las White Dwarf acerca de Warhammer 40.000, que en particular nos llamó mucho la atención. Pero no había dinero para dedicarse a dos juegos diferentes, y centramos nuestros esfuerzos en Warhammer Fantasy. No pasaría mucho tiempo hasta que consiguiese mi primer "manual" de 40K, e incluso jugase (de rebote) mi primera partida de rol, el primer paso en una larga trayectoria como jugador y (sobre todo) Master. Pero eso ya lo contaré otro día.

6 comentarios:

  1. Jaja, feliz 18 cumpleaños Warhammero, ya eres mayor de edad.
    Que daño hicieron Heroquest, Battlemaster y la cruzada estelar. Cuantos estaremos aquí por su culpa...

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  2. Casualmente yo cumplo años en el hobby pronto también pero casi me doblas xD

    Como los primeros pasos en el hobby mas en esa época.. uff asta yo los añoro y los viví muy poco

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  3. Es como leer mi própia historia sólo que con 2 diferencias. La primera que aún conservo ese #1 de la White Dwarf y la segunda que me sedujo la alta sociedad élfica, particularmente Tyrion y Teclis, vaya dos bestias pardas!

    Años después me veo en las pieles del Commoragh deleitandome del sufrimiento del 41º milenio, como cambian las cosas...

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  4. Yo todavía tengo las White Dwarf, el Hero Quest y hasta aquella edición de Warhammer F...

    Apenas jugué unas partidas, por aquel entonces no me resultaba fácil encontrar gente para jugar y mucho menos bajar a Bilbao... Seguramente por eso me quedé en casa, pintando monas...

    Por cierto: Yo compré mi caja de Warhammer en Guinea... Que si mal no recuerdo está en tu pueblo. Aunque con la de blogs que leo, lo mismo me he liado.

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  5. Pensando en eras pasadas. Mi primera miniatura fue un eldar oscuro. No veas cuantos años tuve que esperar hasta que me renovaron el ejercito.

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  6. Los malditos de GW te iban enganchando con dosis que iban aumentando poco a poco... ¡Qué tiempos!

    @paint2play: Guinea creo que está en en país vasco... Yo soy cántabro :P

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