Las obras de arte del Caos (2: Banquete macabro)

Tras "Los Benditos", traigo directo desde el Tomo de Corrupción la historia de otra de las obras de arte del Caos: el Banquete Macabro.

Se cree que esta obra, de más de cinco siglos de antigüedad, fue el último trabajo del famoso pintor estaliano Girardi del Vors. A lo largo de toda su carrera fue famoso por sus retratos y paisajes, que captaban la esencia de la cultura y la sociedad estalianas, al tiempo que presentaban visiones sobrecogedoras de sus tierras. Aunque del Vors era un pintor con talento, su estilo no era lo bastante sofisticado como para granjearle alabanzas fuera de su país.

Banquete macabro es una obra única, a diferencia de ninguna otra de las que pintó, y es por ella que ha sido recordado más tiempo del que su vida merecía. Se cuentan muchas historias sobre los últimos días de del Vors y sobre las circunstancias de su vida en el momento de creación del cuadro. Ciertos elementos varían de unos relatos a otros, pero una cosa está clara: en algún momento mientras pintaba este cuadro, del Vors descubrió que su esposa le era infiel.

En sus memorias, su hijo describe a del Vors como un marido especialmente fiel, idea que queda confirmada por la ingente cantidad de retratos que pintó de su amada. Pero su éxito marginal como artista, unido a sus exiguos ingresos, hicieron que su esposa buscara a otros hombres para que le dieran lo que quería. Fue un secreto a voces en la ciudad, pero del Vors ignoró los cotilleos y nunca dejó de creer en la santidad de su matrimonio.

En un momento concreto de los últimos días de su carrera, fue requerido en casa de un noble, quien le ofreció una cuantiosa suma a cambio de retratar a toda su familia. Un trabajo como aquel podía hacer que su familia dejara de pasar necesidades y se rodease de los lujos que merecían. Volvió a casa un día antes de lo previsto, y se encontró a su esposa en los brazos de dos hombres. Se dice que se volvió loco de vergüenza y masacró a los tres amantes con su cuchillo. Movido por la locura, utilizó la sangre y otros fluidos de sus víctimas para pintar un cuadro como nunca antes se había visto, canalizando su furia, su vergüenza y su horror en cada pincelada. Su único hijo superviviente afirmó que su padre tardó ocho días en completar el cuadro, y de algún modo la sangre permaneció fresca hasta el final para que pudiera seguir trabajando en él (no se ha dado excesivo crédito a este testimonio, ya que el joven pasó los años posteriores en un manicomio, donde acabó muriendo al asfixiarse con su propia lengua). Pero cuando del Vors contempló su creación, toda la furia abandonó su cuerpo, todo el odio se desvaneció, dejándolo completamente vacío. Ocho días después se colgó de las vigas del techo.

El cuadro parece bastante inocente, aunque los colores son extraños e inquietantes, compuestos en su totalidad por marrones y rojos. Mide un metro ochenta de ancho por un metro veinte de alto. Muestra a la familia del Vors sentada alrededor de una mesa, compartiendo una comida. Pero si se mira más de cerca, se puede ver que cada uno de sus rostros está contraído en una mueca de odio y que el banquete es del todo menos normal, ya que consiste en partes corporales humanas. Más allá de la escena, a través de la única ventana, del Vors pintó un campo de batalla cubierto de sangre y lleno de demonios despedazando nobles, aunque esos detalles sólo pueden percibirse si se estudia atentamente el lienzo y se usan unas lentes de gran potencia. El cuadro es increíblemente natural y resulta muy perturbador, por lo que casi nadie ha tenido valor para estudiarlo atentamente.

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Tras el suicidio de del Vors, las autoridades confiscaron el cuadro como prueba del crimen, pero no tardó en desaparecer de sus bóvedas. A lo largo de los siglos ha tenido muchos propietarios, pero jamás nadie lo ha tenido mucho tiempo. Todo aquel que lo posee se acaba volviendo loco y mata a toda su familia, o al menos eso afirma la leyenda. Se desconoce el paradero actual del cuadro.