SECCIONES DE LA BIBLIOTECA

jueves, 19 de agosto de 2021

Tras el torneo de Warhammer Reforged en "El Orco Rojo", Valladolid

Han pasado casi dos semanas desde el torneo a 2000 puntos de Warhammer Reforged que tuvo lugar en la tienda "El Orco Rojo" de Valladolid, al cual tuve la fortuna de poder asistir junto con uno de mis amigos de la Asociación Cultural Sigil. Hablaré por supuesto de los detalles del encuentro pero también ha sido una experiencia muy intensa, por lo que la contaré desde mi propia perspectiva como jugador en lugar de ser una simple reseña publicitaria.

 

Tras pegarnos el madrugón, mi copiloto el mejor copiloto del mundo y yo partimos hacia la tierra de los Celtas Cortos -de lo mejor que ha salido de Valladolid, en ese y otros aspectos- escuchando por supuesto "Salida de emergencia". Nada más llegar frente a la tienda nos encontramos de bruces con el resto de jugadores, comenzaron las presentaciones y aprovechamos para tomarnos un café mientras abría la tienda. Fue un placer conocer en persona a Jolrael, otro miembro del Reforged Team. Por supuesto me salí del personaje y me presenté por mi propio nombre -no, no pone "Niño Borracho" en mi DNI- y cuál fue mi sorpresa cuando uno de los jugadores acabó atando cabos y dijo "¡hostia, si tú eres de los jefazos!"; ante lo cuál no sabía dónde meterme pero admito que fue gracioso experimentar esa situación en vivo.

La tienda abrió y Lucas -el dueño de la tienda- supo ponernos en orden rápidamente y organizó las batallas. Se determinaron al azar los dos primeros escenarios, Romper la línea y Sangre y gloria, siendo Batalla campal el último escenario que se jugaría. Si mencioné al chico sorprendido antes ha sido también porque me tocó jugar contra sus Hombres lagarto, defendiendo el escenario con mis Halflings. Esta primera batalla estuvo muy marcada por la suerte. Si bien los ejércitos cuyas tropas tienen un valor de Resistencia de 4 son un hueso duro de roer para los Halflings, he de decir que el haval hasta acababa por pedir perdón cada vez que salvaba una de las heridas que lograba cauusar sobre sus tropas. Sin embargo también logré sorprenderlo con mis Pequeños espaderos y aprendió a tenerlos en cuenta. Resultado: masacrado.

 

La segunda batalla tuvo lugar contra un ejército de Condes Vampiro enfocado a las Lahmia, en el escenario Sangre y gloria. En principio el escenario pudo haber sido mío, porque mi oponente tenía tan solo cuatro puntos de gloria y yo ocho y el objetivo era reducir ese número a dos; desafortunadamente para mí, mi personaje con Francotirador no hizo bien su labor, de lo contrario podía haber ganado el escenario de haber acabado con su general. Además tuve que hacer frente a tres unidades Etéreas y sin tener apenas Ataques mágicos en mi ejército -solo algunos personajes los tenían-. Y sin embargo logré acabar con su unidad de Lobos espectrales por resolución del combate. Hicimos la pausa para comer, algo que mis miniaturas estaban deseando. Ya para rematar la faena, tras capturar varios de mis estandartes me hizo la "gallegada" de pegarme al Portaestandarte de batalla sin desafiarme, y la batalla fue suya. Sé que no puedo enfadarme por ello porque a fin de cuentas es una táctica legítima que impide hacer inmortales a los personajes, pero !hacerle eso a un Halfling, cómo se puede ser así! ¡Vergüenza sobre ti, vergüenza sobre tu vaca! Resultado: masacrado.

 

En la última batalla me enfrenté a los Altos Elfos en el escenario Batalla campal. Se trataba de un ejército que podía haber sido muy duro en otras circunstancias, pues contaba con dos unidades de Yelmos plateados, una de Dragoneros y otra de Maestros de la espada con un Señor del conocimiento que podían Flotar. En esta ocasión tuve más suerte, según se mire; mi Cocinero logró hacer Tozudas a mis unidades en el núcleo del ejército -¡Viva el vino!- aunque a costa de desatar una Fuerza irresistible. Murió a consecuencia de la disfunción, pero toda la fuerza del ataque de mi contrincante se estrelló contra mis Halflings. Llegado mi turno, logré apoyar con mis ogros haciendo cargas por el flanco e hice huir su caballería, por lo que solo era una cuestión de tiempo hacer huir al resto y decidimos que el resultado fuese una Victoria decisiva a mi favor.

 

En la clasificación final, mis Halflings no se llevaro nada. Por no llevarse, no se llevaron ni la "cuchara de palo" pues quede undécimo y no último. En el podio quedaron medalla de bronce los Demonios del Caos, los Bretonianos se llevaron la medalla de plata y el oro fue para los Dragón Sangriento. Que ahora que lo pienso fue la leche, porque ya en la primera partida quería conceder por "lo mal que le estaban saliendo las cosas"... cosas que pasan. Al final de todo se sortearon los premios en vales de la tienda entre los participantes y lo aproveché de inmediato para llevarme para casa unas cuantas miniaturas para mí y para algunos de los amigos que no pudieron asistir. Yo incluso había llevado copias de algunos marcadores de Warhammer Reforged impresos para repartir entre los jugadores, y quien fue el ganador del torneo tuvo el detallazo de regalarnos a cada uno una miniatura impresa y temática de nuestros ejércitos.

A lo largo del día no había nadie de los presentes con quien no hubiera podido tener la ocasión de mantener unas palabras (incluso con dos tipos que se acercaron por la tienda a preguntarme a mí precisamente qué me parecían otras iniciativas... fue muy curioso). Me encantaría poder relatar todas las vivencias y sensaciones que me proporcionó charlar con toda la gente, pero me sería imposible. Prefiero quedarme con lo último que he comentado antes sobre los regalos: aquel día fue un regalo en sí mismo, de todos y para todos. Por ser el único de los miembros iniciales de la iniciativa que había podido acercarse hasta allí me llevé el cariño y agradecimiento que le correspondía a todos los miembros del Team y en gran parte al resto de la comunidad. Si hay algo de lo que quizás tenga más mérito es por el hecho de haber hecho flipar a mis oponentes con el ejército que llevé. Eso, y el haberlo compartido con una de las personas a las que más aprecio he ganado en los últimos años. Es algo que no tiene precio.

Y ahora, metralleta de fotos de lo que ha sido uno de los días más estupendos que he tenido en el último año y medio largo: