jueves, 29 de septiembre de 2016

La batalla de la Maisontaal (1)

¡Hola a todo el mundo! Hoy os traigo la primera parte de un relato bastante clásico: La batalla de la abadía de la Maisontaal, que enfrentó a los skaven, los bretonianos y los no muertos.


El año 2491 fue un año de oscuridad para los devotos de Taal, el Dios de la Naturaleza, cuyo templo se encontraba en las montañas que separan Bretonia del Imperio. A continuación sigue un relato de aquellos horribles acontecimientos.

Bagrian, sumo sacerdote de Taal, caminaba en dirección a la desvencijada ventana para observar cómo el último rayo de luz desaparecía en el horizonte. Su rostro era una máscara de furia glacial. Afilados cristales de colores crujían bajo sus sandalias. Las preciosas vidrieras eran un espectáculo que derrochaba inspiración y devoción hacia Taal, y su construcción había llevado años de dedicación y esmero. Ahora estaban en ruinas, como la mayor parte de la abadía. Sólo la capilla continuaba en pie, el resto de la abadía de la Maisontaal estaba en ruinas, y el aire de aquella fría noche estaba impregnado del olor a madera quemada y a ceniza.

El sumo sacerdote alzó su mirada hacia los campos que rodeaban la abadía y su expresión se endureció. Oscuras siluetas destacaban contra el cielo rojizo del anochecer: allí fuera podía distinguir los contornos de unas criaturas diabólicas, abominaciones de la naturaleza que no tenían derecho a caminar sobre la tierra. Aquellas criaturas suponían todo lo contrario a sus creencias, y su misma existencia era una afrenta a ojos de su Dios.

***

Rodeado de arcanos hechizos de protección, Bagrian había logrado deslizarse sin ser visto hasta introducirse en las entrañas de la poderosa fortaleza de los hombres rata, una oscura y tambaleante ciudad que existía bajo las marismas, conocida con el nombre de Plagaskaven. Su viaje le había servido para reafirmarse en su creencia de que estas criaturas no eran de este mundo, y había a prendido mucho sobre los skaven durante su breve incursión. Había descubierto una sustancia conocida como piedra bruja, imbuida del poder del Caos que, posiblemente miles de años atrás, había convertido a aquellas criaturas con forma de rata en los horribles seres que eran ahora. Esperaba que sus investigaciones sobre aquella peligrosa sustancia le proporcionaran alguna pista y pudiera erradicar para siempre aquellas criaturas antinaturales de la faz del mundo. Con esa idea bullendo en su mente, Bagrian, gracias a su magia, logró transportar una caja pequeña de color negro que contenía piedra bruja para ser estudiada en la abadía de Taal, en la cumbre de las montañas grises. Las criaturas rata se pusieron como locas al descubrir que la caja había desaparecido. A pesar de la protección mágica con la que contaba, Bagrian a duras penas se las arregló para escapar con vida de la ciudad de los skaven. Pero ¿cómo podía haber sabido que aquella caja negra era un objeto sagrado para los retorcidos skaven? ¿Cómo saber que se trataba del terrible Arca Negra, consagrado a la Rata Cornuda, la insaciable y voraz deidad de los hombres rata?

Fue cuestión de días que las criaturas aparecieran. Sólo Taal sabía cómo lo habían encontrado pero el caso es que, aún alejándose tanto de su maldito agujero subterráneo, lo habían encontrado. Tres noches más tarde, Bagrian se despertó y tuvo una visión en la que Taal se le aparecía para prevenirle del peligro. Se precipitó al pasillo que había fuera de su habitación y allí descubrió que el vigía nocturno yacía en el suelo, degollado.



Vio figuras encorvadas ataviadas de negro que empuñaban armas cuyas afiladas hojas relucían a la luz de la luna. Invocó los poderes que le había otorgado su dios y creó una enorme bola de luz que se cernió sobre la abadía, ardiendo como si se tratase de un dorado sol en miniatura e iluminando con sus rayos los terrenos circundantes. Los skavens ataviados de negro aparecieron ante su vista y Bagrian dio buena cuenta de ellos con extraordinaria rapidez gracias a su potente magia.

A la mañana siguiente, el miedo se hizo patente en toda la abadía. Y el terror y la desesperación podían adivinarse en los rostros de los monjes que continuaban con vida tras el ataque de los inmundos skaven. Con la llegada de un nuevo anochecer, volvió a percibirse movimiento en la distancia y, entonces, apareció la primera oleada de atacantes. Bajo el mando de Meek Gnawdoom (un poderoso Vidente Gris) y de Throt el Inmundo (el terrible señor de las bestias del clan Moulder), los horrendos hombres rata cayeron sobre la abadía y atravesaron sus muros como una horda imparable.

Los monjes de Taal permanecieron impávidos ante ellos y lucharon con sus mazas y martillos. El aire se llenaba de destellos de magia mientras Gnawdoom lanzaba su terrible magia contra la de Bagrian. Throt dirigió a sus creaciones, enormes ratas mutadas, sobre los defensores de la abadía: atravesaron con facilidad las murallas, trepando a gran velocidad y arrojándose sobre los defensores. La batalla duró varias horas, y los muros exteriores de la abadía quedaron reducidos a un montón de ruinas. La superioridad numérica de los skaven y su ferocidad habían obligado a los monjes a retroceder lentamente.

Mientras la luna alcanzaba su cénit un segundo terror descendió sobre la abadía asediada. El alma de Bagrian se vio sobrecogida por un sentimiento de profunda desesperación y, mientras miraba el cielo estrellado, vio cómo quedaba oscurecido por unas siniestras sombras. Con el batir de sus putrefactas alas, los enormes Carroñeros de las montañas del Fin del Mundo se abalanzaron sobre los monjes, mientras sus jinetes espectrales arrancaban sus almas de sus cuerpos con precisos golpes de guadaña, tras lo cual remontaron de nuevo el vuelo. Los monjes, presas del terror, comprobaron que un ejército de no muertos marchaba desde las montañas en dirección al norte. Los skaven avanzaron con una confianza acrecentada ahora que sus aliados habían llegado.

A la cabeza de la legión no muerta marchaba resueltamente el infame Heinrich Kemmler, Señor de Nigromantes. Durante años, este maligno hechicero había sembrado el terror en las fronteras de Bretonia, devastando aldeas y ciudades mientras su ejército de muertos vivientes aumentaba en número con cada asentamiento que arrasaba. A su lado se encontraba la impresionante figura de Krell, el Dos Veces Condenado: había consagrado su alma al servicio del Caos y su cuerpo decadente se aprestaba a caminar sobre la tierra una vez más. No existían dudas sobre los planes del nigromante: su intención era utilizar el poder de la piedra bruja para aumentar peligrosamente sus ya de por sí potentes capacidades mágicas.

(Ir a la segunda parte)

6 comentarios:

  1. Oh, sí, la batalla de la Maisontaal (o, como yo lo pronunciaba con doce años, leyéndolo mal, la "Másiontal"), uno de los escenarios más antiguos y legendarios de Warhammer. Una batalla a tres entre Skavens, No Muertos y Bretonia que debo haber jugado, en sus distintas encarnaciones, unas seis o siete veces. Grandísimo artículo, me has traído unos recuerdos fantásticos, de cuando este juego iba de personajes carismáticos y escenarios pequeños pero épicos. No como ahora que todo tiene que ser "cósmico" y vemos a dragones grandes como planetas luchar contra paladines del WoW que no pueden morir... bah!

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    1. Lo de las pronunciaciones en Warhammer siempre trae cola... nunca olvidaré a aquel chaval que decía "Mordenhawer" en vez de "Mordheim", o a aquel otro que decía "Slotins" en vez de "Snotlings" XD

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    2. Yo de niño era un poco disléxico y a los dioses del caos los llamaba "crone", "nur-glé", "eslánix" y "éts-enix".

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    3. De los dioses del Caos mejor no hablar... cada uno los pronuncia a su manera. Recuerdo un chaval que decía "Slinch y Tinch" para referirse a Slaanesh y Tzeentch... sonaba a ratones de dibujos animados XD

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  2. Nunca me aburriré de leer esta historia y de ver esas fotos. Sin duda uno de los escenarios de Warhammer más famosos

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    1. Parte de "Las oscuras e interminables tribulaciones de Heinrich Kemmler" XD

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