martes, 2 de junio de 2015

Internet destruye infancias: Penélope Brewster

Va siendo hora de ir recordando en esta sección otra de esas series que por suerte o por desgracia (como casi siempre, desgracia) han aparecido en nuestros televisores en la época del "Tras Tres Tris, fin de semana". La historia de Punky Brewster tenía como peculiaridad que se trataba de una serie de humor en torno a una niña a la que había abandonado su madre... empezamos bien; reírse de una huérfana, y además que sufre daltonismo. ¡Vergüenza debería daros!


El elenco de personajes secundarios cumplía bastante bien la cremallera de paridad multicultural. Por el lado de los "norteafriqueños" teníamos al profesor "enrollao" y a la enfermera pobretona junto con su sobrina (sobrina que por cierto se llamaba igual que la actriz, supongo que para que la pobre pequeña no tuviera que recordar dos nombres). Decir del profesor y la sobrina que también eran huérfanos, para añadir más leña al fuego. En cuanto a los caucásicos tenemos al viejete fotógrafo y gruñón que hace las veces de padre de Punky, al red-neck del amigo que comía helados de cerdo y a la rica niña pija y repugnante que todo el mundo odiaba. Ah, y al perro Brandon, el mejor actor de todos ellos. Todo eran bromas estúpidas, melodramas y las risas en lata de la mayoría de las series del formato eeééénebecé (es que me gusta decirlo como Howard Stern en Partes Privadas).

Como ocurrió con el germen de esta sección, recordé que había un episodio que hablaba sobre drogas y gracias al youtuber David Multimedia, que se tomó su tiempo en subir la serie entera ignoro por qué oscuros motivos, podemos disfrutar de ello. ¿Queréis verlo? ¿Si? ¿No? Naaah, ya os lo cuento yo, que para eso habéis venido.

La cosa va de la siguiente manera; Henry, Betty, Cherry y Punky (daban ganas de arrancarse un trabalenguas) están en el salón abusando de la palabra "maravilloso" (la repiten 8 veces en veinte angustiosos segundos), tras lo que las niñas deciden ir a patinar a un prado de tierra con dos patines. Lo suyo es el riesgo, sin duda. "Sorpresivamente" aparecen en escena cuatro chicas proto-hipster riéndose como si se acabara el mundo. Son, desde luego, chicas guays del colegio, y son guays porque... pues porque visten como Audrey Hepburn en color y ya les han crecido los pechos. ¿He ofendido a alguien con la realidad? Bien. Además tienen un club, y como todo club es muy exclusivo... salvo que tengas una casa-árbol, en cuyo caso entras donde te de la gana.


Tras un par de sketches en los que podemos comprobar que la estupidez y la falta de personalidad es contagiosa y un rito de iniciación que incluía tener que beberse un vaso de ketchup, mostaza, huevo y bicarbonato, llegamos al asunto de las drogas. Todos sabemos que la gente toma drogas para estar bien y porque todo el mundo lo hace, son los únicos motivos. Y las "Chicles" (nombre del club) lo saben bien. Por eso, en cuanto ven que Cherry y Punky no tienen reparos en tragarse el mejunje hecho a partir de ketchup, mostaza, huevo y bicarbonato, no dudan en pasar al siguiente nivel y desparraman por el suelo toda la mandanga que llevaban en el bolso. ¿Canutos? ¿Anfetas? ¿Farlopa? ¡Qué más da, si todo es lo mismo! No le da reparo en reconocer que su hermano es su "dealer" y que van todo el día puestas hasta el ojete. 


Es ahora, y no antes del batido de ketchup, mostaza, huevo y bicarbonato, que Cherry y Punky empiezan a tener dudas sobre sus nuevas amistades. Entonces Punky decide acudir a Mike, el profesor "enrrollao" que le explica con un baile a lo James Brown que solo debe decir "no" para sentirse bien. Es tan arrollador el sentimiento que genera repetir como un mantra las palabras "estoy bien", que incluso una de "Chicles" yonkis queda convencida y lo deja de golpe. Y todo gracias al poder de la amistad de una niña de nueve años.


Ya lo sabéis, gente; si alguien os ofrece alguna vez un batido hecho de ketchup, mostaza, huevo y bicarbonato, desconfiad... tal vez quieran regalaros drogas más tarde.


2 comentarios:

  1. Precisamente recordaba hace pocos dias ese episodio guiño a Miedo y Asco en las Vergas, y la falta de entusiasmo con la que describe su alijo

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    1. Es que si algo tiene la penosa propaganda anti-droga implantada en este tipo de medios es que hacía que la chavalería se empezara a preguntar más por lo que eran las drogas. Y por eso me gusta tanto desbarrar sobre lo absurdas que me parecen ciertas situaciones.

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